El proyecto de ley del Presupuesto 2007, la madre de todas las batallas parlamentarias, no llegó ni a ser una escaramuza en la comisión de la Cámara de Diputados. El oficialismo se limitó a presentar la propuesta del Ejecutivo, a la que le introdujo modificaciones menores de último momento, pero ni siquiera argumentó a favor de los cálculos oficiales de la evolución economía para el año próximo. El lavagnismo y el macrismo volvieron a embestir contra los “superpoderes”, el ARI arremetió contra “la continuidad de la teoría del derrame” que le asigna a la distribución presupuestaria, Claudio Lozano (CTA) ejemplificó con números que “más de la mitad del presupuesto está destinado a financiar al capital”, y la UCR planteó su “disidencia total”. Pero el oficialismo impuso un dictamen de mayoría que habilita su tratamiento en el recinto la semana próxima.

Para el kirchnerismo fue apenas un trámite que no tuvo oídos para los reproches opositores ni palabras de respuesta. La reunión de la Comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara baja comenzó con más de una hora de atraso. El tiempo que le llevó al oficialismo ajustar algunos retoques que incluyen mayores partidas para algunas universidades nacionales y hospitales como el Posadas y el Garrahan. Anunciados los cambios, el presidente de la comisión, el diputado Carlos Snopek, abrió el debate que tuvo como protagonistas a la oposición y sólo 4 de los 29 miembros del oficialismo.

El lavagnista y duhaldista residual, Jorge Sarghini, fue el primero en tomar la palabra. “Estaríamos dispuestos a acompañar el presupuesto y las prioridades económicas que fija el Gobierno si se eliminan los superpoderes que dispone el jefe de Gabinete para reasignar partidas presupuestarias”, dijo. Esteban Bullrich, del PRO, se pronunció en la misma dirección que el lavagnismo: la anulación de los superpoderes, y cuestionó la “subestimación de los recursos que recaudará el Gobierno” en 2007. Un tema que ejemplificó con los más de 10 mil millones de pesos que se recaudaron este año y que reasignó la Jefatura de Gabinete sin que su análisis previo pasara por el Congreso. La UCR decidió directamente no avalar ninguna de las proyecciones económicas del Gobierno. “Nuestra disidencia es total”, sentenció el radical jujeño Miguel Giubergia. El puntano Claudio Poggi empezó su arenga contra el régimen de coparticipación federal, pero interrumpió abruptamente su discurso “porque nadie me escucha”. Un reproche que involucró a oficialistas y opositores. El socialista Hermes Binner prefirió en cambio no abrir la boca y obvió dejar sentada su postura en la comisión.

Los cuestionamientos más duros llegaron desde el bloque del ARI y del referente de la CTA en la Cámara baja. El arista Adrián Pérez anticipó que su partido redactará un dictamen en minoría porque el presupuesto “es una continuidad de la metodología lavagnista y de los gobiernos anteriores” que “subestima el cálculo de los recursos” que luego “manejan a discreción” y que mantiene como “eje la teoría del derrame de los ’90” en el que el Estado recauda y “no contempla la redistribución de la riqueza”, remarcó Pérez.

Claudio Lozano (CTA) sacó sus propios cálculos y dijo que “más de la mitad del presupuesto se destina a financiar al capital”. El economista afirmó que “el incremento de subsidios, transferencias y desgravaciones al capital concentrado asciende a 37.841 millones de pesos mientras el gasto social total por habitante de la administración nacional para el 2007 es un 8 por ciento inferior al del año 1998”. “Una decisión oficial –siguió Lozano– tomada en un contexto en el que existen 13 millones de pobres y un 80 por ciento de los hogares por debajo de los 2200 pesos, imprescindibles para vivir en la Argentina”.

Sin intercambio de opiniones, la reunión se terminó cuando terminaron las exposiciones de los representantes de las bancadas opositoras. El oficialismo ya tenía listo un dictamen de mayoría, que llevaba la firma de todos los legisladores kirchneristas. Lo que lo habilita para su tratamiento en el recinto la semana próxima.