ECONOMíA › LA ABUELA SIGUE AL PRECANDIDATO DESDE SU CHOZA

Fan de su nieto Obama en Kenia

A pesar de la permanente afluencia de visitantes, Sara Obama sabe mantenerse en calma: erguida y pausada, la anciana de 85 años ataviada con un vestido florido se sienta a conversar en un sofá de su humilde casa en Kogelo, una pequeña villa en el oeste de Kenia situada a más de 70 kilómetros de la ciudad más cercana, Kisumu. Sara sigue administrando su granja prácticamente sola. Cada mañana alimenta los pollos y cuida la huerta. Un joven del pueblo la asiste en el trabajo más duro y le lleva agua de un pozo. El contraste con la vida de su famoso nieto, el senador y precandidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos, Barack Obama, no podría ser mayor.

En el avión de campaña, Obama le dijo a su equipo: “Si le podemos decir al pueblo que tenemos un presidente en la Casa Blanca que tiene a una abuela todavía viviendo en una choza en las orillas del lago Victoria y tiene una hermana que es medio indonesia, casada con un chino canadiense, entonces tendrá un mejor sentido de lo que le sucede en sus vidas y en su país”. Y tendría razón. La abuela observa llena de orgullo las fotos familiares que decoran las paredes de su hogar. En una de las imágenes se ve a un joven cargando una mochila y acompañado por una Sara varios años menor. “Fue en 1987, cinco años después de la muerte de su padre, cuando Barack volvió por primera vez a Africa”, relata. El estadounidense sólo estuvo un día en el lugar, en un viaje de reencuentro con sus raíces africanas. Su libro sobre esa experiencia, Dreams from My Father (“Sueños de mi padre”), es todo un best-seller en Kenia.

Sara, que sólo habla su lengua tribal, Luo, y algo de swahili, sólo puede comunicarse con su célebre nieto con la ayuda de parientes. “Pero Barack sabe un poco de Luo”, dice risueña. “Jamás pude imaginar que alguien de nuestra familia llegaría alguna vez a tanto”, agrega la anciana, para la que aún resulta difícil creer que aquel joven a quien alguna vez ayudó a llevar maíz hasta el mercado del pueblo tenga ahora posibilidades de convertirse en el primer presidente negro de Estados Unidos. “Aunque también hay tantas cosas malas y peligrosas para un cargo como ése”, se queja, por una vez, con el tono propio de una abuela preocupada.

“Barack tiene un trasfondo muy diferente del que tienen el resto de los aspirantes”, opina Sara. “Creo que para el tercer mundo sería bueno que alguien como él ocupara la presidencia de EE.UU.” Una Casa Blanca liderada por un hombre con raíces en Kogelo, donde su padre alguna vez pastó cabras, suena a cuento de hadas de inmigración, y muchas personas en el pueblo albergan deseos, expectativas y esperanzas de que el más famoso de los Obama pueda hacer alguna vez algo por la cuna de su familia.

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