Domingo, 19 de abril de 2009 | Hoy
EL MUNDO › WAYNE SMITH, ESPECIALISTA NORTEAMERICANO EN TEMAS CUBANOS Y VETERANO DIPLOMATICO
Joven funcionario destinado en La Habana, vio la Revolución y la entrada de Fidel en la capital en 1959. Fue asesor de Kennedy y enviado de Carter, y hoy explica los límites de la apertura y la “falta de realismo” de Obama.
Por María Laura Carpineta
Conoce Cuba y a los cubanos como pocos estadounidenses. Estuvo allí durante la Revolución de 1959, vio la entrada triunfal de Fidel Castro en La Habana el 1º de enero y tuvo que hacer sus valijas y dejar la isla en 1961, cuando Washington rompió relaciones con el gobierno cubano. Por entonces Wayne Smith era un joven diplomático que empezaba a aprender el oficio de las relaciones internacionales. Después de 50 años de pensar y repensar el conflicto, la opinión del ex diplomático de 76 años se convirtió en una consulta obligada para los que debaten en Washington qué hacer con el último resquicio de la Guerra Fría en el hemisferio.
“Es importante conocer y entender al gobierno o la persona con la que uno negocia”, señaló esta semana a Página/12 desde su oficina en el Center for International Policy en Washington. Aunque celebró el levantamiento de las sanciones anunciado hace una semana, advirtió que Barack Obama está errando la estrategia al pedir que el gobierno cubano responda con un gesto contundente, como liberar disidentes. “Las sanciones en esta historia son de Estados Unidos contra Cuba, no al revés. Si conozco un poco a los cubanos, sé que no aceptarán condiciones por tan poco; nunca lo hicieron por nadie y menos lo harán por Washington”, dijo al teléfono.
Smith trabajó con John F. Kennedy como uno de sus asesores para la región y más tarde Jimmy Carter lo nombró número uno de la nueva Oficina de Asuntos Estadounidenses en La Habana. Desde entonces está convencido de que Estados Unidos debe buscar una forma de restablecer relaciones con la isla. Tan convencido estaba que renunció al Departamento de Estado norteamericano en 1982 porque no estaba de acuerdo con la política exterior del republicano Ronald Reagan.
–El vocero de Obama repitió ayer que están esperando un gesto de Cuba.
–Es absurdo poner la pelota del lado cubano. Lo que hizo Estados Unidos esta semana es muy poco. Obama quizá no conservó la hostilidad de su antecesor, pero el discurso sigue teniendo un tono duro. El gobierno estadounidense ni siquiera expresó un interés en iniciar un diálogo con Cuba y ahora espera un gesto de Cuba. Cuba no puso restricciones a los viajes de ciudadanos estadounidenses ni bloqueó el comercio con los Estados Unidos. Las sanciones en esta historia son de Estados Unidos contra Cuba, no al revés. Si conozco un poco a los cubanos, sé que no aceptarán condiciones por tan poco; nunca lo hicieron por nadie y menos lo harán por Washington.
–O sea que no deberían esperar ningún cambio en la isla...
–Cuba podría hacer algunas declaraciones como para distender la situación, volver a decir que están dispuestos a dialogar con Estados Unidos. Pero los gestos que Obama está reclamando no son realistas.
–¿La Cumbre de las Américas en Trinidad y Tobago tampoco puede ayudar a destrabar la situación?
–Es como intentar ponerse el zapato en el pie equivocado. Hasta ahora no vimos un cambio en la política de Estados Unidos hacia Cuba. El Departamento de Estado sigue sin hablar con la Oficina de Intereses Cubanos en Washington y la Oficina norteamericana en La Habana tampoco tiene un relación formal con la Cancillería cubana. Hay que entender algo fundamental: la política de Estados Unidos hacia la isla es la misma. Más allá de lo que digan en Washington, la pelota sigue estando del lado estadounidense.
–Nada cambiará con la cumbre entonces...
–Me gustaría creer que después de la cumbre el gobierno de Obama se va a dar cuenta de que necesita hacer más y anunciará nuevos cambios, más significativos y profundos. Pero creo que eso no sucederá. Obama va a decir que ahora es tiempo de esperar un cambio de parte de Cuba... (se ríe). La verdad es que después de tantos años deberíamos saber que eso no sucederá. Los cubanos van a celebrar los cambios, pero no van a empezar a liberar prisioneros o a abrir el juego electoral a todos los grupos políticos.
–¿Obama está pecando de ingenuo o es una estrategia para evitar profundizar un acercamiento?
–Obama prometió muchos cambios en la campaña electoral, pero tengo la sensación de que no los veremos. Sin embargo, no hay que olvidar que la oposición al bloqueo es cada vez más fuerte en el país.
–¿De dónde viene esa oposición?
–De organizaciones y personas que creen que la política hacia Cuba es y ha sido contraproducente. Los sondeos de opinión muestran que la mayoría de los estadounidenses, alrededor del 71 por ciento, cree que deberíamos normalizar las relaciones y levantar por completo el embargo. Hay muchísimo apoyo, pero no hay que equivocarse, ese apoyo no se reflejará en multitudes en las calles protestando y manifestándose a favor de Cuba.
–¿Cuba es un tema que le interesa al estadounidense medio?
–Cuba ya no es el aliado de la Unión Soviética y los ciudadanos estadounidenses entienden que su gobierno ya no debe derrocar gobiernos extranjeros, sino establecer relaciones de respeto. En el contexto actual, Estados Unidos es quien está verdaderamente aislado, no Cuba.
–Usted viajó muchas veces a Cuba y conoce a muchos de los funcionarios que aún manejan el gobierno. ¿El sistema cubano está preparado para una apertura total de inversiones, ciudadanos y remesas estadounidenses?
–Necesitan cambiar, de eso no hay duda. Los cambios desde Estados Unidos pueden empujarlos un poco del sistema socialista puro, pero tampoco tienen eso ahora. Más allá de los ajustes, que deben darse, creo que el gobierno cubano está razonablemente preparado para controlar los cambios.
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