El tercer día de diálogo terminó sin resultados en Honduras. Mientras dentro del hotel capitalino zelayistas y golpistas no conseguían acordar la restitución del presidente Manuel Zelaya, afuera, en la calle, cientos de personas fueron reprimidas con carros hidrantes y bombas lacrimógenas por protestar contra la dictadura. Los militares no detuvieron a los manifestantes, pero sí les dejaron en claro que el régimen de facto no piensa ceder en las próximas horas. A unos kilómetros de allí, en la embajada brasileña, el mandatario derrocado no disimulaba su pesimismo y reclamaba más presión de la comunidad internacional. “Las medidas todavía no son suficientes para combatir a un régimen que procura sostenerse por las armas y la fuerza”, aseguró Zelaya, tras cuestionar la breve estadía de la misión de la OEA, encabezada por cuatro cancilleres y el secretario general José Miguel Insulza.