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De Prat Gay a Redrado
Por Eduardo Luis Curia *
El recambio de Redrado por Prat Gay al frente del Banco Central proyecta un reto importante, el que debe, creemos, resolverse a través de una continuidad superadora. Desde una perspectiva general, la gestión de Prat Gay permitió apreciar la plausibilidad de una matriz macroeconómica que combinó el criterio de disciplina (“no dominancia”) fiscal –por fuera del BCRA– con una política monetaria, a cargo de la entidad, de expansividad sobria, incluyendo un cierto sostenimiento del tipo de cambio real competitivo en un momento en el que se carece aún de mercados de divisas “completos”. Todo, en concurrencia con una tasa de inflación aceptable.
Sin duda, esa positividad general se dio no sin grandes altibajos y notorias vacilaciones. Recuérdese el mal comienzo de la gestión de fines de 2002 y de inicios de 2003, de la mano del erróneo concepto en ese entonces del “exceso monetario” y de la flotación no intervenida, que condujo a una política monetaria restrictiva y a una lamentable pérdida parcial de paridad cambiaria que se hizo, a la postre, irreversible.
Por suerte, aparecieron rectificaciones que posibilitaron una visible mejora de la estrategia. De todos modos, la anterior conducción del Banco Central se refugió en el cuestionable (para la Argentina) discurso del inflation targeting (IT) convencional, concentrado “a secas” en la meta de inflación. Discurso que Prat Gay contrariaba en los hechos, ya que atendía “oblicuamente”, y en determinada dosis, al tipo de cambio. Pero, entonces, se generaba una ambigüedad que minaba la perspectiva hacia adelante tanto en términos de la estrategia cambiaria en el tiempo como en lo relativo a la conexividad de aquella con el enfoque antiinflacionario.
Lo importante, apuntando a la nueva gestión, es resolver esa ambigüedad en la dirección correcta. Lo que supone en el orden cambiario la adopción explícita de un target (meta) cambiario real bien competitivo sostenido en el tiempo, al que se afectan todos los instrumentos que sea menester (y no sólo las intervenciones del BCRA y del Tesoro), siendo esta política el eje del desarrollo. Ello, en combinación con una política de estabilidad de precios, en una cota sensata para una experiencia de desarrollo, que apela a un IT no convencional, en tanto añade las metas cambiaria y de actividad a la inflacionaria como componentes de la función de comportamiento del Banco Central (el IT “tridimensional”). Elemento que, a la par, debe empalmar con la preservación de la disciplina fiscal y de una política de ingresos activa.
El planteo de la aludida continuidad superadora, encarado de forma clara y firme, es crucial de cara al desarrollo con estabilidad de precios. Sin olvidar la celosa defensa de este enfoque que habrá que asumir en el seno de las próximas negociaciones externas.
* Economista, asesor del ministro de Planificación, Julio De Vido.