Domingo, 2 de agosto de 2009 | Hoy
EL MUNDO › EL REGIMEN DE FACTO INTENSIFICA LA REPRESION POPULAR
Por María Laura Carpineta
De madrugada, rodeado por sus más íntimos, falleció Roger Abraham Vallejo, el maestro hondureño de 38 años que el jueves recibió un balazo en la cabeza cuando reclamaba la vuelta del presidente Manuel Zelaya.
La noticia fue un nuevo golpe para los zelayistas, quienes de todas formas salieron a marchar por la capital, como lo hacen hace 35 días. Excepto que esta vez no volvieron a sus casas al caer la tarde, sino que siguieron caminando hasta la sede del sindicato de Vallejos para despedirse por última vez. “Su muerte desenmascara a la dictadura y nos obliga a continuar la lucha”, señaló el dirigente Juan Barahona.
Fue un día de duelo, pero sus compañeros intentaron recordarlo con alegría. El punto de encuentro de la manifestación del día de ayer fue la Plaza Morazal, en el centro de Tegucigalpa, y la consigna fue reemplazar los discursos políticos por música en vivo. Igual que como recordaron a Isis Obed Murillo, al día siguiente que un francotirador le pegó un tiro frente a la pista de aterrizaje del aeropuerto de la capital hace tres semanas. “La situación no está fácil, pero tenemos que continuar por los compañeros que siguen con los brazos o las piernas quebradas en el hospital”, aseguró Barahona.
La represión del jueves pasado contra los miles de manifestantes que clamaban por la vuelta de Zelaya dejó golpeado al movimiento popular. Ayer fueron liberados los últimos detenidos de ese día, pero el régimen de facto no les da respiro. Según denunció la coordinadora del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos de Honduras, Bertha Oliva, ocho personas fueron detenidas ayer en la localidad de San Marcos, entre ellas un niño de once años. La policía los detuvo a las 5.45 de mañana –15 minutos antes que termine el toque de queda– cuando empezaban a caminar hacia Tegucigalpa para sumarse a la protesta del día. En vez de liberarlos 12 horas después, como dicta la ley local, lo trasladaron a otra comisaría y los mantienen aislados.
Así se maneja la dictadura hondureña. Oficialmente tres manifestantes murieron a manos de la fuerza pública desde el golpe del 28 de junio pasado, alrededor de un centenar resultaron heridos, 400 fueron detenidos por sedición y otros 2000 por violar el toque de queda. “Pero hay otras muertes violentas que se sospecha fueron causadas por militares y policías”, advirtió ayer Andrés Pavón, presidente del Comité para la Defensa de los Derechos Humanos en Honduras. Oliva coincide.
“Desde antes del golpe aparecía un joven muerto e inmediatamente los medios afirmaban que era un marero (miembro de las maras) y nadie investigaba. Para nosotros muchas veces estaba la mano de la policía detrás, como ahora”, señaló la defensora de derechos humanos. Además de los tres muertos oficiales, en la primera semana del régimen de facto un periodista fue tiroteado al salir del trabajo y un joven apareció muerto y con señales de tortura en una bolsa de plástico en un descampado en las afueras de Tegucigalpa. Tenía puesta una remera de la llamada cuarta urna, la consulta que planeaba realizar Zelaya el domingo que lo derrocaron para abrir una reforma de la Constitución nacional.
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