Jueves, 18 de agosto de 2011 | Hoy
DEPORTES › OPINIóN
Por Facundo Sava
En su debut en la B Nacional, River desarrolló un juego para aplaudir: pudo sobreponerse a la ansiedad, al hecho histórico de comenzar por primera vez en su historia un campeonato en el ascenso, y mostró un fútbol que invita al entusiasmo.
Vi, en River y sobre todo en el primer tiempo, cosas que veo poco en el fútbol. Primero: la participación de Leandro Chichizola, su arquero, en el circuito de juego como un hombre más de campo o, también, como líbero para neutralizar los ataques del rival en circunstancias en que su defensa estaba adelantada.
Sus compañeros lo buscaron en nueve oportunidades en esa etapa inicial: dos fueron pases muy bien devueltos y el resto, pelotazos que (salvo uno) terminaron en poder de Chacarita. Evidentemente, le fue mejor cuando se decidió a jugar por abajo.
El segundo dato que llamó la atención fue el pressing de River: solo una vez, al minuto 40, Chacarita pudo tener la pelota por más de diez segundos continuados. Matías Almeyda paró un equipo con anticipo constante de los defensores sobre los delanteros visitantes.
En ese posicionamiento, con Agustín Alayes y Jonatan Maidana adelantados en el campo, lo mismo que los laterales, River tuvo sus líneas juntas: eso es lo que favorece el trabajo de presión.
En el minuto 24 provocó una posición adelantada de Chacarita, en una táctica buscada y no producto de la casualidad, lo que indica que maneja variantes para contrarrestar los ataques contrarios.
Desde la generación, en tanto, hubo algunas asociaciones maravillosas y jugadas de siete, ocho o nueve pases seguidos, aun con jugadores marcados o presionados. Eso tampoco es fácil de ver en nuestro fútbol y River, anoche, lo logró.
Carlos Sánchez, Martín Aguirre y Lucas Ocampos fueron muy verticales en su juego, muy agresivos en el sentido de que estaban siempre con actitud de ataque, de tomar riesgos, de ir al frente, de llegar al área con posibilidad de convertir goles.
Otro dato: en el minuto 47 se produjo un contragolpe de River en el cual, al área de Chacarita, llegaron cinco jugadores para definir. La chance se diluyó por falta de claridad, pero no por falta de ambición.
Hubo varias jugadas similares en el complemento desperdiciadas por falta de precisión o por apuro, en definitiva todas cosas que pueden corregirse. Muchos de los errores, además, estuvieron esta vez vinculados con lo que significa ver y jugar en River en esta situación.
En el segundo tiempo, por cierto, la presión no fue la misma y el equipo se retrasó unos metros, pero en ningún momento dio la sensación de que Chacarita pudiera empatarlo.
Si River puede sostener durante más tiempo lo que hizo en el primer período de su encuentro contra Chacarita, será un campeonato para disfrutar. Para sus hinchas, que acompañarán con alivio y pasión el camino para volver a Primera, y para todos a los que les gusta ver buen fútbol.
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