ECONOMíA › EVALUACION DEL IERAL, DE LA FUNDACION MEDITERRANEA
“Falta más inserción mundial”
La competitividad basada en un tipo de cambio relativamente alto y salarios “comprimidos” tiene sus riesgos, según acusa un flamante newsletter del Ieral, brazo académico de la Fundación Mediterránea. A pesar del 3 a 1, la Argentina tiene la misma participación en el comercio mundial que hace dos décadas y corre el serio riesgo de quedar tecnológicamente rezagada, entre otras razones, por el acotado uso de esos recursos: hoy existen muchos más celulares que en 1998, pero el tiempo de uso es menor que el de entonces.
Los técnicos del Ieral proponen, en principio, dos referencias básicas para evaluar la competitividad local: las exportaciones en relación con el resto del mundo y la llegada de inversiones extranjeras. La Argentina no demostró un buen desempeño en ninguno de estos dos parámetros. Aquí dos ejemplos citados en el estudio sobre la Competitividad Argentina, el primero de una proyectada serie cuatrimestral. Uno: las exportaciones argentinas hoy tienen el mismo peso relativo que en 1985, juzgadas como porción del comercio internacional, mientras que “Chile duplicó su participación respecto de la de hace 20 años” y Brasil tiene “una tendencia creciente desde 1999”. Dos: en los últimos cuatro años, el flujo de capitales hacia estas tierras cayó un 83 por ciento, mientras que la nación gobernada por Ricardo Lagos consiguió duplicarlo.
Otra forma de considerar el tema es desde la productividad laboral, parámetro que los industriales y el propio Gobierno pretenden usar como guía para las recomposiciones salariales. Desde 1997, la de Brasil creció un 47 por ciento mientras que la argentina sólo remontó un 17. Esto explicaría, desde la perspectiva de los economistas ligados con la Fundación Mediterránea, por qué en el país vecino “existe más margen para otorgar mejoras salariales”. La pérdida es aún mayor si se coteja con lo que ocurrió con Estados Unidos y México.
Las noticias tampoco serían muy auspiciosas si la mira se orienta hacia la cantidad y calidad de la inversión. La Argentina hoy importa menos bienes de capital que en 1998 y éstos se encarecieron un 15 por ciento más que el promedio de los restantes bienes. Para colmo de males, serían cada vez más atrasados tecnológicamente, ya que se reemplazó las procedencias europea y estadounidense por la del Mercosur, básicamente la brasileña. La razón es obvia: resulta más barato comprar una máquina a un proveedor de San Pablo que a un italiano, por citar un ejemplo caprichoso.
Pero el análisis del Instituto también apunta algunas presuntas ventajas relativas de la coyuntura económica actual. Una de ellas es que el tipo de cambio multilateral –aquel que vincula el peso con las otras monedas de los países con los que la Argentina comercia– contribuye a la competitividad, permitiéndole al país conservar una buena performance exportadora. La otra es que habría una disminución en el nivel de evasión, aunque básicamente porque la Aduana recauda más IVA sobre las crecientes importaciones, gravamen más difícil de evadir. Sin embargo, esta mejora “se ve opacada por la alta y persistente evasión en los impuestos de la seguridad social”, es la inquietante sentencia contenida en el documento mediterráneo.