Viernes, 15 de enero de 2016 | Hoy
ECONOMíA › OPINION
Por Axel Kicillof *
El gobierno de Mauricio Macri prepara un brutal ajuste y, para justificarlo, recurre insistentemente al argumento de “la pesada herencia” recibida del anterior gobierno. El ministro Prat-Gay recurrió al uso de argumentos técnicos para explicar el “descontrolado” déficit fiscal heredado, el “error” de no haberles pagado antes a los fondos buitre y la “mala negociación” con la que se cerró el Acuerdo con el Club de París. Permítanme hacer algunos comentarios sobre esta argumentación del ministro de Hacienda, en realidad una excusa para justificar el ajuste.
1. El invento de un “descontrolado déficit” fiscal. Prat-Gay sostuvo que el déficit del año 2015 es de 2,3 por ciento del PIB. Es verdad, si se aplica la metodología y los criterios que se aplican en todos los países del mundo y que recomienda el propio FMI, el déficit es ése. Pero resulta que durante toda la campaña, el macrismo y sus medios de comunicación agitaron que el déficit era de 7 por ciento del PBI. En su conferencia de prensa, el ministro de Hacienda empezó a hacer “contabilidad creativa”, inventando partidas, sumas y restas para llegar a ese 7 por ciento con el que mintieron durante meses. Para eso, violó todos los manuales metodológicos del mundo. Sumó a los gastos la “deuda flotante” de este año sin restar lo que se pagó por el mismo concepto. Un verdadero papelón metodológico. Luego restó de los ingresos las utilidades que, según la Carta Orgánica, el Banco Central le gira al Tesoro. Son cosas muy técnicas, pero básicamente truchas para construir su número de oro. Por último, sumó también al déficit “heredado”, las promesas de campaña de Macri: la reducción de retenciones, la reducción de Impuesto a las Ganancias a los altos ingresos y otras medidas que ya aplicó. Un mamarracho. Todo este trabalenguas de números sin sentido tiene un solo objetivo: justificar el ajuste del gasto que Macri pensaba hacer de cualquier modo.
2. El supuesto costo de no pagar a los buitres. A lo largo y a lo ancho del planeta, se sabe que los gobiernos neoliberales –del mismo signo que Macri– llevaron a Argentina en 2001 al default más grande de la historia. Y que Néstor y Cristina Kichner solucionaron el problema desendeudando al país como nunca antes. Se le pagó toda la deuda al FMI para que no condicionara la política económica y se negoció fuertemente con los acreedores, llegando a un acuerdo con el 93 por ciento. El escándalo jurídico y financiero del juez Griesa y la Justicia norteamericana es que le dio la razón a un 1 por ciento de los acreedores, los fondos buitre. Ese juicio “del siglo” terminó en julio de 2014. El gobierno de Cristina, simplemente, denunció este escándalo en lugar de arrodillarse ante los acreedores como pretende hacer Macri.
3. Otra falacia: el Club de París estuvo mal negociado. La deuda objeto de negociación con el Club de París que fue declarada en cesación de pagos en 2001 fue contraída por los sucesivos gobiernos desde el año 1956 y fue objeto de numerosas renegociaciones, en los años 1962, 1965, 1985 (denominada Ronda I), 1987 (Ronda II), 1989 (Ronda III), 1991 (Ronda IV) y 1992 (Ronda V). El acuerdo vino a regularizar obligaciones contraídas durante más de 20 años, y cuyos servicios dejaron de cumplirse en el año 2001. En los 60 años de historia del Club de París no existe la posibilidad de obtener una quita en el monto adeudado (incluyendo intereses contractuales, tanto regulares como punitorios) salvo para los países de bajo ingreso per cápita (menos de 755 dólares) y con niveles de endeudamiento insostenible. Argentina no cumple ninguna de las dos condiciones. De la misma forma, todas las negociaciones en sus 60 años de historia, exceptuando la que concluyó la Argentina, se realizan en el marco de un acuerdo previo con el FMI. Nunca antes se había acordado el pago en un plazo de 5 años extensibles a 7, sin contar con un programa del FMI como marco del acuerdo. Si la Argentina no hubiera alcanzado este favorable acuerdo, el pago debería haberse realizado al contado. Por eso, los especialistas y la prensa opositora se encargaron de decir que llegar a un acuerdo sin el FMI era imposible. Además, en el acuerdo alcanzado, se reduce el costo financiero ya que la última tasa de actualización promedio se ubicaba en torno del 6,8 por ciento, mientras que el acuerdo alcanzado implica un costo de la refinanciación entre el 3 y el 4,45 por ciento, dependiendo de la dinámica de los pagos.
* Diputado Nacional. Ex ministro de Economía.
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