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El Abierto de Buenos Aires está ingresando en sus instancias decisivas, mientras afuera de la cancha los protagonistas verdaderos son los chicos. Como las vacaciones para ellos continúan hasta el inicio del período escolar, el 28 de febrero próximo, se multiplican por los pasillos del Lawn Tennis a lo largo de todas las jornadas. A algunos se los puede ver con remeras de los sponsors del certamen, y a otros con camisetas de las entidades afiliadas a la Asociación Argentina (AAT). Así, los niños –muchos son menores a los siete años– son los que aportan toda su frescura y espontaneidad.

Uno de los que puede certificar esto es el ruso Igor Andreev, quien fue asediado por un grupo de jóvenes al grito de “Igor, Igor”, para que acceda a una series de fotos. Quizá molesto por haber quedado eliminado en la primera ronda ante el argentino Eduardo Schwank, el europeo siguió caminando y eligió no detenerse. Otro lugar donde ellos también ocupan el sitio principal es en la zona de los stands. Allí, donde prevalecen los comercios relacionados con este deporte, los chicos son los primeros en participar con las marcas que ofrecen premios luego de acertar en algún punto golpeando la pelota con una raqueta.

El desarrollo del torneo los tendrá como piezas clave hasta el domingo, cuando finalice la edición 2011, debido a que un conjunto de ellos son los que realizan “trabajo” completo: hacen de alcanzapelotas, les acercan las toallas a los tenistas cuando éstos se las solicitan, forman cordones para acompañar a los profesionales y más tarde se los puede ver cumpliendo tareas en otro sector de la organización. Pero nunca exhiben el rostro cansado, sino que la sonrisa permanece inalterable.

Con una cabellera rubia que alcanza para taparle los ojos color cielo, Martín le contó a este diario que “está muy bueno estar acá. Me gusta venir y estar con los jugadores. Mi papá me trae y me viene a buscar a la noche”. Con esa simpleza, ellos ya tienen una parte fundamental en este Abierto tan especial.