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Diego, el hincha diez

Diego Maradona aprobó ayer claramente su examen de “hincha de tenis” en Moscú, tras una jornada en la que cantó, saltó, aplaudió y gritó, aunque siempre respetando a los jugadores rivales. “Es fantástico verlo tan entusiasmado con este deporte”, comentó una vocera de la Federación Internacional de Tenis (ITF), entidad que temía que el ex futbolista repitiera el mal comportamiento que exhibió en febrero en Buenos Aires en la serie entre Argentina y Suecia.

Una vez más, Maradona sorprendió. Tras llegar a Moscú en la tarde del jueves, Diego apareció por el estadio olímpico media hora antes del comienzo del choque entre Davydenko y Chela. “Yo quiero que le pidan autógrafos a Nalbandian y no a mí”, dijo para explicar su discreción.

Maradona está en Moscú como integrante de un “paquete turístico” que promocionaba el viajar a la final de la Davis compartiendo la experiencia con uno de los deportistas más famosos de todos los tiempos. Pero el viaje fue poco provechoso para sus organizadores, que calculaban captar a 300 hinchas y apenas consiguieron 49. Ajeno a esos problemas, Maradona se ubicó en un lateral, en el medio de un nutrido grupo de hinchas argentinos. A su derecha, Claudia, su ex esposa. A su izquierda, su hermano Lalo. Minutos antes entraban tambaleantes al estadio el ex presidente ruso Boris Yeltsin y su esposa, tomados de la mano con el ex titular del COI, Juan Antonio Samaranch.

Hiperactivo e inquieto, Maradona se movió todo el tiempo, pero hizo siempre caso a las indicaciones del juez de silla, consciente quizás de que la ITF había advertido de la posibilidad de expulsarlo si repetía el comportamiento de Buenos Aires. Vestido con una camiseta en la que se leía “La legión argentina”, le tomó fuerte la mano a su ex esposa más de una vez y se arremangó, nervioso, haciendo que asomara su tatuaje del Che Guevara. Incluso besó un rosario antes de que sacara Chela. “¿Los rusos dónde están, los rusos dónde están...?”, cantaba animado cuando al comenzar la jornada vio que casi no había espectadores. Y se entusiasmó cuando Chela abrió cierta esperanza para los argentinos al ganar el tercer set: “Lo damos vuelta, la puta que te parió...”.

Aplaudió algunos tantos de Marat Safin y sólo protagonizó un pequeño cruce con un grupo de aficionados rusos. “Silencio, por favor”, pidió el juez de silla y todo se calmó. “Hijo de puta, no le tenés piedad”, le gritó poco después a un asombrado Nalbandian tras un drop del argentino. “Tenerlo acá es increíble, un golpe anímico terrible para el equipo”, aseguró Nalbandian. Feliz tras el 1-1 con que se cerró el día, Maradona pronosticó un 3-2 final a favor de Argentina. Y mientras desde Buenos Aires llegaban a Moscú declaraciones en las que su médico, Alfredo Cahe, le rogaba que controlara su dieta y adelgace “ya”, el ex futbolista aseguraba que no iría al hotel a visitar al equipo argentino: “No, no voy a ir a verlos. Lo que quiero ahora es comer. No comí nada en todo el día, y me muero de hambre”.

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