Sábado, 23 de febrero de 2013 | Hoy
ECONOMíA › OPINION
Por Artemio López *
Tras los muy positivos acuerdos de precios de los años 1952 y 1973 realizados por el general Perón, tras separar a Roberto Lavagna del Ministerio de Economía que había fracasado en el control inflacionario, el acuerdo realizado por Néstor Kirchner en 2006 fue muy eficaz en reducir el IPC general y en especial alimentos y bebidas y canasta básica, y tiene datos complementarios notables que muestran la profundidad del éxito de aquel acuerdo de precios, el tercero realizado durante gobiernos peronistas. Veamos esto más de cerca con datos y no tanto opiniones, que son lo que sobran.
A lo largo de 2006, el IPC promedió un incremento mensual de 0,8 por ciento, 0,2 punto porcentual por debajo del promedio del año anterior. El IPC registró un aumento de 9,8 por ciento en todo 2006, 2,5 puntos menos que lo ocurrido durante idéntico período de 2005.
De esta manera se quebró la tendencia creciente observada durante los años 2004 y 2005, cuando el IPC exhibía año a año una duplicación de su tasa (3,7 por ciento en 2003, 6,1 en 2004 y 12,3 en 2005). El IPC Resto, una aproximación a la inflación subyacente, mostró una diferencia todavía mayor respecto de lo ocurrido en 2005, al caer 4 puntos porcentuales, de 14,2 a 10,2 por ciento.
Los resultados de 2006 confirmaban la contención de las expectativas de inflación lograda por el acuerdo de precios. El pronóstico inflacionario para 2006 había alcanzado el 12 por ciento (punta a punta) en 2005. La diferencia principal entre la evolución de los precios minoristas en 2006 y 2005 resultó muy influida por la amortiguación en la suba de los precios de los alimentos y bebidas.
En efecto, este rubro se incrementó en 2006 un 10,5 por ciento, un nivel muy inferior al observado en 2005 (15,7). Estos resultados contribuyeron a una suba de la Canasta Básica Alimentaria (CBA) de 4,9 por ciento, un tercio de la registrada en 2005 (15) y mucho menos que en el último trimestre de ese año, que proyectaba 24,7 por ciento anual y motivó el despido de Lavagna.
Durante 2006 continuó la recuperación del precio de los servicios privados respecto de los bie-nes. Los bienes crecieron 8,5 por ciento (11,4 en 2005) y los servicios, 12 por ciento (13,8 en 2005). Si no se incluyen los servicios públicos regulados, la diferencia entre bienes y servicios es aún mayor. Otros rubros que en el marco de los acuerdos exitosos de 2006 mostraron una desaceleración respecto de 2005 fueron Vivienda y Servicios Básicos, que creció un 10,8 por ciento (14,9 en 2005); Equipamiento y Mantenimiento del Hogar, que sumó un 8,4 (frente a 9,1 en 2005); Salud, que creció un 8 (contra un 11,3 en 2005); Transporte y Comunicaciones, que aumentó 6,1 (7,5 en 2005), y Otros Bienes y Servicios, que se incrementó en 5,4 (contra 7,1 en 2005).
La moderación en las expectativas se reflejaba además en la reducción en la inflación de costos. Durante 2006 los precios mayoristas del IPIM exhibieron una importante desaceleración, observando un incremento interanual de 7,1 por ciento, frente a un aumento en 2005 de 10,7 y un pico interanual en febrero de 2006 de 13,8.
Es importante recalcar que la menor inflación mayorista no se debió a una reducción exógena de los precios internacionales, sino a una dinámica de precios interna que reflejaba menores expectativas de inflación. En efecto, el índice de productos manufacturados nacionales exhibió en 2006 un aumento de 7,4 por ciento, un punto porcentual inferior al de 2005. Dentro de los manufacturados, el aumento de 5,6 en los alimentos y bebidas mayoristas fue casi la mitad del incremento ocurrido en 2005, que había exhibido un alza de 10,8.
Actividad
Las tasas de actividad en 2006 continuaron elevadas, mostrando un aumento que en el tercer trimestre de ese año registró un alza de 8,7 por ciento interanual y un 2,6 respecto del trimestre anterior. Además siguió mejorando el PBI per cápita, que desde inicios de 2006 se encontró en valores máximos, aproximadamente 7,5 por ciento sobre el pico de 1998.
Los datos de demanda agregada de 2006 mostraron una composición del crecimiento en el que volvió a ocupar un lugar preponderante el incremento en el ritmo de la inversión, que creció un 20,3 por ciento interanual y un pico del 24,1 anualizado en el tercer trimestre. Dentro de la inversión, tuvo un lugar destacado en el aporte al crecimiento el equipo durable, que se expandió al 22,4.
En cuanto a la evolución sectorial, se seguía observando una amplia difusión del crecimiento. A los sectores transables, especialmente la industria, se sumaban crecientemente los servicios, y también comenzó en la segunda mitad de 2006 la recuperación del crecimiento del sector agropecuario, y merced al logro de una nueva cosecha record, este sector superó incluso la performance exhibida durante 2005.
Empleo e Ingresos
En el marco de los acuerdos de precios de 2006, otros indicadores socioeconómicos significativos mejoraron notablemente. La tasa de desempleo abierto se redujo 0,9 punto y se situó en 9,8 por ciento para el total urbano. La subocupación cayó 1,9 punto en un año, denotando una mayor inserción de trabajadores subocupados en puestos de jornada completa. De esta manera, en 2006 unas 100 mil personas abandonaron su condición de desocupadas (un 6,2 por ciento del total) y consiguieron empleo, mientras que otras 270 mil dejaron de ser subocupadas, una reducción porcentual del 13,6.
La tasa de empleo se ubicó en el 41,6 por ciento, confirmando que el valor record del tercer trimestre no se debió a una observación aislada. Entre el tercer trimestre de 2006 y 2005 se crearon 325 mil puestos de trabajo en el total urbano, y si se consideran los empleos sin planes, la creación ascendía a 461 mil puestos, lo que indica que continuó la reducción de planes, gracias a que los beneficiarios seguían hallando oportunidades de trabajo. Si se considera la creación de empleos plenos (es decir, aquellos que incluyen la reducción de puestos subocupados) sin planes, la creación fue de 677 mil puestos, una tasa de crecimiento interanual de 5,8 por ciento.
La favorable evolución del empleo y de su calidad se vio complementada en 2006, en pleno acuerdo de precios, por mejoras en los salarios reales, tanto en el sector registrado (10 por ciento interanual) como especialmente entre los asalariados no registrados (12 por ciento).
Estas mejoras se debieron tanto a la mayor demanda de trabajo como a la activa política de ingresos implementada por el gobierno nacional en el marco de los acuerdos de precios. El salario mínimo creció sucesivamente a lo largo de 2006, pasando de 630 pesos en agosto a 800 en noviembre, un incremento del 27 por ciento. Los trabajadores de la Administración Pública Nacional recibieron un aumento nominal escalonado del 10 en junio y del 9 en agosto, muy por encima de la inflación de 2006. Finalmente, los jubilados y pensionados percibieron en junio de 2006 un aumento generalizado del 11 por ciento, y una suba del haber mínimo de 21, que lo situaba en 470 pesos al finalizar 2006.
Los progresos en el mercado de trabajo fueron en buena parte responsables de una mejora en la distribución personal del ingreso. En pleno acuerdo de precios exitoso, el coeficiente de Gini cayó 1,4 punto porcentual en 2006 respecto del año anterior y se ubicaba en 0,492, mientras que la brecha de ingresos, que refleja el cociente de los ingresos per cápita promedio entre el 10 por ciento de la población total (no perceptores) más rica y el 10 por ciento más pobre cayó interanualmente de 42 a 35 veces.
En definitiva, la baja en el nivel de precios de 2006, en especial de alimentos y bebidas y Canasta Básica en un contexto de fuerte crecimiento económico y mejoras en salarios, empleo y distribución, prueban una vez más la falacia neoliberal de insistir en el fracaso necesario de los acuerdos de precios realizados en el país.
* Director Consultora Equis.
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