En lo que va del año, la crisis internacional que atraviesa su sexto año consecutivo tuvo un impacto moderado en la Argentina. “Hubo una menor demanda del mundo pero, a diferencia de otros países, la absorción interna pudo sostener una trayectoria de crecimiento superior a la esperada por muchos analistas privados y los organismos internacionales”, afirmó ayer el Banco Central en su Informe Macroeconómico y de Política Monetaria. Según la entidad, la política del país en los últimos diez años modificaron la estructura y la dinámica económica, permitiendo que la actividad resista y crezca a pesar del contexto mundial. Esta transformación de la economía se basó en algunos ejes clave. El primero fue la recomposición del mercado laboral, reduciendo la tasa de desocupación en 14 puntos porcentuales con respecto al pico de desempleo de 2002. También el impulso de políticas activas de ingresos para sectores de menores recursos, lo que posibilitó avanzar en la distribución de la riqueza. El segundo fue el proceso de reindustrialización. El informe del Banco Central indicó que los alcances en materia laboral y de ingresos impulsaron la demanda interna, permitiendo la recuperación de la industria local. A su vez, hubo políticas para incentivar las tasas de inversión. En este punto fue relevante la reforma de la carta orgánica para reorientar el crédito hacia actividades productivas. El tercer eje fue el desendeudamiento. En moneda extranjera, el pasivo del Estado con el sector privado pasó del 75,4 al 9,6 por ciento del Producto entre 2003-2012.