La deuda externa se redujo en 4466 millones de dólares durante 2006 y a finales de ese año se encontraba en 109.338 millones de dólares, según consta en la página de Internet del Ministerio de Economía. El descenso se produjo luego del pago al Fondo Monetario Internacional, por un total de 9530 millones. El informe oficial dio cuenta de un nuevo superávit anual de la cuenta corriente, de 8053 millones de dólares. Representa un 3,7 por ciento del Producto Bruto.

Los datos divulgados ayer por el Indec son otro signo de la robustez de la economía, en este caso ligados a las cuentas internacionales de la Argentina. Felisa Miceli resaltó estos resultados hace un par de semanas, como uno de los puntos fuertes de la política económica. En la mayoría de los rubros se evidencian saldos positivos para el país, con la excepción de uno que históricamente jugó en contra: la salida de capitales.

De acuerdo con el informe del instituto, el sector financiero registró una salida neta de 121 millones de dólares. Es un monto sensiblemente inferior a los que existían en años anteriores –de hecho, durante 2005, la fuga de capitales había trepado a 1434 millones de dólares–. Pero es un signo que ni siquiera se pudo revertir en medio del boom de los títulos públicos argentinos, que provocó un ingreso masivo de ahorros desde el extranjero.

La persistencia de los argentinos en ahorrar en dólares, euros o en alguna otra moneda dura, o hacerlo directamente en una cuenta de un banco del exterior aparece en otra parte del informe. Es cuando se informa la actitud del sector privado no financiero. Aunque se estima un ingreso neto de 4836 millones de dólares en inversiones extranjeras directas y otro tanto no especificado en préstamos comerciales, se terminó computando un saldo neto positivo inferior, de aproximadamente 2500 millones, por culpa de quienes sacaron sus fondos afuera. Las inversiones directas extranjeras mostraron una expansión de 276 millones respecto de 2005. La mayor parte consistió en la reinversión de utilidades de las empresas foráneas y en la disminución de los giros de las ganancias a las casas matrices.

Hubo dos elementos que jugaron a favor de la mejora en las cuentas públicas: el mayor intercambio comercial (las exportaciones crecieron 15 por ciento mientras que las importaciones, un 19,4 por ciento) y el fuerte descenso en los pagos de intereses de la deuda. Cabe recordar que el año anterior se habían abonado los servicios que se habían acumulado entre 2003 y principios de 2005, el momento en que finalizó el proceso de reestructuración de la deuda.

En este contexto, desde el Palacio de Hacienda destacaron que, a pesar de la notable expansión del Producto, del 8,5 por ciento, el superávit de la cuenta corriente creciera una décima en relación con el PIB, del 3,6 al 3,7 por ciento. Ya van 22 trimestres consecutivos de saldo azul.

Respecto de la deuda, sin bien el pago al Fondo había sido por 9530 millones de dólares, el impacto sobre la disminución de los pasivos totales fue menor a ese monto ya que durante el año hubo distintas emisiones de nuevos títulos, por un total de 3700 millones, en su mayoría como adjudicaciones directas a Venezuela. Durante 2006, los pagos totales a los organismos alcanzaron la friolera de 13.836 millones de dólares.

Dentro de la cuenta financiera también se destacó la acumulación de las reservas del Banco Central, que crecieron a un mayor ritmo después de la cancelación de la deuda con el FMI. A lo largo de 2006, las reservas se incrementaron en 3791 millones de dólares. Terminaron el año en 32.037 millones. Transcurrido casi un trimestre ya se encuentran en 36.280 millones de dólares. En la city descuentan que el Banco Central seguirá acumulando divisas. Los cálculos más optimistas mencionan un cierre de año en alrededor de 42.000 millones.