El pertinaz atropello de los almanaques puede que traicione algunos recuerdos. No todos. Y, por ahora y desde esta columna, esos recuerdos tienen que ver con una parte importante de la identidad futbolera: los colores.

¿O de qué colores sino de los históricos se pintan las paredes en los barrios que circundan las sedes o los estadios de fútbol? ¿O de qué colores sino de los históricos son las banderas, las vinchas, los escuditos, los banderines y demás? Volviendo al principio, con alguna omisión o pequeño retoque, uno recuerda que los colores de Boca y de River, sin ir más lejos, fueron y son los que usaron el domingo en la Bombonera.

La historia de Racing tiene desde siempre la camiseta blanquiceleste a rayas, y también a rayas, pero azul y granate es la camiseta de San Lorenzo, aunque “antes” era inexorablemente con pantalón blanco. Vélez, blanco con la “V” azulada y la de cambio invirtiendo colores, muy parecida a la que se utiliza por estos tiempos. Pero, ¿cómo eran los colores de Independiente y de Banfield? Basta con oír el “dale rojo” o con mirar las banderas de la hinchada de Banfield, excepción hecha de algunas “modernas” con un anaranjado que no es.

Independiente era camiseta roja con vivos blancos y pantalón azul; y la de cambio, blanca con vivos rojos y azules. La de Banfield, a rayas verticales verdes y blancas; y la de cambio, blanca con bandolera verde. En los dos casos con pantalón negro. El domingo, en Avellaneda, los jugadores de Independiente salieron a la cancha con camisetas y pantalones azules y medias rojas, y los de Banfield con esa extraña combinación de zanahoria y radicheta (anaranjado y verde), tan habitual en los últimos tiempos. Uno no se opone a la policromía, ni siquiera al cocoliche, pero sería bueno que también en el fútbol –cuestión menor, por cierto, pero cuestión al fin– se reivindiquen algunas historias que tienen que ver con la identidad.