ECONOMíA
Aduanas que no ven
Por Claudio Scaletta
El balance del comercio exterior argentino durante el primer semestre del año mostró una potencial subfacturación de exportaciones de 1300 millones de dólares. En sólo dos meses, el valor no declarado creció un 30 por ciento en términos absolutos, acelerando la tendencia verificada en el primer cuatrimestre y que fuera adelantada por Página/12. A pesar del rol clave de las retenciones tras la devaluación y del tácito reconocimiento de la Aduana sobre la existencia del delito, todavía no existen empresas intimadas o demandadas ante la Justicia. En tanto, las retenciones perdidas en los primeros seis meses del año alcanzarían los 500 millones de pesos, el equivalente de 25 planes de financiación a pymes como el que acaba de anunciar el Ministerio de Economía.
La subfacturación reconocida por la AFIP no surgió de los controles de la Aduana o la DGI sino de investigaciones macroeconómicas privadas. Concretamente, de la notable diferencia detectada entre los precios declarados por los exportadores, que surgen de los datos difundidos por el Indec, y los precios internacionales de esos mismos productos. El hallazgo fue accidental, pues la pregunta inicial que condujo a los investigadores fue por la falta de crecimiento de las exportaciones argentinas.
Resultaba extraño que la mejora en el tipo de cambio y el consecuente aumento de los volúmenes exportados no se tradujera en los valores de las exportaciones. La primera explicación fue la baja de los precios internacionales. Pero de la revisión de estos precios surgió una realidad diferente.
El economista del Instituto de Estudios Fiscales y Económicos Guillermo Bellingi demostró que en la primera mitad del año los valores declarados que emergen de los datos del Indec no coincidían con los precios internacionales. Y no sólo no coincidían sino que eran sensiblemente menores en todos los rubros. Las diferencias fueron del 5 por ciento en Productos Primarios, del 18 por ciento en las Manufacturas de Origen Agropecuario, del 10 por ciento en las Manufacturas de Origen industrial y del 8 por ciento en los Combustibles. En términos de valores que no habrían sido declarados, estas disparidades significaron 250 millones de dólares en PP, 163 en MOAs, 460 en MOIs y 420 en Combustibles, siempre en millones de dólares.
Cuando se analiza por qué estas disparidades no fueron detectadas por los organismos de control se descubre un estado bobo. Aunque ya pasaron siete meses desde la implantación de las retenciones, la Aduana no consiguió todavía adaptarse al cambio de dirección de los flujos comerciales. Durante la convertibilidad, el principal control era sobre los precios de las importaciones. En las exportaciones, el incentivo era a sobrefacturar para aprovechar los reintegros, antes que a subfacturar. El énfasis de la Aduana, entonces, estaba en el techo del precio y no en el piso.
Actualmente, la DGA volvió a construir precios de referencia, pero lo hace sobre los valores declarados por los exportadores cuando son aleatoriamente controlados por el Sistema María. Además, cuando se detecta un precio inferior al piso establecido por la DGA (ya subvaluado) y se da la correspondiente alarma a la oficina regional de valoración, la exportación ya fue realizada. El “control” continúa con un informe elaborado por la oficina que luego es comunicado al exportador para que presente su descargo. Cuando llega el momento, el exportador o su representante se presenta y ensaya algunas respuesta clásicas: “Tenía sobrestock”, “mi producto es perecedero”, “estoy buscando conquistar mercados”. Cumplida la formalidad, el trámite se da por finalizado.
Entre las operaciones que permiten declarar precios de exportación menores se cuentan las realizadas entre subsidiarias de una misma firma, muy común en el caso de las cerealeras. El mecanismo permite vender formalmente a un precio menor, pues excluye teóricamente la porcióncorrespondiente a la ganancia. Un caso más flagrante lo constituyen las ventas en consignación que practican las petroleras, ya que la mercancías salen directamente sin precio. Y en ambos casos, Productos Primarios y Combustibles, existe una fuerte concentración de las firmas exportadoras, no se trata de productos perecederos y los precios internacionales son fácilmente accesibles.