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Los bonaerenses que consumen gas licuado deberían pagar desde el lunes sus garrafas un 40 por ciento más caras, de acuerdo a la tarifa comunicada por las fraccionadoras que abastecen la provincia. Casi al mismo tiempo, las productoras gasíferas advirtieron por escrito a las distribuidoras que desde el 1º de mayo aspiran a cobrar su combustible al dólar libre, lo que, traducido, significaría un incremento superior al 100 por ciento. El tema es más preocupante aún si se considera que cualquier incremento en este combustible tiene como correlato una electricidad más cara.
Son dos presiones adicionales a las que ya existen sobre el conjunto de las tarifas públicas y los combustibles en general. Tanto el precio de la electricidad como del gas están por subir a raíz de los ajustes estacionales periódicos, que a en mayo sumará la que corresponde a ese mes, más la que no se aplicó en febrero pasado.
Las productoras de gas natural enviaron una nota a las distribuidoras advirtiendo que desde el primer día del mes próximo el gas costará 1,45 dólares el millón de BTU o su equivalente en pesos según la cotización en el mercado libre de cambios. A sabiendas de que es inviable una suba de precios casi tan grande como la revaluación del dólar frente al peso desde la salida de la Convertibilidad, las mismas empresas (Repsol YPF, Total, Pan American y Pérez Companc) aclararon que están dispuestas a abrir una instancia de negociación para acordar un nuevo valor, que, de cualquier modo, estará muy por encima del actual.
En Buenos Aires, en tanto, el gas licuado de petróleo subirá de un golpe 40 por ciento, con lo cual una garrafa de 20 kilogramos pasará a costar 14 pesos desde el lunes. El mayor impacto de este incremento será sobre los sectores pobres, que son los que normalmente consumen este combustible, por falta de acceso al gas natural, algo más barato.
El gas más caro significa también electricidad más cara, ya que es un insumo crítico en la generación de luz. Por esta razón, esos aumentos serán puestos sobre la mesa de debate en la comisión que tendría por misión readecuar los contratos de las empresas privatizadas para atenuar el impacto que la devaluación tuvo sobre sus negocios.
En este grupo de trabajo, las gasíferas y eléctricas intentaron detallar el perjuicio que les habría ocasionado la depreciación del peso: pagar más caros sus insumos dolarizados, mayor esfuerzo para enfrentar sus deudas externas en dólares y, por lo tanto, imperiosa necesidad de encarecer el servicio.