ECONOMíA › PDVSA-ENARSA Y SHELL, DOS CARAS DEL BOICOT
Dos mundos a sólo dos cuadras
El boicot impulsado contra Shell desde el oficialismo ya se hizo oír en las estaciones de servicio, que alertan sobre una creciente migración de los clientes hacia otras marcas. Tal es la postal que se observa en la Avenida del Libertador, donde la desolación de una sucursal de la petrolera angloholandesa contrasta con la notoria circulación de autos registrada a sólo dos cuadras, en la estación que la venezolana Pdvsa. Algo que para los empleados escapa de toda intención por parte de los consumidores de apoyar la iniciativa política del Gobierno y responde sobre todo a un interés por cuidar el bolsillo.
Son las 15.30. En la esquina de Libertador y Arias, que Pdvsa eligió para inaugurar la primera estación de servicio en propiedad compartida con Enarsa, el clima dista de los pronósticos. Los surtidores cargados con el preciado elixir, una vez más transformado en fuente de conflicto, esperan a los esquivos consumidores. “Este horario es muy tranquilo. Todo lo contrario de lo que pasó en los últimos días”, aclara inmediatamente un empleado mientras otro agrega: “El sábado fue increíble. Había cola de autos y no podíamos detenernos ni a mirar la hora”. Todos coinciden en que, a partir de la convocatoria promovida por Néstor Kirchner frente al aumento dispuesto por Shell y Esso, la demanda ha crecido notablemente. Según dejaron trascender, se venden alrededor de 4500 litros de combustible más por día. La misma situación es registrada en la otra sucursal que la petrolera estatal de Venezuela tiene en Don Torcuato.
Ambas estaciones fueron inauguradas en febrero, como parte de un proyecto que promete integrar la exploración, explotación y transporte de hidrocarburos y combustibles. Sin embargo, la ambiciosa iniciativa sufrió el primer traspié con la decisión de Shell de quedarse en el país. La medida frustró las intenciones de Pdvsa que pretendía quedarse con las instalaciones de la saliente petrolera, hecho que alentó la interpretación del boicot como una posible advertencia del Gobierno hacia Shell por haber impedido la transacción. Sin embargo, la opinión de los clientes y empleados de la sucursal escapa de toda intencionalidad política. “Yo cargo acá porque es más barato. Lo que pasó es una barbaridad”, comenta Juan. Otro cliente se suma: “A uno lo obligan a probar. No te queda otra”.
En contraste con lo que ocurre en la sucursal de Pdvsa, a sólo dos cuadras el escenario es de pura desolación. “Los autos pasan pero no entran.” Un empleado ilustra la situación que la sucursal de Shell ubicada en Libertador y Comodoro Rivadavia atraviesa desde el jueves. Según dieron a conocer, las ventas habrían caído alrededor de un 60 por ciento. Los escasos conductores que pasan se resisten a opinar al respecto, pero un vecino logra sintetizar el conflicto, que amenaza con extenderse más allá de la competencia protagonizada a metros de la General Paz: “La marca ya no importa. Si esto sigue así, voy a sacar la bicicleta”.
Informe: Carolina Keve.