El Gobierno tenía ayer un doble motivo para festejar los números de inflación. Según el Indec, el índice de precios al consumidor fue en mayo del 0,5 por ciento, algo menos de lo esperado por todos los analistas, y acumula así en los primeros cinco meses del año un 4,4 por ciento. A esta misma altura del año pasado, el IPC ya sumaba 5,2 por ciento. Más destacable aún, por segundo mes consecutivo cayó el valor de la canasta básica de alimentos (la cual mide la línea de indigencia): en mayo se redujo 1,5 por ciento, como consecuencia de la baja registrada en el precio de la carne. Así, durante los primeros cinco meses, la canasta se encareció apenas 1,6 por ciento. En mayo desentonaron la suba de la indumentaria, de las expensas y de las cuotas de los colegios privados.

Los acuerdos de precios firmados por el Gobierno en los últimos meses con distintos sectores de la economía son cuestionables en diversos aspectos. El más notorio es que no siguen ninguna regla clara y transparente para monitorear su cumplimiento, sino que dependen de los llamados telefónicos a empresarios del polémico secretario de Comercio, Guillermo Moreno, y del propio presidente Kirchner. Sin embargo, es evidente que, al menos en lo que va del año, lograron su objetivo. Primero, porque la tendencia inflacionaria es levemente descendente, cuando hacia fines de 2005 todos los analistas pronosticaban una inflación para este año superior al 15 por ciento. Hoy no es descabellado apostar a una inflación anual del orden del 11 por ciento, por debajo del 12,3 por ciento del 2005.

En segundo lugar, los acuerdos sirvieron para quebrar drásticamente la inercia inflacionaria de los alimentos. Dichos precios son los que más golpean en el bolsillo de los pobres y venían a un ritmo que superaba a la inflación general. En el primer semestre de 2005, el costo de la canasta de alimentos aumentó 5,6 por ciento. En el segundo semestre del año pasado se encareció 7,6 por ciento. Y, después de la suba de precios de la carne entre enero y marzo, la curva prometía ser todavía más empinada. Sin embargo, gracias a la caída en el valor de la canasta durante abril y mayo, los primeros cinco meses de 2006 cierran con un aumento de la canasta básica de alimentos de sólo 1,6 por ciento. En mayo, el valor de esa línea de indigencia se ubicaba para una familia tipo (matrimonio y dos hijos) en 391 pesos.

Entre los alimentos sobresale la baja de precios en las carnes, aunque con disparidades según los cortes: la falda se abarató casi 11 por ciento, el hueso con carne 8,3 por ciento y el asado 5,7 por ciento. Para el resto de los cortes la caídas son más módicas: carne picada (-3,2 por ciento), paleta (-3,6), bife angosto (-1,5), cuadril (-2,6) y nalga (-3,7). No obstante, en todos los casos, la disminución de precios en las carnicerías y supermercados fue sensiblemente inferior a la evidenciada en el mercado de Liniers.

El mes pasado también se abarató el filet de merluza (-2,9 por ciento), aunque todavía está casi un 10 por ciento más caro que a principios de año. En tanto, el pollo se mantuvo en los mismos valores, que son casi un 4 por ciento inferiores a los de diciembre. En contraposición, mayo volvió a ser un mes malo para comprar tomates, ya que aumentaron hasta 12 por ciento (perita), como consecuencia de factores climáticos.

Entre los rubros que tiraron para arriba el índice de inflación se destacan la ropa: en mayo se encareció 2,6 por ciento y acumula un aumento de 11,5 por ciento en lo que va del año, muy por encima del IPC general.

Después, una recuperación de los precios de los servicios. Las cuotas de los colegios privados impulsaron el alza del rubro “educación”, y los alquileres y fundamentalmente las expensas el rubro “vivienda”. En el caso de las expensas, aumentaron 4,6 por ciento, a causa de la mejora salarial acordada con los encargados de edificios.

Los números del Indec también muestran que la etapa en que se podía construir con precios estables ha quedado en el pasado. El índice de precios de la construcción continuó al alza en mayo (2,3 por ciento), con lo que acumula un 7,1 por ciento en el año y un 17,5 por ciento en los últimos doce meses.

En junio y julio del año pasado, los índices inflacionarios fueron de 0,9 y 1,0 por ciento, respectivamente, influenciados por los ajustes estacionales del turismo. Los precios del rubro “esparcimiento” (que incluye, turismo) en mayo, como era de esperar, retrocedieron. Y el Gobierno espera mantenerlos en caja durante las próximas semanas. El jueves está previsto el anuncio de un acuerdo con los empresarios del sector, para congelar tarifas de pasajes, alojamiento y restaurantes.