Domingo, 1 de febrero de 2009 | Hoy
ECONOMíA › LA CRISIS INTERNACIONAL ES CADA VEZ MAS AGUDA
El Gobierno reconoce que el desafío es día a día mayor. Sin embargo, enumera una larga lista de razones por las cuales el país resistirá de pie. Insiste en que la economía crecerá hasta 4 por ciento este año, después de un primer trimestre difícil, y que no se repetirán escenas del pasado ni imágenes que llegan desde afuera.
Por David Cufré
Motivos de preocupación hay de sobra. El Gobierno visualiza que la crisis internacional se agudizó de manera notable en los últimos quince días. Dan algunos ejemplos. Todos los países del Grupo de los 7, los más poderosos del planeta, confirmaron que entraron o están a punto de hacerlo en recesión. A Estados Unidos –con su mayor caída en 26 años–, Alemania, Japón, Inglaterra, Francia, Italia y Canadá ya los tapó el agua. China crece a la mitad del ritmo de hace un año. Los pronósticos coinciden y son cada vez peores: la debacle durará más de lo previsto –todo 2009, como mínimo– y será más profunda de lo imaginado. No hay región del planeta que no sufra el contagio. Brasil, el principal socio comercial, lo padece. “Nos va a golpear”, admiten. La ONU advirtió que hasta 51 millones de personas en el mundo podrían perder su empleo. Entre tanta convulsión, cerca de Cristina Fernández de Kirchner afirman que la Argentina logrará seguir a flote, con un crecimiento económico este año de 1,5 por ciento como piso, en el peor escenario, y con chances reales de alcanzar el 4 por ciento pautado en el Presupuesto. “Nos jugamos la vida en sostener el nivel de actividad”, destacan, y presentan una larga enumeración de razones para no desesperar. “La economía va a ser Estado dependiente”, describen, y en ese marco, no descartan que el Gobierno vuelva a poner dinero en los bolsillos de la gente, como lo hizo a fin de año, a través de asignaciones para jubilados, planes sociales y rebajas impositivas. “Se irá viendo según los acontecimientos y el margen fiscal disponible”, aclaran.
Lo peor para Argentina será el trimestre en curso, de acuerdo con el cálculo oficial. Enero mostrará una versión todavía más negativa de los magros resultados de diciembre, tanto en la industria como en la construcción y el comercio exterior. Los indicadores económicos darán cuenta de una desaceleración del nivel de actividad. Sin embargo, el balance de enero a marzo seguirá mostrando crecimiento. “Descartamos que vaya a haber recesión en el primer trimestre. Nadie espera un frenazo abrupto. Estamos en un proceso de desaceleración que viene desde hace varios meses y ahora es un poco más notable, pero no se puede hablar de recesión”, sostienen desde despachos oficiales.
En este trimestre “están operando fuerzas contrapuestas”, describen. Es decir, por un lado hay factores que tiran para abajo, como la menor demanda externa y la baja de precios de los commodities de exportación, la postergación de inversiones privadas y la erosión de las expectativas por las malas noticias que vienen de afuera. Por otro lado, otros factores van para arriba, a partir de los anuncios del Gobierno, como la promoción del consumo de autos y electrodomésticos, los créditos a las pymes financiados por la Anses y la mejora en los ingresos de jubilados y asalariados de más de 7000 pesos por la eliminación de la “tablita de Machinea”.
“Mantenemos la proyección de una suba del PIB de 4 por ciento en el año porque confiamos en que a fines del primer trimestre y seguramente de lleno en el segundo empezarán a hacerse notar las medidas que venimos tomando. El efecto multiplicador de algunas de ellas, como la obra pública, tarda algunos meses en cobrar inercia y todavía no están desplegadas en toda su dimensión”, explican. “En un contexto mundial como el que estamos viviendo, la Argentina estará una vez más por encima del promedio. Los últimos años crecimos por arriba del promedio y ahora será igual. Vamos a desacelerar fuerte, es inevitable, pero no vamos a tener recesión ni mucho menos”, proyectan.
El director del Banco Central Arnaldo Bocco coincide con el análisis que trazan desde lo alto del Ejecutivo. “Si miramos la crisis mundial que empezó en julio de 2007, la Argentina viene teniendo consecuencias secundarias, y más si se compara con países vecinos”, apunta, en diálogo con este diario. La economía presenta fortalezas que no tuvo antes frente a otros shocks externos: superávit fiscal y comercial desde hace varios años, tasa de desempleo en baja, tipo de cambio competitivo y flexible y un sistema bancario en condiciones extremadamente mejores que antes de cualquier otra crisis, detalla. En el Gobierno dan por seguro que en 2009 se repetirán los superávit gemelos. Ambos menos robustos que en años pasados, pero el fiscal en línea o superando lo proyectado en el Presupuesto y el comercial con un piso de 7000 millones de dólares y un techo de 10.000 millones (contra 13.200 millones de 2008).
Que haya escudos de protección y que en comparación con otras naciones como Brasil, Chile, Perú o Colombia el impacto de la crisis sea menor no significa que no vaya a ocurrir. Ya se lo está viendo. Seguirán las tensiones en materia de empleo y en la discusión salarial, y a eso se suman elementos internos, como la sequía, el conflicto que plantea el sector agropecuario y el escenario electoral. Pero la Argentina, especialista en crisis, seguirá navegando, según el diagnóstico del Gobierno.
Economistas del kirchnerismo en funciones advierten que en los últimos días hubo una corrección de los pronósticos de organismos internacionales de crédito, gobiernos, bancos y consultores para tornarlos más negativos. Van en dos direcciones. Resolver la crisis llevará más tiempo: el mes pasado se mencionaba que habría signos de recuperación hacia mitad de año. Ahora se habla de principios de 2010, y eso si todo va bien y Estados Unidos y Europa consiguen ponerle un piso a la caída. En segundo lugar, los vaticinios son que la recesión será más pronunciada. “Cada mes que pasa es peor. No hay señales de reversión cercana. Todavía no se ve la luz al final del túnel”, alertan.
“Uno de los problemas es que los mismos economistas que condujeron al mundo a esta crisis son los que dan la receta sobre cómo salir. Lo mejor que podrían hacer es jubilarse, porque se quedaron sin marco teórico para resolver este tema. Están analfabetos para encarar la crisis”, cuestiona Bocco. Varios de ellos se encuentran en el Foro Económico Mundial de Davos, “el mismo al que fue Macri”, chicanea un funcionario. En este momento, empiezan a apreciarse las consecuencias de la debacle financiera sobre la economía real de los países. Lo más dramático son los anuncios diarios de miles de despidos por parte de las mayores empresas del mundo.
- “El sector financiero, que es el que se llevó puesto a economías y gobiernos, como el de Islandia, en Argentina está bien. Los bancos están totalmente sólidos. Ese es un factor central que neutraliza la crisis”, empiezan a responder desde el Gobierno.
- “Hay riesgo cero de default. El programa financiero está cubierto. Ya lo estaba antes del canje de los Préstamos Garantizados y ahora mucho más. El canje nos dio espacio fiscal para poder volcar dinero en la economía y contrarrestar la crisis. Son 5000 millones de pesos, un monto importante, el 0,5 por ciento del PIB”, agregan.
- “En la coyuntura de los últimos meses lo importante era sobrellevar el estrés que produjo la crisis en la región. Argentina fue el país que menos estrés vivió, de donde salieron menos capitales y la devaluación nominal fue más baja.”
- “La principal fortaleza argentina es que su ritmo de crecimiento de los últimos años no dependió del ingreso de capitales, como en Brasil, Sudáfrica o Turquía. Ahora que los capitales fugan en todo el mundo, a nosotros nos golpea menos. El sector privado tampoco está muy endeudado afuera. Tenemos balances limpios. Uno de los grandes problemas para Estados Unidos o Europa es que las empresas estaban muy apalancadas. Al desaparecer el financiamiento quedan desguarnecidas. Por eso tantos despidos.”
- “Se venía viviendo con lo propio. No hubo endeudamiento sino desendeudamiento.”
- “Desde el punto de vista fiscal, hay superávit primario y financiero. Hay margen para actuar.”
- “A pesar del buen ritmo de crecimiento de las exportaciones de los últimos años, el motor de la expansión económica fueron el consumo y la inversión. La inversión privada este año va a crecer menos, y ahí lo importante es la participación del Estado. El plan de obras públicas es fundamental. El Estado va a compensar la caída de la inversión privada. Se pensó un programa basado en la construcción de viviendas porque es fuerte en generación de empleos y demanda poco gasto en importaciones. El efecto multiplicador del plan de obras es muy importante. Va a hacer la diferencia. En cuanto al consumo, el Gobierno seguirá con la política de promoción. El consumo interno crecerá algo más que la economía, como todos estos años. La suba estará en torno al 5 por ciento.”
- “La estrategia es dar empleo como primera medida de contención. Veremos el margen fiscal, pero podría haber más inyección directa de fondos en la población como se hizo a fines del año pasado. Hay que ir paso a paso.”
El que primero mencionan en el Gobierno es la caída de la demanda externa. Es decir, menos exportaciones. Ahí entra a jugar Brasil, que sufrirá una importante desaceleración económica. De todos modos, los funcionarios recuerdan que durante la mayor parte del gobierno de Néstor Kirchner el país vecino tuvo tasas de crecimiento modestas y eso no impidió que Argentina despegara. A la vez, le ponen unas fichas al agresivo programa de obras públicas y de intervención estatal que está lanzando Lula da Silva. También habrá menores ingresos por exportación por la baja de los precios internacionales de los commodities y por la sequía. En este caso, en el Gobierno también son menos apocalípticos que algunos consultores de la city: los precios se acomodaron en niveles razonables y la sequía afecta más al maíz y al trigo, pero no tanto a la soja, cuya producción será similar a la de la última campaña y es la que aporta más divisas y recaudación.
En materia cambiaria podría haber presiones por el menor superávit comercial. Al Gobierno el actual nivel del tipo de cambio le parece razonable. “Sigue siendo competitivo. Si las exportaciones bajan es por menor demanda y menores precios, pero no por el valor del dólar”, afirman.
La mayor preocupación es que “la gente no se asuste y deje de consumir”. “El Estado va a estar muy presente para activar la demanda”, prometen.
“La crisis nos da una oportunidad para sepultar definitivamente el modelo de Martínez de Hoz”, estima Bocco. “En los ’80 y los ’90 y hasta 2003, de una u otra manera, la Argentina estuvo bailando con la música que impuso Martínez de Hoz. Enterraron al Estado para darle el control a los mercados y al sector privado. Ese camino empezó a cambiar en 2003. Ahora ese árbol puede crecer porque echó raíces fuertes en los últimos años, que empezaron con la devaluación y la participación cada vez mayor del Estado en la economía”, se esperanza el economista.
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