ECONOMíA › DISCREPANCIAS ENTRE EL MINISTRO DE ECONOMIA Y EL TITULAR DEL BCRA

La pelea Lavagna versus Prat Gay

El mandamás del Palacio de Hacienda empieza a desconfiar del juego propio que está desplegando el presidente del Banco Central.Diferencias con el dólar, el corralón y un decreto redolarizador.

 Por Claudio Zlotnik

El primer cortocircuito ocurrió hace poco más de tres semanas, el viernes 10 de enero, cuando Alfonso Prat Gay se enteró por el Boletín Oficial que las deudas de algunas empresas extranjeras se redolarizaban. Ante la poderosa resistencia de los afectados, la norma tuvo poca vida. Antes de que expirara aquella jornada, el Gobierno la dio de baja. Pero lo que no pudo evitar Roberto Lavagna fue el enojo del titular del Central, quien, puertas adentro de su despacho, recriminó a Economía no haber sido consultado. La contraofensiva de Prat Gay fue rápida. Tuvo lugar en Davos, Suiza, donde se mostró, junto a Eduardo Duhalde, como una figura decisiva del acuerdo con el Fondo Monetario. Hasta ahora, Prat Gay y Lavagna ocultaron sus diferencias en un perfil bajo. Pero ambos saben que quedan por definir temas sensibles –como el mecanismo de devolución de los redescuentos–, lo que podría llevar las pujas a primer plano.
En los días sucesivos al acuerdo con el Fondo quedó instalado un perfil de Lavagna menos técnico y más político, en momentos en que se baraja su postulación como vice de Néstor Kirchner. Ante ese panorama, Prat Gay busca instalarse como referente de los temas que más importan a la gente y a los ahorristas estafados: la marcha del dólar y la suerte del corralón.
De hecho, Prat Gay motorizó la discordia cuando proclamó en el Senado que el dólar debería valer 2,80 pesos al mismo tiempo que el ministro hablaba de su preferencia por “un dólar alto”. Desde entonces, el jefe del Central se negó sistemáticamente a definir una cotización para la moneda estadounidense –”sólo me interesa defender el peso”, se escuda–, pero lo cierto es que manejó el tipo de cambio según sus íntimas convicciones, consultando sólo con su segundo, Pedro Lacoste. La nueva estrategia en la política cambiaria influyó para que el dólar cayera desde los 3,50/3,60 pesos, nivel en que se sentía cómodo Lavagna. Prat Gay, en medio de la súbita baja del tipo de cambio, impulsó el levantamiento de las trabas cambiarias. Al respecto, el titular del BC está decidido a seguir liberalizando el mercado, una premura que no muestra el ministro de Economía.
A diferencia de sus antecesores más inmediatos –Mario Blejer y Aldo Pignanelli–, Prat Gay pretende mostrarse como único conductor de la política monetaria. No es que Blejer y Pignanelli no lo hayan querido, pero perdieron la pulseada con Lavagna, quedaron con un poder diezmado, y debieron alejarse de la presidencia del BC.
Prat Gay les aseguró a sus íntimos que no le pasará lo mismo que a la dupla Blejer-Pignanelli. De hecho, aprovechó el viaje a Davos para tejer contactos con varios pares europeos, en especial los presidentes de los bancos centrales de Inglaterra y Alemania. A su regreso, contó que su participación en el último tramo de las negociaciones con el Fondo fue relevante, ya que aportó la solución técnica a la última traba, de índole monetaria, que ponía el FMI para sellar el acuerdo.
“Prat Gay quiere instalar un discurso propio, basado en un impecable soporte técnico. Por eso toma posición sobre los temas más importantes, como el tipo de cambio, la evolución de las tasas de interés o la reforma del sistema financiero. No quiere que Lavagna le imponga la agenda”, señaló a Página/12 un estrecho colaborador del jefe del BC.
Una muestra de esta búsqueda de independencia ocurrió con el destino del corralón. Horas más tarde que Lavagna dijera que la liberación de los depósitos atrapados ocurrirá antes del 25 de mayo, Prat Gay marcó el tablado con precisión: contestó con una circular en la cual se obliga a los bancos deudores del Central a cancelar redescuentos en la misma proporción de lo que vaya a devolver de depósitos. La norma, por ahora, espantó a los bancos que aguardaban una iniciativa más flexible.
Lavagna y Prat Gay negocian la forma en que los bancos que recibieron auxilio del BC cancelen ese pasivo con títulos públicos en default. En este punto también existen diferencias entre ambos. Algunas de forma y otras más profundas. Las trabas principales refieren a la paridad a lacual serán aceptados los bonos que están en las carteras de los bancos; cuál será la proporción entre pesos y títulos que será aceptada, y el precio de los bonos que Economía le reconocerá al Central. Los redescuentos fueron otorgados por el BC y si el Tesoro no se lo reconoce, el Central sufrirá una pérdida patrimonial. Prat Gay ya le comunicó a Lavagna que no aceptará un quebranto en la entidad a costa de beneficiar a los bancos que en su momento solicitaron el socorro y que ahora no quieren perder posiciones respecto de sus competidores en el sistema.
No bien asumió, Prat Gay se puso un objetivo: quedarse en Reconquista 266, sede del BC, más allá de setiembre del año que viene, cuando vence el mandato otorgado por el Congreso. Para lograrlo sabe que debe acumular poder. Por eso asumió algunos desafíos: ser el presidente del Central de la reconstrucción, con un vigoroso resurgimiento del crédito y una reforma del sistema financiero. Lavagna también tiene una carrera política por delante, ya sea como ministro de un eventual gobierno de Néstor Kirchner o como uno de los personajes de la vida política de los próximos años.
Lavagna y Prat Gay, cada uno desde su lugar, quieren ser protagonistas de la Argentina de los próximos años. Este denominador común puede tenerlos trabajando en equipo. O enfrentados.

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Roberto Lavagna, ministro de Economía, enfrentado con el presidente del Banco Central, Alfonso Prat Gay.
 
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