Sábado, 9 de abril de 2011 | Hoy
La concepción ligada al pensamiento dominante de que la inversión extranjera es un motor del desarrollo en los países periféricos fue ampliamente cuestionada ayer durante el seminario. Para Agustín Crivelli, investigador del Cemop, las empresas extranjeras “estimulan la exportación de ahorro interno al girar las utilidades y empeoran la balanza de pagos”. El abogado Eduardo Barcesat propuso que no se considere como una inversión la apropiación de recursos no renovables por parte de las empresas foráneas. “En los países centrales están adoptando una legislación similar. Ellos en su territorio son cuidadosos, pero no lo son cuando desembarcan en los países periféricos”, señaló. Hubo coincidencia en la necesidad de una nueva ley de inversiones extranjeras que reemplace a la actual, que fue sancionada por Martínez de Hoz en 1976.
Barcesat también analizó que el pesado canon que las filiales de las empresas transnacionales giran a sus casas matrices por el uso de patentes, “en realidad son utilidades disfrazadas que no pagan los impuestos correspondientes”. “Necesitamos salir del Ciadi y crear un organismo basado en la Unasur y en el derecho internacional”, agregó. En tanto, el economista de Flacso Enrique Arceo encuadró los tratados de inversión dentro del proyecto neoliberal que atenta contra las políticas de desarrollo en los países periféricos. Hugo Ruiz Díaz, asesor del gobierno de Paraguay, bregó por impulsar la integración entre los países de la región “pero sin repetir los vicios del sistema internacional, hay que erradicar las asimetrías y las economías de enclave”.
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