Martes, 3 de marzo de 2009 | Hoy
EL MUNDO › EL PARTIDO NACIONALISTA VASCO VE COMO UNA AGRESIóN UN EVENTUAL PACTO PSOE-PP
Mientras el Partido Socialista vasco está dispuesto a gobernar en minoría, el Partido Popular le ofrece su apoyo para desplazar al PNV del gobierno vasco. En Galicia, el socialista Emilio Pérez Touriño anunció que deja la dirección del partido.
Por Oscar Guisoni
Desde Madrid
Ayer fue un día de agitada resaca electoral en España. La pérdida de la mayoría absoluta de los nacionalistas vascos en las elecciones regionales generó fuertes reacciones políticas que llegaron incluso a involucrar a otros partidos regionales ausentes de la disputa electoral del domingo. Mientras el Partido Nacionalista Vasco en el poder exigía que se respetara la candidatura más votada, los nacionalistas catalanes de Convergencia i Unió avisaron al Partido Socialista que no están dispuestos a ser su salvavidas en el Congreso nacional, donde el PSOE no cuenta con mayoría absoluta. El Partido Socialista vasco, mientras tanto, afirmaba que está dispuesto a gobernar en minoría, mientras el Partido Popular le daba su apoyo para desplazar al PNV del gobierno. Un auténtico terremoto político que terminó por opacar el triunfo del PP en Galicia, una región a la que los conservadores regresaron después de escasos cuatro años en la oposición.
Para entender el mar de fondo que se mueve detrás de estos conflictos generados por los resultados de las elecciones en el País Vasco hay que contemplar que el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero no cuenta con firmes apoyos parlamentarios en Madrid y hasta ahora su sostén más importante ha sido el PNV. Si los socialistas llegan a firmar un pacto de gobierno en la región con el Partido Popular, la ruptura a nivel nacional con los nacionalistas será total. En el PSOE comenzaron a correr voces al día siguiente de las elecciones que recomendaban cambiar el eje de las alianzas en Madrid, buscando el apoyo de Convergencia i Unió, pero los catalanistas salieron rápidamente a desmentir esa opción. “No seremos el salvavidas del PSOE”, explicó ayer su máximo líder, Artur Mas, al tiempo que les tiró un cable a los nacionalistas vascos, pidiendo que se le permitiera a Juan José Ibarretxe formar gobierno en minoría.
Se comprende que los catalanistas estén molestos, ya que ellos corrieron hace dos años la misma suerte que pueden llegar a correr ahora sus socios vascos, al ganar las elecciones en Cataluña pero no poder formar gobierno porque el PSOE armó un tripartito con Izquierda Unida y Ezquerra Republicana que se hizo con el poder en Barcelona. A un año y medio de las elecciones regionales catalanas, CIU no quiere correr riesgos inútiles, por lo cual su apoyo al PSOE en Madrid –entienden sus dirigentes– no les traería ningún rédito y equivaldría a una especie de suicidio político que no están dispuestos a cometer.
Los nacionalistas vascos agitaban ayer la bandera del victimismo frente a Madrid, interpretando como una “agresión españolista” la formación de un gobierno del PP y del PSOE en Vitoria, aunque a puertas cerradas reconocían lo difícil que lo tienen para formar gobierno en las actuales circunstancias. Los socios del último período, Eusko Alkartasuna e Izquierda Unida, se han hundido en un desastre electoral de grandes proporciones y sólo les queda echar mano de Aralar, la formación independentista que rechaza la violencia, que se terminó llevando gran parte del voto filo etarra, que esta vez no tenía partido al que apostar. ETA pidió el voto nulo y sólo respondió el 8 por ciento del electorado. Si se compara con los 150 mil votos que obtuvo el Partido Comunista de las Tierras Vascas hace cuatro años, los 100 votos anulados de ayer implican una gran pérdida política para el entorno radical independentista. Si el PNV se viera forzado a gobernar junto a Aralar, deberá retomar la senda del discurso identitario que intentó sin éxito Ibarretxe en la pasada legislatura y que le produjo el desgaste que está pagando ahora. Un salvavidas que sólo servirá para los próximos cuatro años, pero que puede sumergir al PNV en un camino sin retorno. En Madrid los socialistas especulaban ayer con la posibilidad de armar un gobierno de coalición con el PNV, pero los socialistas vascos no quieren ni oír hablar de esa opción que los dejaría muy mal plantados frente a su propio electorado.
El gran cambio de escenario en el País Vasco ocultó la magnitud del triunfo por mayoría absoluta del PP en Galicia. Ayer, Emilio Pérez Touriño, candidato socialista a la reelección, anunció que deja la dirección del partido. Es la primera víctima política de estas elecciones regionales que terminaron por tener mayor relevancia de la que todo el mundo esperaba. Un pequeño anticipo de lo que se podrá ver en junio, cuando se realicen las elecciones europeas.
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