Mientras Repsol, a semejanza de otras petroleras trasnacionalizadas reorientan la mira hacia destinos ajenos a esta región, otras empresas españolas como Telefónica y el Banco Bilbao Vizcaya Argentaria consideran un acierto seguir apostando a Latinoamérica. La compañía de telecomunicaciones anunció su intención de continuar comprando o aumentando su participación en sociedades sudamericanas mientras que los economistas de la entidad financiera descartan de cuajo que la agitación de los mercados o los procesos eleccionarios en danza puedan alterar la bonanza macroeconómica.

La buena performance de Telefónica y las perspectivas de mejorarla fue detallada ayer por el presidente de la compañía, César Alierta, quien pronosticó una suba de ingresos totales de entre el 10 y el 14 por ciento por año de aquí a 2009. En gran medida, los negocios de la empresa ibérica se expandirán con nuevos activos latinoamericanos, como un aumento de la participación en la empresa de telefonía móvil brasileña Vivo o concretando la anunciada compra de Colombia Telecom.

“En Sudamérica no hay mejor opción que Telefónica”, sentenció el ejecutivo para el que la región es, evidentemente, un buen lugar para apostar. En los últimos dos años, Telefónica compró los activos latinoamericanos de Bellsouth y Cesky Telecom, amén de anunciar la adquisición de aquella empresa colombiana.

Una visión similar manifestó ayer Davir Taguas Coejo, director de estudios del BBVA, para quien “el período actual es de los más prolongados de crecimiento del producto interior bruto desde los años 80” en América latina, en parte porque la alta demanda de materias primas genera un “efecto riqueza” en los países productores de éstas –entre ellos los latinoamericanos–, situación que no cambiaría en el corto plazo.

“Las fuertes entradas de capital han reducido a mínimos históricos el riesgo de los países latinoamericanos y las recientes turbulencias no deben afectar demasiado”, añadió el analista, descartando también las perspectivas de que las elecciones presidenciales también puedan perjudicar el buen clima de negocios que existe en toda la región, sostenido por decisiones “macroeconómicas correctas”.