Desde Roma

Algunos partidos llaman al renacimiento de Italia, otros piden a los electores un “voto útil”, es decir que evite la llegada al gobierno de Silvio Berlusconi, los más agresivos hablan de mandar a casa a toda la “casta”, la clase política que de una manera u otra ha (des)gobernado Italia en los últimos años. La batalla preelectoral italiana terminó ayer con actos en Roma, Nápoles, Bari y Florencia. Se vota mañana y el lunes para elegir el nuevo Parlamento y, en algunos casos, como en Roma, también para elegir las autoridades regionales.

Pero muchos tienen miedo y se preguntan qué va a pasar. El panorama, en efecto, no está claro. Ningún partido, aunque diga lo contrario, está seguro de poder ganar sin lugar a dudas. Y hasta entrada la noche del lunes, los desocupados, los empleados precarios, los jubilados, los enfermos, los estudiantes, las familias estarán con el corazón en la boca. Es que, gane quien gane, la situación es tan compleja –empeorada por las negativas perspectivas pintadas por la Unión Europea que hablan de recesión hasta 2014–, tan embrujadamente complicada, que quien más, quien menos duda de que los candidatos en carrera, e incluso de que una coalición de partidos, sean capaces de resolverla. Y entonces empieza a funcionar la fe, no la fe religiosa –que de paso se ha visto bastante vapuleada con la renuncia al papado de Benedicto XVI–, sino la fe en los antecedentes de los candidatos, en su forma de ser o de actuar, en lo que dicen, en lo que prometen. Porque, ¿acaso basta pertenecer a un partido para ser el candidato perfecto? Los italianos saben que no, porque corruptos y mentirosos, lamentablemente, ha habido en todos los casos.

Pero claro, en algunos definitivamente mucho más que en otros... Y el Pueblo de la Libertad, de Berlusconi, se lleva los laureles.

Mientras Pierluigi Bersani, líder del Partido Democrático (PD) y de la coalición de centroizquierda, cerraba la campaña en un teatro de Roma; Izquierda, Ecología y Libertad (SEL), de Nichi Vendola, su principal aliado, lo hacía en la ciudad de Bari. Bersani había hecho manifestaciones multitudinarias en Milán y Nápoles esta semana. “El de estos días es un voto histórico. Se decide todo en estas horas y no-

sotros tenemos que lograrlo, no sólo para gobernar bien sino para estar en condiciones de cambiar las cosas”, dijo Bersani. Y más adelante agregó: “No me las agarro con quien va a escuchar a Beppe Grillo. Me las agarro con él porque creo que, si seguimos sus consejos, terminaríamos peor que Grecia”. Según Bersani, por fortuna “en Italia el pueblo se ha despertado”. Al cierre de la campaña del centroizquierda asistió también el director cinematográfico Nanni Moretti (algunas de sus películas como Habemus Papam y El caimán, sobre Berlusconi, pasarán a la historia), para quien “el lunes festejaremos la liberación de 60 millones de personas que eran rehenes de una sola”.

Acosado al parecer por una conjuntivitis que no le dio paz en los últimos días, Berlusconi desertó al cierre de campaña que debía hacer en Nápoles y mandó sólo un mensaje de video en el que criticó a sus adversarios del centroizquierda, acusándolos, como hace siempre, de comunistas. “La ideología comunista ha sido la más criminal de la historia de la humanidad”, dijo. Pero también calificó al cómico Beppe Grillo como un “bufón”, porque indirectamente llevará al centroizquierda al gobierno. Berlusconi reiteró su promesa y dio la “garantía” de devolver a los ciudadanos el importe del IMU, un impuesto inmobiliario creado durante el gobierno de Mario Monti. Ha mandado miles de cartas a los electores con esta promesa y por eso está siendo investigado por la Justicia de Roma.

Grillo, que sabe que su partido ha crecido increíblemente en los últimos meses, dio cita a sus seguidores en la Plaza de San Juan de Roma, lugar tradicional de los actos de la izquierda y de las manifestaciones del 1º de Mayo. Hizo llegar unos 200 micros con gente de todo el país para la más grande manifestación callejera del Movimiento Cinco estrellas (M5S), con grupos musicales y personajes de su partido, que ya ocupan cargos como alcaldes o consejeros municipales. Entre 80 y 100 mil personas ocuparon la plaza, según la prensa. Fue el final del llamado “Tsunami Tour” que Grillo, gritando a lo desaforado según su estilo, hizo por todo el país. En Roma no fue tierno con nadie. “Que se vayan, que se vayan todos a casa”, repitió hasta el cansancio. “Los grandes sindicatos, los sindicalistas, también son responsables de los problemas del país, como los partidos políticos”, añadió. Grillo había prohibido la entrada a su acto a los periodistas italianos, porque los considera vendidos a los partidos. En cambio dio declaraciones y entrevistas a los extranjeros. Y la cosa se hizo pesada hasta que intervino la policía y la prensa italiana pudo tener acceso detrás del escenario, donde se realizaban las entrevistas.

El acompasado y tranquilo Mario Monti, por su parte, desde Florencia, donde cerró la campaña electoral de los partidos de centro, llamó a Italia a forjar su renacimiento. “El verdadero desafío es entre populistas y reformadores”, dijo. Y criticó sobre todo al “populismo destructivo” en obvia alusión a Grillo, que “quisiera aprovechar de la rabia legítima de los italianos para romper todo y cerrar nuestra gran nación a Europa y al mundo. Cinismo, resignación, populismo y demagogia son los verdaderos enemigos a combatir”, enfatizó, aludiendo también a Berlusconi.

Las urnas estarán abiertas el domingo de 8 a 22 y el lunes de 7 a 15. Los primeros exit polls –estimaciones realizadas a boca de urna– se podrán conocer durante la tarde del lunes, pero para los resultados definitivos habrá que esperar hasta altas horas de la noche de ese día.