Viernes, 28 de agosto de 2009 | Hoy
EL MUNDO › CON LA MUERTE DEL LEON DEL SENADO, LOS DEMOCRATAS SE QUEDARON A UN PASO DE QUE LES PUEDAN BLOQUEAR LAS LEYES
Obama sabe que con la muerte del veterano legislador tendrá un voto menos crucial para aprobar su reforma sanitaria. Pero este vacío podría también tener el efecto de reagrupar a la tropa demócrata en torno de la aprobación del proyecto.
Por David Usborne *
Los recuerdos de la vida de Edward Kennedy, la dinastía que representó y sus cinco décadas de trabajo en el Senado de Estados Unidos, competirán mañana en su funeral en Boston con otras tantas preguntas sobre el legado político que deja atrás. La presión sobre dónde poner el foco recaerá nada más y nada menos que sobre el propio Barack Obama, encargado de pronunciar las oraciones de despedida en la Basílica de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Allí, entre el público, habrá cuatro ex presidentes. La política tendrá su lugar, y Obama sabe que con la partida de Kennedy tendrá un voto menos que podría haber sido crucial para aprobar su reforma del sistema de salud. Sin embargo, la muerte del histórico senador, no se descarta, podría tener un efecto inesperado y reagrupar a la tropa demócrata en la que ya se presenta como una batalla crucial.
Por lo pronto, ya se empieza a rumorear que podría bautizarse con su nombre un proyecto de ley. “¿Alguna vez has escuchado la frase ‘hay que ganar una por Gipper’?”, pregunta Ralph Neas, jefe de la coalición nacional que intenta impulsar la reforma de salud, en referencia al viejo dicho de los seguidores de Ronald Reagan. “Pues bien, el espíritu que se está empezando a instalar es el de ‘hay que ganar una por Teddy’.”
Hubiese sido, sin duda alguna, el mayor pesar para el senador Kennedy, quien murió el martes de cáncer de cerebro a los 77 años, no ver cumplido lo que fue el sueño más grande de toda su carrera política: la reforma del sistema de salud para extender una cobertura universal a todos los estadounidenses.
El riesgo para todos los actores en escena, tanto demócratas como republicanos, es ser vistos como buitres que se aprovechan del momento de las exequias para sus propios fines partidarios, aun antes de que el cuerpo sea enterrado. La ceremonia se realizará mañana en el cementerio nacional de Arlington, en las afueras de Washington, junto a las tumbas de sus hermanos, Bobby y John F. Kennedy.
El locutor de la radio conservadora Rush Limbaugh no se pudo aguantar y lo dijo: “Los demócratas están explotando su figura, su muerte y su legado con el único fin de impulsar la aprobación de la reforma de salud”.
Estos dos días, sin dudas, se parecen a lo que suelen ser los adioses a un presidente. En primera fila junto a Obama estarán George W. Bush y su padre, George Bush Sr. Jimmy Carter también estará allí, al igual que Bill y Hillary Clinton. Y la atención de todo el mundillo político de Washington estará puesta en la reforma de salud.
Es que, sin Kennedy, los demócratas se quedaron sin su voto número 60 y, por ende, sin esa mayoría que les permitía estar a salvo de la práctica del “filibusterismo”, es decir, la capacidad que tendrían los republicanos, a pesar de no ser mayoría, de bloquear el tratamiento del proyecto. Una posible salida que ya se baraja sería cambiar las leyes y permitirle así al gobernador de Massachusetts nombrar rápido un reemplazante que asegure el voto.
Líderes demócratas elevarán sus voces durante estos días en honor a la memoria del senador y llamarán a cerrar filas en pos de la reforma. Robert Byrd, el único senador que tiene en su haber más años de servicio que su difunto colega, llamó ayer a “parar un poco la histeria del momento y llevar adelante un debate serio sobre el tema, para que la ley que saquemos del recinto lleve su nombre y les asegure a todos los estadounidenses una cobertura básica”.
Anoche, un cortejo transportando su cuerpo había comenzado un viaje de tres horas hacia Boston. El foco de la familia Kennedy, sin embargo, estará puesto solamente en despedir los restos del hombre que, durante décadas, sirvió como ancla de estabilidad en el centro del tormentoso clan. Atrás quedaron los recuerdos de sus años de juventud, cuando lo que sobresalía en la vida de Teddy eran sus problemas con el alcohol, su fama de mujeriego insaciable, el divorcio de su primer mujer, Joan, y el escándalo de Chappaquiddick, cuando, hace 40 años, el senador, en ese entonces de 38, se iba de una fiesta a la madrugada con la joven de 21 años Mary Jo Kopechne cuando su auto volcó en un río, la joven murió y él tardó diez horas en avisar a la policía.
* De The Independent de Gran Bretaña especial para Página/12.
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