DEPORTES › UN SIMPATIZANTE DE TIGRE RESULTO MUERTO EN MATADEROS TRAS EL PARTIDO CON CHICAGO

La cuenta de la vergüenza ya llegó a 177

A dos cuadras de la cancha de Chicago, en la que su equipo había logrado el ascenso a Primera, un hincha fue alcanzado en la cabeza por una piedra y falleció poco después en el Hospital Santojanni. Los incidentes provocados por los hinchas locales terminaron con 14 heridos, 78 detenidos y una batalla campal en plena General Paz.

Otra vez los incidentes opacaron una definición en el fútbol argentino. Un final para el escándalo, con un espectáculo bochornoso de parte de los hinchas de Chicago y una nueva muestra de la ineficacia de la policía para armar el operativo de seguridad resultaron las conclusiones de un partido que tuvo el peor final: un muerto, catorce heridos y 78 detenidos. Pese a la gravedad de los acontecimientos, el comisario Claudio Marcelo Stábile, a cargo del operativo, aseguró que no hubo fallas en la organización de la seguridad de los simpatizantes. “El operativo no falló, simplemente sucedió que quince mil personas empezaron a hacer fuerza para ingresar a la cancha”, comentó Stábile, sin tomar la dimensión de lo que había sucedido, con el asesinato de un hincha de Tigre, de 41 años, la víctima número 177 del fútbol argentino.

La sucesión de incidentes arrancó desde temprano. Ya con el partido 2-0 en favor de Tigre, una parte de la barra de Chicago logró salir de su tribuna para ir a buscar a los hinchas rivales. Y si bien el rápido tanto de Higuaín puso de nuevo a los de Mataderos en partido, algunos violentos lograron su objetivo y trataron de copar la tribuna de los visitantes.

A medida que el descenso de Chicago se iba consumando, la situación se fue complicando. Por un lado, desde el costado de la platea comenzaron a caer cascotazos sobre el banco de suplentes de Tigre. Además, desde los dos ángulos de las populares, los hinchas se ubicaban estratégicamente para la invasión. Y para colmo, en el túnel que une los vestuarios con el campo de juego también empezaron a aparecer particulares de Chicago, dispuestos a ingresar en la cancha en cualquier momento.

Y ese instante se dio justo cuando Tigre tenía un penal a su favor para liquidar el partido. En ese momento, casi un millar de hinchas de Chicago invadió el terreno de juego, algunos con la intención de robarse alguna camiseta, otros directamente a enfrentarse con los visitantes, que ya a esa altura palpitaban el anhelado ascenso. Mientras los jugadores de Tigre y el árbitro Gustavo Bassi corrían hacia los vestuarios para protegerse y los de Chicago sufrían la violencia de sus propios simpatizantes, el enfrentamiento se extendió justo delante de la tribuna visitante. Es que para que la situación resultara más caótica, los hinchas de Tigre ya habían agujereado partes del alambrado para ingresar al campo e, incluso, algunos ya lo habían hecho.

Entonces, el combate mano a mano fue inevitable, algo imposible de frenar para los escasos efectivos policiales que había en ese sector. Para colmo, los exaltados hinchas de Chicago comenzaron a arrojar todo tipo de proyectiles a los simpatizantes visitantes. Piedras, caños, palos, los carteles de publicidad y hasta un arquito de entrenamiento sirvieron para que los violentos desataran toda su furia. Del otro lado, devolvieron las agresiones, con proyectiles que iban y volvían. En el medio, apenas un puñado de los 350 efectivos trataba de interceder entre los dos grupos violentos, obviamente sin ningún éxito.

Claro que eso no fue lo peor. Es que ante la violencia que llegaba desde el campo de juego, la mayoría de los hinchas de Tigre intentaba salir de la tribuna. Sin embargo, la evacuación no resultó nada sencilla, con la policía sin saber para dónde conducir a la gente que sólo quería escapar de la zona de conflicto. Además, afuera tampoco la situación era fácil, teniendo en cuenta que ya había muchos hinchas de Chicago que habían podido salir del estadio y que intentaban interceptar a los visitantes.

A esa altura, los incidentes se habían generalizado en las afueras del estadio. Sin ningún tipo de control, varios de los micros de la gente de Tigre comenzaron a irse, por Cárdenas hacia Avenida de los Corrales, sin que todos los hinchas pudieran subirse, ante las agresiones que seguían sufriendo. Incluso, sin sus colectivos, muchos optaron por escapar a pie hacia la avenida General Paz. Trabados por el tránsito, otros tuvieron que abandonar el micro en el que iban, que fue incendiado por los inadaptados. La violencia desenfrenada iba generando autos destrozados, vidrieras rotas, cientos de lesionados por los proyectiles que no paraban de volar. Y en esas escaramuzas, se habría producido la muerte del hincha de Tigre, cuya identidad no había sido suministrada.

De acuerdo con lo que informó Alberto Crescenti, director del SAME, un fortísimo impacto en la cabeza, posiblemente por una piedra de grandes dimensiones, habría sido el causante de la muerte, ya que el golpe en la sien izquierda le produjo la fractura de cráneo. Luego de estar tirado varios minutos, el hincha fue trasladad o en ambulancia y llegó en estado desesperante al Hospital Santojanni, donde sufrió un infarto que determinó su fallecimiento.

Mientras tanto, ya en General Paz y De los Corrales, a más de diez cuadras de la cancha, los incidentes tomaban otro rumbo. Es que desde las dos orillas de la autopista, enardecidos hinchas de Chicago seguían agrediendo a pedradas a la gente de Tigre, que huía en micros y a pie. Tal caos se tradujo en inconvenientes en el tránsito, ya que miles de automovilistas quedaron sorprendidos por los acontecimientos y trataban de escaparse como podían. Varios minutos después, la policía apareció con balas de gomas y gases para tratar de disuadir a los violentos, que hacía rato que habían ganado la batalla.

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Los enfrentamientos entre los hinchas dentro del estadio se prolongaron trágicamente afuera.
 
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