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Luego del golpe anímico que representó la caída ante España, la Selección Argentina de Básquetbol rindió con solvencia el examen que significaba medirse ante la China del gigante Yao Ming. Es que más allá del poderío del rival, la duda estaba centrada en la respuesta que podía tener el equipo de Rubén Magnano. Y en ese contexto, la imagen fue la esperada. El 82-57 final no dejó ningún margen para los reproches y devolvió la confianza de cara a los dos partidos que restan en la fase clasificatoria. El próximo compromiso del equipo argentino será mañana a las 8.30 ante Nueva Zelanda, que ayer dio la gran sorpresa al vencer a Serbia y Montenegro.
Desde el arranque, Argentina salió dispuesta a olvidar la pobre imagen dejada en el último cuarto. Y tras unos minutos de paridad (10-10 a la mitad del parcial), luego no tuvo inconvenientes en sacar ventajas abultadas. Presión sobre el armador rival y doble marca para Yao Ming fueron las dos claves en la que se empezó a sustentar el triunfo. Con la primera alternativa consiguió recuperar muchos balones para anotar puntos fáciles de contragolpe. Y con la segunda minimizó la principal vía de gol de los chinos. Además, la pésima efectividad de los orientales en los tiros de tres puntos (fallaron los primeros diez lanzamientos) dejaron todo servido para que Argentina se luciera.
“Le ganamos a un equipo complicado por treinta puntos. Fue un partido bárbaro. Hicimos las dos reglas básicas: que Yao Ming no reciba la pelota tranquilo y les ensuciamos el traslado, que no es muy confiable”, señaló Emanuel Ginóbili para explicar la victoria. “Lo mejor fue cómo movimos la pelota y el comienzo terrible que tuvimos”, destacó el escolta de San Antonio Spurs. Precisamente, el juego de pases que hizo Argentina sirvió para atacar de manera eficaz la defensa zonal que planteó China, incluso a pesar de que la efectividad en el tiro exterior no fue la mejor.
Como China nunca amenazó con una remontada y Argentina no bajó la intensidad, el juego quedó definido en el segundo cuarto, cuando los dirigidos por Rubén Magnano llegaron a sacar 23 puntos de ventaja, que rondaron los 30 durante el tercer parcial. Eso permitió que el entrenador rotara a todo su plantel y cuidara a varios jugadores. Tanto que los últimos diez minutos parecieron un entrenamiento, casi sin faltas personales y sin que se parara el reloj.
La recuperación de Andrés Nocioni, que jugó su mejor partido del torneo, la confirmación del gran momento de Luis Scola y la mano que dio Carlos Delfino jugando como base fueron los aspectos más positivos que dejó el encuentro. Por el contrario, la dolencia que sufre Juan Ignacio Sánchez, que apenas le permitió jugar unos minutos, se transformó en una de las preocupaciones más notorias para el cuerpo técnico, sobre todo porque el otro base natural del equipo, Alejandro Montecchia, tampoco se encuentra en óptimas condiciones físicas.
A partir de esta victoria y de los otros resultados de la zona (ver aparte), Argentina se instaló en el segundo lugar, cuando todavía le queda jugar con Nueva Zelanda e Italia. Por eso, una nueva victoria en el encuentro de mañana ante los oceánicos servirá para garantizar el pasaje a los cuartos de final. Igualmente, el objetivo es lograr la mejor posición posible para conseguir un cruce más sencillo en el camino a las semifinales. “Tenemos que pensar solamente en Nueva Zelanda porque no se pueden hacer cálculos ahora sobre los cruces futuros. Las especulaciones nunca funcionan y cualquiera le puede ganar a cualquiera a este nivel”, destacó Ginóbili.