Lunes, 11 de agosto de 2008 | Hoy
EL MUNDO › EL PRESIDENTE BOLIVIANO LOGRó MUCHOS MáS VOTOS DE LOS QUE NECESITABA EN EL REFERéNDUM REVOCATORIO
Las encuestas de boca de urna coincidían en otorgarle entre el 62 y el 63 por ciento en todo el país. Perdieron dos prefectos opositores y uno oficialista. Pero en la Media Luna, los cinco opositores también salieron fortalecidos.
Por Diego González
Desde La Paz
La angustia, incertidumbre y parálisis política boliviana encontraron ayer un desahogo cuando el presidente Evo Morales y su vice, Alvaro García Linera, salieron claramente ratificados en el referéndum revocatorio con el 63 por ciento de los votos en el orden nacional, según los sondeos a boca de urna. Así, a dos años y medio de un mandato repleto de obstáculos y resistencias, el mandatario logró superar el ya histórico 53,7 obtenido en 2005 lo que, de cara al futuro, le permite retomar la iniciativa política. Cinco horas después de concluidos los comicios, desde el balcón presidencial del Palacio El Quemado, Morales festejó el triunfo y, en abierto contraste con el belicoso discurso del mandamás cruceño Rubén Costas, convocó a los prefectos (gobernadores) al diálogo en un marco de profundización del modelo nacionalizador: “Estamos convencidos de que es importante unir a los bolivianos. Esto fue para unir a oriente y occidente y eso se hará juntando a la Nueva Constitución Política del Estado con los Estatutos Autonómicos”, aseguró.
Pero esa no fue la única novedad de la jornada de ayer. El escenario de los ocho prefectos que sometieron también sus mandatos a la voluntad popular se mantuvo estable. Al cierre de esta edición y con un margen de error de 2 por ciento, sólo los opositores de Cochabamba, Manfred Reyes Villa, con el 60 por ciento en contra, y de La Paz, José Luis “Papelucho” Paredes, con el 57 por ciento, fueron revocados. La misma suerte corrió el masista orureño, Alberto Luis Aguilar, con el 52 por ciento por el no. Según la Constitución, en dichos departamentos el Ejecutivo deberá poner un prefecto interino hasta que se realice una nueva elección en un plazo máximo de noventa días. Las encuestas auguran que en estas tres regiones un candidato masista se alzaría con la victoria.
Ante el nuevo escenario, el gobierno sostiene que con esta reconfiguración del mapa político en la que obtuvo un firme respaldo se redefine la correlación de fuerzas, mientras que la oposición insiste en que nada se resolvió con este panorama. Esta caracterización tiene su raíz en la ratificación obtenida por el bloque de cuatro gobernadores autonomistas: tanto el cruceño Costas (66 por ciento), como el pandino Leopoldo Fernández (61 por ciento), el beniano Ernesto Suárez (56 por ciento) y el tarijeño Mario Cossío (64 por ciento) fueron consolidados en sus cargos. Lo propio obtuvo el masista potosino Mario Virreira Iporre con el 76 por ciento de los votos por el sí.
La Paz y El Alto constituyen la principal retaguardia política del masismo. Es por eso que en El Alto, esa periferia obrera hija de las migraciones internas, que rodea desde el cielo a la olla paceña, Morales cerró el jueves su campaña con una movilización que superó los 300 mil manifestantes. Es también por eso que esta vez para los festejos se eligió la plaza Murillo, el equivalente a nuestra Plaza de Mayo. Al atardecer, columnas con wilpalas y banderas bolivianas se fueron acercando hasta estallar con la confirmación de los resultados. Desde allí Morales aseguró: “Es una obligación garantizar este proceso de cambio. Ahora que el pueblo boliviano expresó el cambio del modelo económico neoliberal quiero convocar a todos los prefectos a sumarse a la nacionalización de todos los recursos naturales”. Y agregó: “Este triunfo de la revolución democrático-cultural está dedicado a todos los revolucionarios de América y el mundo”.
De madrugada, con la certeza del triunfo, esta ciudad había amanecido en calma a pesar del clima general de incertidumbre. Sus casi un millón trescientos mil votantes habilitados (el total nacional son cuatro) tuvieron que trasladarse a pie a los centros de votación, ya que a lo largo de la jornada se paralizaron el transporte y el comercio.
En el corazón de El Alto, flanqueado por la imponente Cordillera Real, se erige humilde el Colegio de Tarapacá Untumes. Afuera, un mercado improvisado sobre calles de tierra ajada en el que las polleras se entremezclaban con los perros y los almuerzos a menos de tres pesos argentinos. Adentro, Francisca Sinca Suñaga lucía orgullosa su dedo meñique pintado de violeta como prueba irrebatible de su voto en apoyo “al cambio”. Con sus manos curtidas tejía una chompa naranja para su hija mayor. “Si hacen fraude, va a ser peor que octubre negro”, advirtió. La referencia era a aquel octubre de 2003 en el que esta ciudad se sublevó contra el régimen del ex mandatario Gonzalo Sánchez de Lozada. “Hay un complot contra el Evo. Ellos dicen: ‘Ejecuten al indio campesino’ y eso quiere decir que lo maten porque es el único que está con los pobres. Pero la gente se levantará si pasa esto. Habrá guerra civil”, ensayó, a modo de respuesta a las declaraciones del alcalde de Santa Cruz, Percy Fernández, quien en los días previos había pedido abiertamente a las Fuerzas Armadas que intervinieran para derrocar al gobierno.
–¿Estima que habrá efectivamente enfrentamientos? –preguntó este diario.
–A Dios pedimos que esto no pase, que Dios nos escuche por amor a los pobres. Pero si ellos no largan la mamadera... –contestó insinuante.
En el colegio 1º de Mayo, también en El Alto, Elisa Condori orientaba sus críticas a los gobernadores: “Será un día de cambios. Los prefectos se tienen que ir porque sólo tienen apetitos personales. Tienen que dejar la mamadera para que llegue a la gente”, decía. En referencia a la huelga de hambre que llevan adelante los dirigentes cruceños, la cabeza visible y radical de la autonómica Media Luna, agregaba: “Está muy mal lo de esta gente, no quieren soltar los privilegios. Dicen que hacen huelga de hambre, pero en realidad hacen dieta...”, ironizaba.
Más allá de la parsimonia general que se vivió en el transcurso del día, fue en Cochabamba, donde Reyes Villa insistió en su postura de desconocer la consulta, y en Santa Cruz donde se dieron algunos episodios de violencia encabezados en este caso por la Unión Juvenil Cruceñista (ver aparte). Fue por eso que el dirigente campesino Zacarías Maqueda improvisó un paralelismo entre el actual proceso y la revolución de los ’50: “Si acá hay otro 1952, es por culpa de ellos, por su violencia, por su racismo. Tenemos que seguir avanzando, ¿por qué tener miedo? Hay que ir para adelante porque lo que estamos haciendo es justo”, se convenció.
La radicalidad expresada en los suburbios de El Alto es la fuente de poder del Ejecutivo. De esto son conscientes en el Palacio Quemado, a pesar de que por su rol institucional deban matizar sus declaraciones. Ese fue el objetivo del desayuno con los periodistas convocado por el vicepresidente Alvaro García Linera. Consultado por las múltiples interpretaciones de los resultados que se harán a partir de hoy (el Congreso dictaminó que para revocar a los prefectos éstos no deben alcanzar la cantidad de votos, más uno, conseguidos por ellos en 2005, mientras que el Consejo Nacional Electoral resolvió que para todos los casos menos el del presidente se debe alcanzar el 50 más uno). Agregó que existe una ley aprobada por el Congreso y que esa norma es la que se debe acatar.
A su vez, insistió en que el voto de ayer será el medio para resolver aquellas grandes demandas de la sociedad boliviana. El objetivo que explicitó es que con este referéndum se “sincere la configuración política” para con un nuevo escenario volver a una mesa de negociaciones: “A partir de mañana tenemos una correlación de fuerzas realistas”.
Ante el clima de incertidumbre imperante, PáginaI12 quiso saber si las elecciones de ayer servirían efectivamente para resolver el famoso “empate catastrófico” que hace años castiga al país. Linera aseguró: “En este país hay tres grandes deudas históricas a resolver. En primer lugar, la igualdad entre los pueblos, esa herida colonial no curada que estamos resolviendo. Luego, la democratización y descentralización del poder que permita al ciudadano estar más cerca del poder, deuda a la que podemos llamar autonómica. Por último, el desarrollo de una economía capaz de generar riqueza y distribución de recursos. En otros países como EE.UU. y Sudáfrica una sola de estas deudas ha generado guerras civiles. En Bolivia, en cambio, se están resolviendo democráticamente”.
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