Martes, 4 de marzo de 2008 | Hoy
EL MUNDO › A SEIS DíAS DE LA ELECCIóN, EL CANDIDATO SOCIALISTA Y JEFE DE GOBIERNO VENCIó EN EL DEBATE
A diferencia del aspirante del conservador PP, el líder del PSOE se explayó sobre el futuro programa. Además, fue más duro con sus respuestas que en el duelo anterior. Rajoy reprodujo sus ataques de la semana pasada.
Por Oscar Guisoni
desde Madrid
Las espadas habían quedado en alto. Los ánimos estaban caldeados. La polarizada campaña electoral española vivió anoche uno de sus puntos más álgidos con la celebración del segundo debate entre José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy. Frente a las pantallas, según cálculos de las televisoras que lo emitieron, se encontraba el 70 por ciento de los ciudadanos que concurrirán a las urnas el próximo domingo. De acuerdo con el sondeo realizado al finalizar el evento por el canal Cuatro, el 50,8 por ciento dio por ganador a Zapatero, mientras sólo el 29 por ciento considera vencedor al candidato del Partido Popular (PP). La encuesta de la cadena Sexta es similar: 49,6 por ciento cree que ganó el actual jefe de Gobierno, sólo el 29,8 que venció Rajoy.
Luego de esperar toda la tarde a que el Tribunal Supremo de Justicia resolviera si el debate podía realizarse o no, después de que Izquierda Unida y el Partido Nacionalista Vasco presentaran un recurso judicial para impedirlo alegando que se estaba rompiendo la paridad en el trato mediático que exige la ley electoral –que fue finalmente desestimado–, el encuentro comenzó a las 22.03, como estaba previsto. Durante todo el desarrollo de la primera parte, en la que se habló de economía, política social, relaciones exteriores y lucha antiterrorista, los dos candidatos volvieron a ocupar roles similares a los del pasado lunes. Con la diferencia de que anoche Zapatero fue el que más énfasis puso en hablar de sus propuestas, antes que entrar en el juego de las descalificaciones que impregnaron el debate anterior, mientras que Mariano Rajoy decidió jugar duro desde el comienzo, priorizando los ataques a su rival socialista antes que la presentación de su proyecto de gobierno.
El líder del PP volvió a sacar el puñal de la inmigración en el apartado de las políticas sociales, reclamando “orden y control”. El primer ministro español no aludió el tema, como trató de hacer la pasada semana, sino que defendió su política de integración y restó credibilidad al PP, que hizo “cinco regularizaciones” durante su gobierno y ni siquiera, a su juicio, “se preocupó de pedir los antecedentes penales de los que regularizaban”. El punto más álgido del enfrentamiento se alcanzó cuando Zapatero propuso que, gane quien gane las elecciones, el PSOE apoyará la política antiterrorista del gobierno sin condiciones. Mientras que Rajoy afirmó que sólo apoyará una política de derrota a ETA y volvió a recriminar a los socialistas la fallida negociación con el grupo separatista vasco. Harto, Zapatero le pidió que dejara de usar la política antiterrorista para ganar votos. “Ustedes usaron la lucha contra ETA hasta como excusa para invadir Irak”, disparó. “Usted retiró las tropas sólo para quedar bien”, fue la respuesta del candidato conservador. “¿Llama ‘quedar bien’ a cumplir una promesa electoral? Eso dice mucho sobre su concepto de la democracia”, remató Zapatero, mucho más duro en las réplicas de lo que estuvo en la primera contienda.
En la segunda parte se comenzó hablando de política regional. Rajoy sacó una vez más el reproche del PP al gobierno socialista por haber modificado los estatutos ampliando el federalismo y acusó a Zapatero de no tener un “proyecto de país”. Zapatero lo acusó de poner una parte de España contra la otra, llegando a boicotear a Cataluña durante los últimos cuatro años. La tensión se volvió tan fuerte que durante el último tramo, dedicado a que los candidatos hablaran de los retos del futuro, ambos se enredaron en criticar antiguas medidas tomadas por sus respectivos gobiernos.
Durante la última intervención, Zapatero se despidió haciendo una apelación al futuro por encima de las divisiones y el pesimismo que adjudica al PP y volvió a repetir su ya famoso “Buenas noches y buena suerte”, en solapada alusión al film de George Clooney que algunos quisieron interpretar como un mensaje acerca del “macartismo” del PP. Rajoy, por su parte, prefirió cerrar su intervención con el cuchillo en la mano, en un claro gesto de que está dispuesto a morir peleando y volvió a sacar como ejemplo a la famosa “niña” a la que él imagina viviendo en un país mejor. “En esa niña sigo pensando”, afirmó reforzando lo que sus propios asesores habían reconocido como una pésima idea después de las burlas que despertó su discurso la pasada semana.
Después del primer debate, Zapatero había podido alargar las distancias con Rajoy, según las encuestas, en al menos 2 puntos, ampliando a 4 o 5 por ciento su escueta ventaja. Habrá que ver cuántas voluntades le quedan aún al PSOE para arrastrar después de lo ocurrido anoche. El aumento del 40 por ciento en las solicitudes de voto por correo con respecto de las elecciones de 2004 hace prever que la participación será elevada. Según coincide la mayoría de los analistas políticos, cuando los votantes superan el 75 por ciento eso significa que el PSOE está logrando movilizar a su electorado más remiso, ya que 2 de cada 3 de esos nuevos electores se inclinan por los socialistas. Los últimos sondeos pronostican una participación entre el 77 y el 78 por ciento. El PP apostó durante toda la campaña a que estos electores se quedaran en casa, tal y como reconoció en una polémica entrevista al Financial Times su jefe de comunicación, Gabriel Elorriaga. El estratega del PP sostuvo y después desmintió, ante la periodista Leslie Crawford del prestigioso periódico británico, que la derecha estaba usando la inmigración y la crisis económica para tratar de sembrar dudas en esos electores que jamás los apoyarán a ellos, para que se queden en casa. Muchos de ellos estaban anoche frente al televisor. El domingo se verá de qué modo deciden votar. Si es que lo hacen.
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