Después de más de tres meses, Ecuador y Colombia restablecieron relaciones diplomáticas. El acercamiento por ahora será limitado. El gobierno de Rafael Correa sólo aceptó reanudar el vínculo a nivel de encargados de negocios. Sin embargo, desde Bogotá celebraron la noticia y aseguraron que es un primer paso para recuperar la confianza entre los dos gobiernos. El 3 de marzo pasado, dos días después de que las fuerzas colombianas invadieran el territorio ecuatoriano y bombardearan el campamento del ex número dos de las FARC Raúl Reyes, Quito rompió relaciones con su vecino y movilizó miles de tropas a la frontera. “Hicimos un gesto, pero las condiciones políticas no están dadas para volver a la normalidad”, advirtió una fuente del gobierno ecuatoriano, que pidió no revelar su nombre.

El anuncio llegó a la mañana desde Washington. Los colombianos y los ecuatorianos se enteraron de la decisión de sus gobiernos a través de un comunicado del Carter Center, la ONG creada por el ex presidente norteamericano y premio Nobel de la Paz Jimmy Carter, quien desde hace meses intenta mediar en el conflicto andino. “En el día de hoy (viernes) ambos presidentes confirmaron su disposición a dar ese paso de inmediato a través de sus respectivas cancillerías”, informó la organización. Horas después, la Cancillería colombiana confirmaba la noticia. A la tarde, la ministra de Relaciones Exteriores, María Isabel Salvador, hacía lo mismo.

“El presidente Correa ha dado la orden de proceder inmediatamente con esta medida”, dijo de forma muy sintética la canciller. Salvador esta vez no abundó en detalles ni contestó a las preguntas de los periodistas. Tampoco parecía muy contenta. En Bogotá, en cambio, su par Fernando Araújo se despachó en aclaraciones. “Desde el inicio de esta crisis, Colombia está dispuesta y disponible para reanudar las relaciones con Ecuador sin poner condiciones”, aseguró el ministro de Alvaro Uribe. Ese era el punto fundamental para el gobierno colombiano: poner fin a la crisis, sin aceptar ninguna de las demandas de Ecuador.

Pero a pesar del optimismo de los hombres de Uribe, en Quito el fin de la crisis todavía parece una posibilidad lejana. Primero, le dijo una fuente gubernamental a este diario, Bogotá tiene que responder a tres demandas:

- Resarcir a las víctimas del ataque contra el campamento de las FARC. Además del ex número dos y vocero Raúl Reyes murieron 24 personas, entre ellos cuatro estudiantes mexicanos. Esta semana, Uribe reiteró que su país no indemnizará a las familias de las víctimas, a los que considera miembros o aliados de la guerrilla.

- Suspender la publicación de documentos y cartas de las supuestas computadoras de Reyes que involucren al gobierno ecuatoriano. El presidente Correa ya rechazó esas denuncias y acusó a Uribe de manipular esa información para desestabilizarlo. El gobierno ecuatoriano ya no pide que Colombia se retracte, sino solamente que no continúe con las denuncias. Hace dos semanas, la Fiscalía Nacional colombiana amenazó con investigar a funcionarios y dirigentes ecuatorianos y el canciller Araújo incluso propuso empezar a tramitar las extradiciones.

- Crear un sistema de verificación internacional en la frontera entre los dos países. En las últimas dos semanas, funcionarios ecuatorianos presentaron una propuesta a Bogotá y a la OEA. La idea es recrear el Momep, la misión de observación militar que crearon los países garantes –Argentina, Chile Brasil y Estados Unidos– después de la guerra entre Perú y Ecuador en los noventa. Nuevamente, el gobierno ecuatoriano quiere una presencia de oficiales de “países amigos” (esta vez Estados Unidos quedaría afuera) que monitoree de forma permanente la frontera, al menos hasta que se restablezcan los mecanismos de cooperación con Colombia en temas de Defensa. Los funcionarios colombianos prometieron pensar la propuesta.

La respuesta la podrían dar en la reunión de vicecancilleres que organizó la OEA para el próximo martes en Washington. “La reanudación de relaciones diplomáticas facilitará las conversaciones y negociaciones actualmente en curso a nivel de los vicecancilleres, para reactivar y crear mecanismos de cooperación en materia de seguridad y el establecimiento de medidas de confianza mutua”, aseguró el secretario general José Miguel Insulza. De ahora en más, él será el mediador entre los dos países para alcanzar un consenso sobre las tres demandas de Ecuador.