Sábado, 4 de octubre de 2008 | Hoy
ECONOMíA › EL CONGRESO DE ESTADOS UNIDOS COMPLETó LA APROBACIóN DEL PAQUETE PARA SANEAR EL SISTEMA FINANCIERO
La Cámara de Representantes le dio al gobierno una herramienta de dimensión inédita para afrontar la crisis de los mercados. Sin embargo, las Bolsas reaccionaron con pesimismo, porque estiman que el programa no logrará salvar a la economía de la recesión.
Por Cristian Carrillo
El salvavidas financiero obtuvo ayer la otra media sanción que necesitaba para sacar a flote a los bancos. Los aderezos del Senado lograron suavizar el sabor amargo del megapaquete de rescate diseñado en Washington, que generó fuertes controversias durante toda la semana. Con anexos al proyecto original –el primer borrador con la propuesta constaba de tres hojas y se transformó en un paquete de unas 450 páginas–, los legisladores de la Cámara alta aprobaron los 850.000 millones de dólares de ayuda. Después de una dura semana de lobby parlamentario, encabezado por el propio Bush, el Tesoro estadounidense obtuvo su cheque en blanco para gastar a discreción. Sin embargo, la respuesta del mercado no fue la esperada. No bien confirmado el voto positivo de la mayoría, Wall Street se derrumbó hasta ceder todo lo ganado en el día e, incluso, cerrar 1,5 por ciento abajo. Para algunos, el rescate logrará revitalizar el crédito y el consumo, mientras que otros aseguran que la recesión en Estados Unidos y en Europa ya es un hecho y el endeudamiento del plan sólo hará empeorar la situación. Las opiniones coinciden además en que el multimillonario monto es aún insuficiente para revertir el pánico de los ahorristas y la consecuente fuga de liquidez del sistema. Las autoridades a ambos lados del Atlántico incrementaron notablemente las garantías para esas colocaciones, pero las quiebras de las principales compañías crediticias no logran apaciguar los ánimos.
La Cámara de Representantes recibió la propuesta del Senado el miércoles y se puso a trabajar sobre los cambios que este último introdujo. Al programa se le agregaron varios puntos, muchos pertinentes y otros no tanto, para lograr el visto bueno de la mayoría de la bancada demócrata y republicana. El debate estuvo ampliamente teñido de oportunismo político en víspera de las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Sin embargo, la apremiante situación de la economía en ese país y su onda expansiva al resto del mundo llevó a que se limaran algunas asperezas y se conformara una tregua. Los senadores añadieron 150.000 millones de dólares en deducciones fiscales y otras ayudas a los 700.000 millones con que el Tesoro pretende aceitar el sistema financiero.
La Cámara baja aprobó finalmente el plan con 263 votos a favor y 171 en contra. Curiosamente, la mayor cantidad de votos favorables fueron aportados por los demócratas: 172 legisladores de esa bancada votaron por el sí, contra 63 que se opusieron. Entre los republicanos, el partido de gobierno, 91 apoyaron y 108 votaron en contra.
El paquete que quedó aprobado ayer contiene un mayor seguimiento sobre los fondos que dispondrá el Tesoro. El departamento que conduce Henry Paulson dispone desde un primer instante de 250.000 millones de dólares de activos infectados. La cifra puede elevarse a 350.000 millones a solicitud del Presidente, mientras que el Congreso se reserva el derecho a veto para las compras por montos superiores, que en todo caso no pueden superar los 700.000 millones de dólares. Además, el Estado participa del capital y las ganancias de las empresas beneficiarias del plan de rescate.
La incertidumbre que embargó a los mercados es qué tan efectivo será el programa y quién terminará pagando el precio. No bien aprobado, Bush salió en cadena nacional para “agradecer” el apoyo y sostuvo que el plan servirá para sacar del freezer el sistema crediticio. Defendió el “libre mercado”, pero debió reconocer que “hay situaciones en las que son necesarias las asistencias del gobierno”. El costo de financiamiento para el sector productivo en los Estados Unidos se encuentra en los máximos desde 1987. En condiciones de “normalidad” la tasa interbancaria se ubica en un cuarto de punto por encima de la que dictamina la Fed (banco central). Sin embargo, lejos de ubicarse en un nivel de 2,25 por ciento, hoy se encuentra en 4,15, y en 6 para los préstamos de corto plazo. La medida buscará salvar la contracción en la liquidez y reducir ese alto costo del dinero.
En el paquete aprobado queda abierta la posibilidad de coordinar con las autoridades y los bancos centrales de otros países la aplicación de planes similares. Hasta el momento sólo hubo acuerdos para inyectar de manera discrecional liquidez al sistema bancario. Los ingenieros del salvataje saben que la aplicación generará un incremento en la presión de las tasas mundiales. El monto del salvavidas se tomará prestado del mercado de capitales, lo que elevará la tasa de interés internacional. Un primer efecto se verá en el endeudamiento bursátil, pero al sector real llegará de inmediato vía las hipotecas que se indexan a tasa variable. Para los contribuyentes estadounidenses la situación se agravará más adelante, dado que en algún momento el Estado deberá enfrentar el pago del capital y de los intereses, lo que resolverá seguramente con mayores impuestos.
Por el momento el megaplan quedó endulzado con devolución de impuestos, tope en las garantías para ahorristas, protección a los propietarios de viviendas que corren el riesgo de ser embargados y ayuda a los pequeños bancos comunitarios afectados por la crisis. Pero la soga que se tiró a los bancos, principalmente a los que generaron la burbuja, no distrajo la mirada sobre los balances de las empresas. Lo cierto es que la recesión es casi inevitable. Empresas de distintos tamaños y rubros están en problemas. La economía estadounidense perdió el último mes unos 159.000 empleos. A todo esto se suma el pánico de los ahorristas ante un eventual quiebre de su banco. Sólo en Estados Unidos ya se destinó cerca de unos 50.000 millones de dólares para garantizar las cuentas de ahorro y los planes de retiro. Sin embargo, el dinero depositado en los activos que ostentaban la mayor calificación crediticia de las aseguradoras no tuvo el mismo respaldo. Los intentos por paliar esto suman un billón (un millón de millones) de dólares. Y eso sin contar el megarrescate aprobado ayer.
El actor y gobernador por el estado de California, Arnold Schwarzenegger, le adelantó al Tesoro que requerirá de 7000 millones de dólares para pagar sus cuentas. El gobernador republicano emitió un comunicado dirigido al secretario del Tesoro, Henry Paulson, en el que advierte que a consecuencia de la crisis financiera “podría solicitar un préstamo de emergencia”. En el documento asegura que el estado de California perdió miles de millones de dólares de ingresos impositivos, dejando a su gobierno un “muy estrecho margen de maniobra fiscal”. California es el estado más poblado y adinerado del país, pero ahora es incapaz de mantener su rutina financiera para pagar las escuelas y financiar todo el aparato estatal. “Mientras otros estados pueden estar en capacidad de absorber un retraso u obtener financiamientos a altas tasas de interés a través de la banca privada, California es tan grande que nuestro flujo de dinero a corto plazo necesita exceder el presupuesto completo de algunos estados”, justificó el gobernador para pedir 7000 millones de dólares en Notas de Anticipación de Ganancias. A Terminator no le quedó más remedio que pedirle plata a Bush.
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