ECONOMíA › “CRECIMIENTO INCLUSIVO CON EMPLEO”, UNA NOVEDAD EN EL DOCUMENTO FINAL DE TOKIO

Hasta en el FMI otro modelo es posible

El planteo argentino, acompañado por Brasil y China, contra las políticas de ajuste, se vio reflejado en un documento final del FMI. Ocurrió en Tokio, este fin de semana.

La postura defendida por Argentina ante el FMI, en la reunión en Tokio de este fin de semana, logró incorporar en el documento final el planteo de objetivos prioritarios tales como “crecimiento inclusivo” y “creación de empleo”, que no suelen formar parte de este tipo de pronunciamientos. “Es un hecho novedoso”, comentó Adrián Cosentino, secretario de Finanzas y jefe de la delegación, sobre el comunicado final. Si bien no se aparta de la línea general de las políticas tradicionales del Fondo, explicó, “al menos acotó el margen para la utilización de las políticas de ajuste”.

En su presentación ante el Comité Monetario y Financiero, ámbito donde cada país puede hacer sus aportes a las conclusiones, Argentina abogó por políticas que privilegien el crecimiento con inclusión social y por una mayor autonomía de cada gobierno en el uso de herramientas de política económica. Esta postura, que ha sido reiterada en cada encuentro al menos desde hace siete años, fue acompañada esta vez con mayor firmeza por las delegaciones de Brasil y China, respaldo fundamental para que en definitiva fueran tomadas en cuenta. Ambas potencias emergentes reiteraron, además, la necesidad de otorgar un mayor poder de voto a los países periféricos en el organismo.

La redacción del comunicado, que de algún modo marca la hoja de ruta de las acciones del organismo, siempre termina resolviéndose en un juego de palabras que intenta consensuar las distintas posturas de los países miembro. Pero en esta ocasión, el documento reconoce explícitamente la gravedad de la crisis mundial, frente a la que plantea un ambiguo aliento a adoptar “medidas de implementación efectiva para reencauzar la economía mundial por la senda de un crecimiento sólido, sostenible y equilibrado”.

A los países desarrollados, el documento les señala que “deben implementar planes fiscales creíbles”, a través de medidas que incluyan “reformas estructurales que promuevan el crecimiento y el empleo a escala nacional”. Esta formulación, más allá de su amplitud, al menos pone en tela de juicio la validez de insistir en políticas de austeridad que hasta ahora han provocado que se prolongue la recesión en la mayor parte de Europa. A los emergentes se les apunta que “deben preservar o utilizar flexiblemente las políticas según resulte apropiado para responder a los shocks adversos y apoyar el crecimiento”.

Este grado de libertad a favor de los gobiernos de países en de-sarrollo, dejando un amplio margen de maniobra para la elaboración de políticas propias “según resulte apropiado”, se incorpora en un documento final del Comité por primera vez, constituyendo un logro de los países emergentes que, como Argentina, vienen planteando su rechazo a las recetas únicas. China, como Argentina, envió una delegación que no estuvo encabezada por su ministro de Economía, como señal de cuestionamiento a la visión sesgada que mantiene el organismo encabezado por Christine Lagarde. En esta oportunidad, tampoco hubo encuentros bilaterales de peso y se eludieron otros temas conflictivos, como los cuestionamientos cruzados entre Argentina y el FMI en relación con las estadísticas económicas en el primero. Sin demasiado brillo, la mayor novedad de la asamblea en Tokio fue la “apertura” ofrecida en el documento final.

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