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Desde Resistencia

Cuando se piensa en el futuro del básquet argentino, la referencia de jugadores y entrenadores pasa de manera casi inevitable por dos nombres: Marcos Delía y Franco Giorgetti. Con menos de 20 años, los dos asumen con responsabilidad esa mochila, aunque son conscientes de que necesitarán refrendar en la cancha todos los augurios que les vaticinan. Por eso, las dos perlas del básquet argentino, figuras en el cuarto puesto en el Mundial juvenil del año pasado, repiten de forma casi constante que están en el Sudamericano del Chaco para “disfrutar” y “aprender”, además de realizar un trabajo extra y exclusivo con el preparador físico para fortalecerlos de cara al futuro.

Delía llegó al básquet por sugerencia de sus amigos del colegio en Saladillo, saltó rápido varias etapas hasta que lo eligieron para una Preselección y fue reclutado por Boca. “Recién a los 17 me decidí que quería ser jugador y me fijé algunos objetivos”, cuenta el pivote de 2,06 metros, que participó este año del Nike Hoop Summit, un partido que organiza la NBA con las mejores promesas del básquet mundial, y además fue invitado especialmente por Luis Scola a Houston para compartir unos días de entrenamiento. “Fue una experiencia impresionante”, resalta.

Lo de Giorgetti fue más natural. Arrancó a los cinco años en Hindú de su Resistencia natal y a los 15, cuando decidió que quería ser jugador profesional, se mudó a Olavarría, donde conoció a Imanol y Lautaro, los hijos mellizos de Sergio Hernández. Dos años después, el alero de 2,02 metros estaba bajo la tutela del ex entrenador de la Selección Argentina en Peñarol, equipo con el que ya logró dos títulos de la Liga Nacional. “Me pone muy feliz que confíen en mí y tengo para varios años más ahí”, remarca uno de los mimados de Leo Gutiérrez, tanto en su club como en esta Selección. “Leo es un líder adentro y afuera de la cancha. Es un placer poder compartir equipo con él”, cuenta el alero, pese a algunos retos que recibe de Gutiérrez durante los partidos.

Pese a los elogios que reciben, los dos tienen claro sus objetivos en este Sudamericano. “Aprender de todo”, afirma Delía. “En los entrenamientos y en los partidos, en las cuestiones de juego que te marcan. Y afuera, de la forma de manejarse con los compañeros, cómo entrenar, cómo cuidarte. Hay jugadores muy experimentados y hay que tratar de absorber cada cosa que te dicen”, indica el pivot de Boca. “Se aprende en todo momento”, agrega Giorgetti. “Acá hay jugadores de los que trato de aprender, como Marcos Mata, que todos dicen que juego parecido. De enfrentarlos, te das cuenta de las cosas que tenés que mejorar, en qué estás bien y qué poder rescatar de cada uno”, remarca el jugador de Peñarol.

Lo cierto es que tanta expectativa se puede constituir en una presión. Pero ellos ni quieren pensarlo. Delía lo tiene muy clarito. “Se habló mucho de que representamos el futuro, pero hay que tomarlo como una motivación y aprovecharlo para ir mejorando en nuestra carrera. Si lo tomamos como una presión, con mucha responsabilidad y nos queremos apurar para rendir mejor, se puede transformar en algo malo. Hay que estar tranquilos”, remarca el pibe de Saladillo. Claro que también les genera satisfacción. “Cuando estábamos en el Mundial juvenil, Scola lo elogió mucho a Marcos y eso es algo increíble para él”, cuenta Giorgetti. “Y cuando Nocioni vino a Peñarol, también habló muy bien de mí. Son comentarios que a uno lo motivan para seguir mejorando. Que ídolos como ellos hablen de nosotros y te nombren, es un orgullo”, completa el chaqueño, quien asegura que está “muy ansioso” desde que se enteró de que compartirán entrenamientos con los olímpicos tras el Sudamericano. Es que, además de cuidarlas, a las perlas del básquet argentino también hay que pulirlas.