“Acá se inicia la lista roja”, bromeó el juez Raúl Zaffaroni. Acababa de firmar su ficha de afiliación al gremio de los trabajadores judiciales, la Unión de Empleados de la Justicia de la Nación (UEJN), en una reunión informal que se hizo en un rincón de su despacho. Así se convirtió en el primer juez de la Corte Suprema que decide adherir al sindicato. En todo el país sólo 15 de 800 jueces están afiliados. La mayoría pertenece a la Asociación de Magistrados o sus equivalentes provinciales, donde reina el espíritu corporativo y la defensa de los intereses de Sus Señorías tiende a prevalecer frente a los de los empleados. Zaffaroni se proclama hincha de la igualdad y el trabajo en equipo.

En el encuentro, que pudo presenciar Página/12 estuvieron el titular del gremio, Julio Piumato; el director del Instituto de Estudios, Formación y Capacitación de la UEJN, Julio Gómez Carrillo, y otros tres miembros dirigentes. Fue cerca de media hora en la que intercambiaron ideas. “Yo estaría pensando en una reestructuración del Poder Judicial. Los tribunales orales, por ejemplo, no tienen trabajo”, dijo Zaffaroni. “Desde la Corte –agregó– hará falta llevar un planteo al Legislativo. Hoy tenemos más credibilidad nosotros que el Senado para eso.” Después se mostró dispuesto a colaborar en las negociaciones salariales en puerta.

–¿Por qué decidió afiliarse al sindicato? –le preguntó este diario.

–Siempre me llevé bien. Me lo propusieron y dije, sí, cómo no.

–En un juez de la Corte tiene valor agregado. ¿Qué podrá aportar usted?

–Tiene valor simbólico. Además, creo que acá en Tribunales somos un equipo. Es cierto que los jueces son jueces y los empleados, empleados, pero si uno no funciona armónicamente con el personal, no funciona nada.

–¿Le preocupa la disparidad salarial que hay entre jueces y empleados?

–La aspiración es volver algún día a la ley de enganche. El Poder Judicial la tuvo algunos años: desde el presidente de la Corte para abajo se establecían salarios enganchados, porcentuales. No se puede volver a eso de pronto, sería un costo alto, pero hay que arrimarse lentamente.