ECONOMíA
De la locura verde a un mercado manso y tranquilo
El año financiero cierra con el dólar a 3,39 pesos, cuando en la primera mitad del año los financistas apostaban a un verde arriba de 4,50 para diciembre. El BC compra para evitar una caída mayor.
Hoy termina un año inolvidable. Un 2002 caracterizado, desde lo económico y financiero, por una devaluación que puso punto final a una década de Convertibilidad y que dio paso al súper dólar. Un año que comenzó con la gente pensando únicamente en el tipo de cambio y en huir de los bancos, pero que termina con apuestas sobre el piso hasta el que podría bajar la moneda estadounidense y con los depósitos en alza y las tasas de interés en descenso.
El dólar, que a fin de junio tocó el máximo de 4 pesos, cerró ayer en 3,39 y con tendencia a la baja: el Central fue comprador neto de 33,4 millones de dólares. Si no los hubiera embolsado, el dólar terminaba más abajo. En Economía quieren que el límite sea 3,30 pesos. No quieren una baja más importante para que no se desinflen las liquidaciones de divisas de los exportadores y no resignar competitividad.
Al respecto, en la city están divididos. Algunos creen que el 2003 mostrará un dólar planchado como el del último semestre, y mencionan dos alternativas de inversión: el mercado de las tasas de interés (plazos fijos y Letras del Banco Central) y el de las acciones. Los papeles empresarios finalizaron el año con un alza promedio del 77 por ciento, aunque el cierre definitivo ocurrirá esta tarde en la última rueda. En el balance, muy pocas acciones lograron ganarle la carrera al dólar: entre las líderes figuran un grupo de exportadoras, como Indupa, Celulosa, Atanor y Acindar, que multiplicaron su valor entre siete y diez veces. En el escenario de dólar estable, la lógica indica que si la economía empieza a moverse, el resto del pelotón debería al menos alcanzar la variación del tipo de cambio real.
Para otros financistas, el 2003 será movido. Aunque nadie esté esperando otro rally alcista del dólar, mencionan que –aun cuando se rubrique el acuerdo con el Fondo– la demanda de divisas tenderá a aumentar debido a que Washington seguirá presionando para levantar el cerrojo cambiario. Este escenario dejaría a la divisa un escalón algo por encima al actual, entre 3,70 y 3,80 pesos. Los más pesimistas advierten que hay veranito financiero asegurado por un par de meses, pero condicionan la continuidad a la definición del proceso electoral. Por ahora, la realidad le da la razón a los optimistas: en el mercado de futuros, el dólar a fin de abril cerró ayer en 3,55 pesos.
Pero como suele ocurrir en materia financiera, las perspectivas sobre el futuro deben tomarse con alfileres. ¿Quién acaso iba a suponer hace unos meses que los ahorristas volverían a los bancos? Pero la realidad es que, a partir de agosto, las colocaciones crecieron a un ritmo superior a 1000 millones de pesos por mes, con excepción de este último –caen en unos 500 millones– por una cuestión estacional. En este contexto, las Lebac, que debutaron en junio con un rendimiento del 130 por ciento anual a siete días, ahora muestran tasas del 8 por ciento a un mes, que es el plazo mínimo. Y la tendencia es que el BCRA seguirá con su estrategia de alargar los plazos. La Lebac de más largo alcance es a nueve meses y rinde 54 por ciento anual. La contracara de este fenómeno es el nulo crecimiento de los créditos, ya sea porque los bancos no destinan su liquidez a prestar ni la gente pide líneas por la incertidumbre. Esta es la variable que debería empezar a moverse para volver a hablar de una economía en crecimiento.