Desde Washington

La poderosa elite de Wa-shington no es ajena a las maniobras de intriga y misterio. Sin embargo, ayer reinó la consternación cuando los medios descubrieron que habían sido derrotados por las dos personas más reconocibles de Estados Unidos, Hillary Clinton y Barack Obama. Ambos de-saparecieron para tener una charla secreta, su primera reunión privada desde que se convirtieron en candidatos a la presidencia.

El séquito de cámaras, bloggers y periodistas a la vieja usanza que viaja con Obama por todo el país supo que el candidato no estaba a bordo recién cuando el avión calentaba los motores para despegar. Cuando el Boeing 757 aterrizó en el aeropuerto internacional de Dulles, en Chicago, los frenéticos periodistas enloquecieron sus Blackberrys mandando alertas.

La intriga empezó mucho más temprano, a la tarde, cuando la senadora por California Dianne Feinstein, una antigua partidaria de Clinton, recibió una llamada de su amiga, que le pedía su casa para reunirse con Obama.

“Ellos sólo quieren una oportunidad para reunirse solos”, dijo, y reveló que la reunión empezó a eso de las 21. “Los recibí, los llevé al living, se sentaron en dos cómodas sillas, frente a frente, y me fui”, sostuvo.

No hubo acompañantes ni secretarios ni seguridad. Tan sólo una persona de cada equipo, pero se quedaron en el estudio. “Hablaron. Yo me fui arriba e hice mis cosas.” Pasó más de una hora. “Me llamaron cuando habían terminado. Bajé y dije: ‘Buenas noches. Espero que hayan tenido una buena reunión’. Reían. Eso fue todo.” Feinstein no dio ningún otro detalle sobre la charla, excepto que “les fue muy bien”.

El resultado de ese encuentro cara a cara puede ser crucial para Obama. Más allá de las especulaciones sobre su posible vicepresidencia, acrecentadas tras la renuncia a ese puesto por parte del ex senador John Edwars, Clinton cuenta con una posición determinante. Puede ayudar o dañar la candidatura de Obama. Después de ganar 18 millones de votos, emergió como una política mucho más poderosa. “Cuando empezó su campaña, todavía era la ex primera dama, la esposa del ex presidente”, comentó Michael Berman, un estratega demócrata. “Creo que ahora ella es La Clinton.” Pero lo primero que ella necesita hacer es asegurar su propio futuro. Para hacerlo, en los meses que vienen tiene que poner su corazón y su alma en la campaña de Obama. O ser condenada por desleal. No puede arriesgarse a que la culpen por otra derrota demócrata, especialmente si, como muchos creen, apuesta correr la carrera por la presidencia en 2012 si Obama pierde en noviembre, o en 2016 si gana.

“Ella es extraordinariamente importante para la campaña de Obama”, remarcó un promotor anónimo de Clinton. “Puede ayudarlo con las bases demócratas y dejar que él se enfoque en los votantes independientes.”

Pero nadie excepto los dos candidatos saben qué es lo que en realidad se habló en esa reunión. Se piensa que es poco probable que él le haya ofrecido acompañarlo en la fórmula. Hay un montón de otros roles importantes que Clinton podría jugar, en el Senado o en la administración de Obama. Incluso podría preferir un trabajo de por vida, como jueza liberal en la Corte Suprema.

Mientras los dos políticos discutían sus tácticas, los periodistas estaban siendo engañados. Los grupos de camarógrafos buscaron a Obama por toda la ciudad. A pesar de ser un hombre que promete devolverle a Washington un mínimo de honestidad, lo de ayer reveló que es un adepto a las artes de la decepción. Las cámaras esperaron horas frente a la casa de los Clinton. Cada tanto alguien aparecía por la puerta, generando un zumbido de especulaciones sobre que los dos rivales estaban a punto de hacer una declaración conjunta. Sólo cuando el avión aterrizó en Chicago, desde el equipo de Obama revelaron que el encuentro secreto ya se había realizado.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para PáginaI12.

Traducción: Martiniano Nemirovsci.