En el cuarto trimestre de 2009 el empleo no registrado alcanzó al 36,1 por ciento de los trabajadores. El dato proviene de las mediciones del Indec y frente al mismo período del año anterior representa una caída de 1,7 punto porcentual. En relación con el tercer trimestre no hubo cambios significativos. El mercado laboral en la última parte del año registró una baja del desempleo acompañada por un alza del empleo, lo que muestra la creación de puestos de trabajo genuinos. La estabilidad del empleo en negro en el contexto de crisis también refleja cierta fortaleza del mercado de trabajo, aunque el alto nivel de informalidad que existe desde antes del estallido global desnuda que las medidas oficiales para combatir esta modalidad no lograron la efectividad deseada. En tanto, los datos de desempleo muestran que los más afectados son los jóvenes, con tasas que más que duplican los valores de los adultos.

El índice de trabajo no registrado presenta una dinámica peculiar, puesto que una baja puede no ser consecuencia de la mejora en las condiciones laborales sino del aumento de los despidos en este segmento de trabajadores. Eso fue lo que sucedió en el tercer trimestre de 2009, cuando en forma interanual el empleo en negro cayó tres puntos. Como la precariedad laboral implica, entre otras cosas, la desprotección ante el despido, las consecuencias de la crisis suelen recaer sobre los trabajadores “en negro”.

El comportamiento del empleo en la parte final del año registró un alza, llegando al 54,6 por ciento de la población económicamente activa, acompañado por una baja de la desocupación del 9,1 al 8,4 por ciento. En tanto, la subocupación llegó al 10,3, con lo que la población con problemas laborales rozó el 19 por ciento. Los datos muestran que la economía local pudo contener los despidos masivos, una dinámica positiva dada la coyuntura internacional. Para el total de los aglomerados urbanos registrados por el Indec, la mayor tasa de empleo se obtuvo en el segmento de varones de 30 a 64 años, con el 88,7. En tanto, las mujeres del mismo grupo de edad tienen el 60,4. El dato más bajo corresponde a las mujeres de hasta 30 años.

Frente al tercer trimestre, el empleo en negro se mantuvo prácticamente estancado en 36,1 por ciento. Son cerca de 3,7 millones de trabajadores sin aportes jubilatorios ni cobertura de asistencia social. Denota que el avance del empleo en términos cuantitativos en el último trimestre de 2009 no tuvo correlato en una mejora en la calidad. La región del país más afectada por la informalidad laboral es el Norte, con porcentajes superiores al 40 por ciento.

En el análisis particular de cada región, el Noroeste encabeza la lista, con una tasa de empleo en negro de 41,9 por ciento. Le sigue el Noreste con 41,3. La mejor situación se observa en la Patagonia, con un 20,9 por ciento de trabajadores no registrados. Uno de los mayores índices de trabajo en negro se encuentra en la actividad rural, sobre todo en los establecimientos más alejados de los centros urbanos, donde se supera el 70 por ciento.

En cuanto a la desocupación, la población más afectada son las mujeres menores a 30 años. Presentan un 18,8 por ciento de desempleo, más del doble del promedio general. Por su parte, los varones de la misma edad le siguen en la franja más castigada, ya que mostraron un desempleo del 13,5. Los datos muestran que la desocupación impacta en mayor medida sobre los jóvenes, dificultando el ingreso al mercado laboral. Una problemática usual para este franja de trabajadores es que las búsquedas laborales solicitan experiencia, lo que supone un círculo vicioso que complica el ingreso. En cambio, el de-sempleo se reduce significativamente para hombres y mujeres de 30 a 64 años: 4,7 por ciento y 6,6 respectivamente. En la evaluación general, entre las mujeres la desocupación es de 9,8 por ciento y entre los hombres de 7,3 por ciento.