Domingo, 21 de junio de 2009 | Hoy
ECONOMíA › OPINION
Por Alfredo Zaiat
La frase de patrón de estancia de Alfredo De Angeli, avalada por los sectores reaccionarios de la Mesa de Enlace, y la declaración de patrón de negocios con el Estado privatizado de Mauricio Macri, respaldada con el silencio excitado del poder, permiten transparentar un escenario económico en disputa. Amantes de pétalos de rosas, si están en condiciones de aislarse de las consignas fáciles de la contienda electoral, podrán observar que esas expresiones revelan las restricciones existentes a cualquier proyecto reformista, primero, y la centralidad estructural y enorme poder de veto del establishment con complicidades peculiares, después. La intensidad de la puja política por la cercanía de la apertura de las urnas, pero que viene de arrastre de varios meses, desde que se precipitó el conflicto con el sector del campo privilegiado, provoca cierta dificultad de análisis del actual proceso por parte de grupos enrolados en la heterodoxia y en el denominado pensamiento crítico. Ante esa situación, el rescate de textos valiosos de economistas ocultados por la corriente dominante concede la oportunidad de una relectura del pasado con una notable actualidad para comprender el presente. Esa tarea fue realizada por Daniel Azpiazu y Martín Schorr en el libro Peronismo y dictadura. Textos inéditos de Oscar Braun, obra que brinda elementos imprescindibles para acercarse a la puja que hoy se desarrolla en el área económica con muy elevada probabilidad de continuidad luego del domingo de las elecciones. Más bien es esperable su intensificación y para ello es recomendable entenderla en una dimensión más amplia que la del progresismo testimonial.
Azpiazu y Schorr describen a Braun (fallecido en enero de 1981 en un accidente automovilístico) como un economista “particularmente” heterodoxo, nutrido de herramientas de la tradición marxista y de otras provenientes de la escuela crítica poskeynesiana de la Universidad de Cambridge. Braun entendía que la economía debía necesariamente ser encarada como “economía política”, una disciplina científica donde el poder y su desigual distribución entre diferentes grupos sociales debían constituir uno de los ejes centrales del análisis. En uno de los documentos publicados en ese libro de Capital Intelectual (Colección Claves para Todos), “El Plan Económico del tercer peronismo. Límites estructurales y políticos”, Braun brinda interesantes enseñanzas para interpretar el actual ciclo económico-político. Azpiazu y Schorr introducen ese texto con el planteo de la situación de dependencia del capitalismo argentino, que Braun lo define con el concepto de “capitalismo monopolista dependiente”. Este no se refiere sólo a la propiedad legal de los medios de producción, sino a la imposibilidad de reproducir y ampliar esos medios de producción. Explica que “dado el carácter trunco del proceso de industrialización argentino (asociado a la existencia de numerosos ‘casilleros vacíos’ en la matriz de producción)” el capital extranjero y la oligarquía terrateniente poseen un decisivo poder de veto. “En el primer caso, a favor del control oligopólico que ejerce sobre núcleos estratégicos de la estructura industrial y la dependencia tecnológica de nuestro país”, destaca, para continuar que “en el segundo, por su rol decisivo como proveedora preponderante de divisas para ‘pagar’ las importaciones requeridas por la propia dinámica económica, particularmente la del sector manufacturero, y su gravitación en la elaboración de bienes-salario”. En esos años, la deuda externa no era gran demandante divisas para su repago, lo que implicó en las últimas décadas un factor adicional a favor de ese poder de veto de los grupos concentrado de la actividad agropecuaria. Braun apunta que “esta situación marca un límite estructural a la concreción de cualquier proyecto redistribucionista”. Pese a que esa época era de una extraordinaria efervescencia política (1974), Braun reconocía que “las posibilidades de revertir muy rápidamente, de golpear muy duramente al capital monopolista dependiente, son objetivamente limitadas”. Limitación que hoy el progresismo testimonial minimiza al abordar la compleja realidad con un discurso atractivo pero sin anclaje en las condiciones materiales y relación de fuerzas de los diferentes sujetos sociales.
En esa revisita a documentos de Braun, Azpiazu y Schorr destacan que esos textos escritos hace 35 años “no dejan de tener una notable actualidad a la hora de pensar la conformación de las fracciones dominantes del capital, los alineamientos y los enfrentamientos entre clases y fracciones de clase, así como las características y las limitaciones del proyecto de reconstrucción de un ‘capitalismo nacional’ en la Argentina de nuestros días”. Motivados por las reflexiones de Braun, esos investigadores las recrean para el presente escenario precisando sus características distintivas:
n La ahora autoproclamada “burguesía nacional”, prebendaria de escenarios privilegiados por las políticas públicas, es carente en absoluto de un proyecto autónomo del capital extranjero.
n La oligarquía terrateniente, con nuevos e insospechados aliados tácticos, mantiene una inserción estructural en la economía nacional y definiciones estratégicas similares a las de comienzo de los setenta.
n Una creciente presencia transnacional en la economía local.
n Una clase trabajadora fuertemente fragmentada y desmovilizada.
n Un Gobierno que no ha logrado desmantelar, hasta el momento, las bases sustantivas del modelo dependiente, concentrador y excluyente de los noventa.
Uno de los documentos rescatados es “Una charla sobre la actual coyuntura económica”. Braun introduce su exposición con una definición tajante: “Y hablando de nuestro país especialmente, creo, repito, que la variable más importante es la imposibilidad que tiene la burguesía nacional de llevar a cabo un proceso de acumulación, de crecimiento económico, en forma autónoma”. En otro texto remarca que no propone una “política antiagraria”, puesto que ese sector juega “un rol trascendente como productor de bienes de consumo popular y como generador de divisas vía la exportación”. Y recomienda que los productores reciban “precios compensatorios, sobre todo con seguridad a largo plazo”. Pese a esas restricciones que explicitó sobre el funcionamiento de la economía argentina, Braun está convencido de la posibilidad de avanzar en un proceso de transformación. En sus propias palabras sería así:
“Habíamos dicho que si había un proyecto de liberación tenía que ser un proyecto ‘de a poco’. De golpe no se puede hacer por una serie de razones que ya habíamos mencionado. Poco a poco había que ir acumulando tecnología, acumulando capital, etc., para producir un proceso de liberación conducido por el capital nacional, o sea, un proceso de liberación capitalista, o de capitalismo autónomo. Pero si se hace de a poco, si vamos acumulando de a poco, hay que, sin embargo, acumular cifras significativas para que luego de una serie de años, 4 o 5, se comiencen a ver los resultados, y cuando decimos cifras significativas hay que hablar en serio: quiero decir que para desarrollar una tecnología propia hay que gastar mucho dinero, no se puede hacer con monedas. Se debería extraer primero una enorme masa de excedente de los sectores ‘enemigos’ de las clases dominantes –capital monopólico dependiente y oligarquía terrateniente–, y después de todo esto usar todo lo posible para el proyecto de acumulación autónoma”.
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