ECONOMíA › UNA CONSULTORA DESHOJA LA MARGARITA DEL DOLAR
El Central no la tiene fácil
Por Julio Nudler
“Para los economistas, lo que no puede explicarse bien, ni siquiera después de que ocurrió, merece dejar de suceder”, ironiza el último informe de Finsoport. Ello a propósito de esa previsión generalizada, según la cual la actual “fantástica carrera” de la economía argentina se acerca a un amesetamiento. Incluso en el Gobierno lo creen. La consultora que comandan Jorge Todesca (ex número dos del equipo de Jorge Remes Lenicov) y Ricardo Kesselman (ex Socma) sostiene que lo más probable es que el dólar se mantenga ofrecido el resto del año y su nivel sea como el actual o algunos centavos menor. Estos economistas están convencidos de que Alfonso Prat Gay priorizará sumar credibilidad, consolidando la reputación del Banco Central mediante un estricto cumplimiento del programa monetario, antes que evitar cierta apreciación del peso si la compra de dólares en el mercado lo obligase a una emisión excesiva.
El objetivo supremo del Central es comenzar en enero de 2005 con el inflation targeting (metas de inflación), para lo cual necesita que todos crean que siempre dará en la diana y bailen bajo su batuta. Pero, por el momento, Finsoport entiende que “el BCRA todavía cuenta con margen para llevar a cabo una política monetaria acorde con el programa pautado y preservar, al mismo tiempo, el tipo de cambio nominal en su nivel presente. No puede descartarse, sin embargo, un escenario de apreciación”.
El programa establece que la base monetaria (pasivos monetarios del BCRA) no podrá superar en junio los $ 49.512 millones. Esto significa que, como máximo, la BM se podrá expandir $ 3250 millones sobre su nivel actual, equivalentes, al precio actual, a u$s 1140 millones. Pero en el segundo trimestre de 2003, el BCRA compró u$s 2180 millones. Si esta vez entre mayo y julio la liquidación de divisas es como mínimo semejante a la del año pasado, el tándem Prat Gay-Pedro Lacoste debería lanzar unos $ 6200 millones para absorber el excedente cambiario y evitar así una apreciación ulterior del peso. En ese caso, para esterilizar el exceso de emisión el organismo debería colocar Lebac (Letras del BC) por otros $ 2900 millones (25 por ciento del stock actual), de manera que la creación neta no desborde el tope del programa. No es un objetivo fácil, pero tampoco impensable.
Finsoport señala que, “para algunos, la apreciación cambiaria es virtualmente imparable”. No obstante, se sugiere también que el Tesoro podría usar parte de su actual excedente de caja para intervenir en el mercado cambiario en sostén del dólar, para luego guardar los verdes. De hecho, Hacienda lleva adquiridos más de u$s 150 millones en las últimas semanas a través del Banco Nación, bucando dar así de paso señales de compromiso gubernamental con la competitividad cambiaria. Mientras tanto, los acreedores internacionales abogan por una apreciación para reducir su pérdida en la restructuración, ya que un determinado superávit fiscal primario, obviamente en pesos (que es la moneda en que se recaudan los impuestos), equivaldría a más dólares, euros y yenes. Como al Gobierno le interesa lo contrario, tiene en el corto plazo un incentivo más para evitar que el dólar baje.
Al ser diversas las variables que afectan el comportamiento del tipo de cambio nominal, muchas de ellas de índole política, los pronósticos reflejan un alto grado de incertidumbre. Lo concreto es que el Central enfrenta crecientes dificultades para mantener la política monetaria que aplicó en los últimos doce meses, de tipo de cambio estable y competitivo, con expansión monetaria programada. “Ante una eventual disyuntiva –sentencian Todesca y Kesselman–, la elección del BCRA será, muy probablemente, cumplir con el programa monetario.”