Viernes, 4 de noviembre de 2011 | Hoy
ECONOMíA › CRISTINA FERNANDEZ DE KIRCHNER EXPUSO ANTE EMPRESARIOS EN LA CUMBRE DEL G-20 Y PIDIO CONTROLES AL CAPITAL FINANCIERO
En la audiencia, dedicada a la seguridad alimentaria, la Presidenta afirmó que el problema del precio de los commodities reside en el sistema financiero y solicitó a los líderes mundiales incrementar los controles.
Por David Cufré
Desde Cannes
“Tengamos una real comprensión del mundo en el que estamos. No nos equivoquemos y sepamos que, si la crisis se profundiza, van a empezar a cuestionarse las democracias y las formas políticas actuales. Europa tiene una historia en esto, de cómo surgen gobiernos totalitarios en medio de crisis económicas que no pueden resolverse. Creo que estamos a tiempo. No quiero ser dramática ni tremendista, ni sembrar pánico, porque no es mi misión y tampoco lo creo. Todavía estamos a tiempo de establecer soluciones, pero soluciones que tengan que ver con la regulación de aquellos que han ocasionado el problema, de los mercados financieros”, advirtió Cristina Fernández de Kirchner en un discurso ante empresarios que resonó con fuerza en la cumbre de presidentes del G-20. Fue un llamamiento a los líderes mundiales a producir un golpe de timón en medio de la tormenta financiera, con un lenguaje que dejó de lado eufemismos y medias palabras del discurso diplomático de ocasión. “Lo que estoy proponiendo es volver al capitalismo en serio, porque esto que estamos viviendo no es capitalismo, es un anarcocapitalismo financiero total, donde nadie controla nada. Resulta que tenemos que controlar a los países a ver cómo ajustan. Por favor, regulemos a los que verdaderamente tenemos que regular”, agregó, ya en medio de un aplauso contundente de los industriales argentinos que participaban de la audiencia, que también se salió de protocolo. En otro pasaje, la jefa de Estado lanzó un reproche directo a los mandatarios de los países centrales: “Los líderes del mundo no han logrado dar una solución” a la crisis y al funcionamiento desbocado de los mercados financieros, “y ya han pasado tres años, ni un día, ni dos, ni tres”.
En una mañana lluviosa, la Presidenta y toda su delegación se presentaron en el Hotel Martínez, uno de los iconos de la costanera de Cannes, pintado de un blanco radiante. En el lobby se cruzaban los máximos ejecutivos de empresas como Coca-Cola, Unilever, Carrefour, Repsol, Telefónica, Crédit Suisse, BNP Paribas, Usiminas, Techint, entre muchos otros. Allí avanzaban las sesiones del Business 20, el brazo empresario del G-20. Antes habían pasado los presidentes de México, Corea del Sur, Japón, Australia y Sudáfrica. Cada uno expuso en un panel distinto, dentro de los doce grupos de trabajo en que se dividió el encuentro. Los empresarios seguían las exposiciones sin poder despegarse de las últimas noticias vinculadas a la crisis griega, que obsesiona sobre todo a los europeos y los hace estar pendientes del minuto a minuto, como en la Argentina del riesgo país y las auditorías del Fondo Monetario en 2001.
La limusina que trasladó a Fernández de Kirchner estacionó frente a la puerta del hotel, sin turistas que pudieran curiosear porque el acceso a esa zona está vedado para todos aquellos que no tengan credencial. Ella bajó sonriente, con vestido, tapado, bolso y zapatos negros de taco alto. La recibió en la puerta Paul Polman, CEO de Unilever en Inglaterra, y tras él José de Mendiguren, titular de la Unión Industrial Argentina, a quien la mandataria saludó con un cálido “Cómo le va, presidente”. Habían dado unos pocos pasos por el lobby, con los empresarios haciéndose a un lado, y se escuchó con claridad la conversación entre CFK y Polman rumbo a la sala de audiencias. “La nueva ley electoral le da mucha más transparencia al sistema político. Los candidatos tuvimos que someternos a dos elecciones en 60 días. Y lo más importante fue que sacamos más votos en la segunda elección que en la primera”, le explicaba la mandataria, agradeciendo la felicitación del ejecutivo inglés por su triunfo electoral. Ya adentro del salón, Polman presentó a la Presidenta y destacó su fortaleza política, “en un mundo donde muchos liderazgos no pueden revalidarse a causa de la crisis”.
Pero algo rompió con el clima de tanta cordialidad. En la audiencia, dedicada a la seguridad alimentaria y la eficiencia de los mercados de alimentos, el ministro de Agricultura francés, Bruno Le Maire, reclamó la regulación del precio de las materias primas. Contó el ejemplo de una empresa que compró el 20 por ciento de la producción mundial de cacao y retuvo el commodity hasta que aumentó, para luego venderlo. “Hoy no existe ningún dispositivo de regulación de los mercados de alimentos y necesitamos herramientas para eso”, planteó.
Luego siguieron otras exposiciones, incluida la de Polman, quien sugirió que “las mujeres deben volver a la agricultura”, y le tocó cerrar a CFK. “Primero déjenme hacer una defensa de género. Resulta que antes nos mandaban a la cocina y ahora nos quieren mandar a trabajar al campo”, devolvió, sin perder la sonrisa. Los quince minutos siguientes fueron un repaso de la política agropecuaria del gobierno argentino, centrado en el Plan Estratégico Agroalimentario 2020, que priorizará a las cooperativas “para que puedan exportar más”, a la agricultura familiar “para garantizar la seguridad alimentaria y el arraigo”, la producción de biodiésel “para desligar al campo de una variable importante en sus costos, como son los combustibles”, al desarrollo científico rural, “con más de 200 eventos tecnológicos en estudio” y la promesa de mejorar la infraestructura ferroviaria, porque “el traslado en camión a más de 150 kilómetros deja de ser eficiente en la ecuación económica”.
Hasta ahí todo marchaba dentro de lo previsible. Los diez minutos siguientes fueron un vendaval. “Nunca escuché algo así en un ámbito como éste”, resumió un industrial ante Página/12. La Presidenta empezó con una respuesta al ministro francés, se fue afirmando en la silla y en la mesa, adelantando el cuerpo y levantando el tono de voz, hasta que del tema rural pasó al corazón del debate en esta cumbre del G-20: el modelo que debe aplicarse para responder a la crisis griega. “Lo que estoy proponiendo –si alguien me viera de mis épocas de universitaria tener que decir esto ahora– es volver al capitalismo en serio, porque esto es cualquier cosa, es un anarcocapitalismo financiero total”, arremetió.
“Díganme ustedes, que son hombres de negocios, qué creen que pasa cuando un día la señora Merkel se levanta y dice algo que parece que cayó mal y entonces las Bolsas se van a pique. Al otro día se levanta el señor Sarkozy, dice algo importante que parece que calma todo, y las Bolsas suben diez por ciento. Al otro día el señor Papandreu convoca a una consulta popular y nos vamos todos para abajo de vuelta. ¿Ustedes creen que no hay gente que gana fortunas con esos movimientos, sin hacer absolutamente nada, sentado en un escritorio manejando una computadora? Bueno, eso los líderes del mundo no han logrado solucionarlo, y han pasado tres años”, reprochó, en referencia al tiempo transcurrido desde la primera cumbre del G-20 tras el estallido de la crisis global, entonces con epicentro en Estados Unidos.
“Al señor ministro de Agricultura le quiero decir –había arrancado esa parte del discurso, en respuesta a Le Maire– que no creo que el problema del precio de los commodities resida en los granos. El problema reside en el sistema financiero. Enfocar el problema de la desregulación de los mercados como un tema de seguridad alimentaria me parece una visión absolutamente parcializada”, afirmó. “Porque si queremos hablar de seguridad de vida, también deberíamos regular el mercado de las patentes medicinales, por ejemplo”, siguió. “Deberíamos hablar de regular el sistema de royalties y patentes, porque en Africa no solamente se mueren de hambre sino también por no contar con medicamentos, vacunas y atención sanitaria”, completó. El gobierno argentino, junto a otros productores de materias primas alimentarias, viene resistiendo desde hace seis meses el intento francés y de otros países europeos por controlar los precios de esos productos, que componen la base de su oferta de exportaciones. Y sostiene que cuando los precios de los granos estaban por el piso, no había planes internacionales para ayudar a los productores.
“Tenemos que hablar de todos los aspectos, pero también del empleo. Nadie puede tener seguridad alimentaria y seguridad de vida si no tiene un trabajo que le proporcione lo necesario. Empleo que además tiene que ver con volver a un verdadero capitalismo. Los mercados financieros hoy están en los commodities si les convienen los commodities, mañana están en el petróleo si sube el petróleo y al día siguiente pueden dedicarse al mercado de caramelos si tienen la posibilidad de obtener un peso más sin trabajar, sin producir y sin invertir, simplemente especulando. Por eso nosotros estamos sugiriendo que el verdadero problema es la falta de regulación de los mercados financieros en el mundo”, explicó.
En la sala nadie se movía, el ministro francés miraba al vacío. “La preocupación debemos centrarla en el mercado financiero. Si quienes lideran el mundo, porque han querido liderarlo, no dan soluciones claras y concretas sobre el sistema de regulación financiera, si solamente siguen apuntando a controlar a ver en qué gasta cada país pero no controlan qué hace cada banco de inversión, cada calificadora, cada movimiento de Bolsa, las cosas no se van a solucionar”, denunció. “Cuando hablo de líderes mundiales no me incluyo. Soy Presidenta de un país importante en materia de producción agrícola, pero soy fanática de la real politic y sé dónde se toman las decisiones”, agregó.
“Si hacemos planes de ajuste, si la gente no puede gastar plata y está endeudada en más de un ciento por ciento de sus posibilidades, yo quiero que alguno me diga, desde Adam Smith, David Ricardo, Keynes o Marx, ¿cómo vamos a hacer para que vuelva a crecer la economía? El capitalismo supone que la gente consuma y que ustedes, los empresarios, produzcan y vendan cada vez más. Esto es lo que está fallando”, interpretó.
Para el final, Fernández de Kirchner habló desde su lugar de Presidenta reelecta con el 54 por ciento de los votos. “Están cayendo los liderazgos. Y si esto sigue, se van a empezar a cuestionar los fundamentos de la democracia, porque cuando la gente ve que la democracia no le da posibilidades de trabajo, de progreso, de tener una casa, salud, comienza a cuestionar los fundamentos del sistema político. Ustedes piensen no en términos de dos o tres años, piensen en términos de evolución histórica, qué ha pasado cada vez que el pueblo no ha podido comer, y lo digo acá en Francia, cuna de la revolución, cambian los sistemas. No estoy anunciando que cambie ningún sistema, por favor. Simplemente estoy viendo con perspectiva histórica y mirando con perspectiva de liderazgo histórico, y digo que es necesario hacer un cambio en serio.”
En ese punto, la Presidenta tomó aire y reparó en las expresiones de los empresarios de distintos países que seguían sus reflexiones: “Están todos mirándome como si fuera... Esta vehemencia es un poco la pasión y las ganas de solucionar los problemas. Eso sí, y con esto quiero terminar, muchas veces hay que afectar intereses. Esa es la gran definición. Es cierto que muchas veces para solucionar determinados problemas hay que afectar intereses que son muy poderosos, pero me atrevo a decir que es mejor enfrentar esos intereses minoritarios ahora, antes que enfrentar más adelante la furia de la sociedad. Se los digo con la experiencia de una Argentina que vivió un 2001 caótico, que prácticamente hizo colapsar nuestro sistema institucional y dividió a la sociedad”.
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