Miércoles, 3 de marzo de 2010 | Hoy
EL MUNDO › DERECHOS HUMANOS Y NUEVO GOBIERNO
Por Mercedes López San Miguel
El flamante presidente uruguayo, José “Pepe” Mujica, dijo ayer en un primer discurso frente a las Fuerzas Armadas que no pretende saldar cuentas del pasado desde el poder. Y que carga una “mochila”, en alusión a su etapa como guerrillero en la organización Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros. Declaró esto en un momento simbólico: asumía la titularidad del Ministerio de Defensa el ex tupamaro Luis Rosadilla, quien, como Mujica, estuvo largo tiempo preso durante la dictadura militar (1973-1985).
Mujica decidió dar vuelta la página, él, que fue uno de los nueve presos políticos del régimen, sometido a condiciones carcelarias infrahumanas. “No somos aficionados a vivir de la nostalgia ni de páginas amarillas, todos los días amanece, la vida comienza. Siempre estamos comenzando”, dijo el mandatario. Y siguió. “Cada cual tendrá que cargar con su mochila, pero las mochilas no son ejercicio de saldar cuentas cuando hay que construir, por eso hoy esto es muy simbólico, tremendamente simbólico”, dijo frente a los jefes de las tres armas, líderes de oposición, legisladores, empresarios y sindicalistas presentes en la ceremonia.
Admitió sentirse emocionado porque el Ministerio de Defensa Nacional “tiene un significado especial” para él. “Uno, además de ser presidente, tiene su corazoncito”, dijo Mujica. Rosadilla, de 56 años, estuvo nueve años preso durante los años de plomo. El ministro dijo que su única camiseta es la del país. “Vengo de un proceso largo, con muchos fanatismos, he dejado todos los fanatismos y me he hecho fanático de algo nuevo, un solo fanatismo: el de transformar a Uruguay en un país vivible para todos. Acá viene un uruguayo cuya única camiseta es la del país, y la mejor forma de hacer justicia con la historia es hacerla a futuro.”
Tupamaros fue una guerrilla urbana influenciada por la Revolución Cubana y sus militantes fueron duramente reprimidos por el ejército y la policía uruguayos. Mujica fue trasladado con los otros ocho rehenes políticos de calabozo en calabozo y sobrevivió a todo tipo de torturas psíquicas y físicas. Salió de la cárcel con la amnistía. Además de Rosadilla, en su gabinete hay otro antiguo compañero de la lucha armada, Eduardo Bonomi, quien tomó posesión del Ministerio del Interior en la Escuela Nacional de Policía. Mujica ya anticipaba la tarea que le daría a la institución castrense en el libro Pepe Coloquios: “Creo que habría que buscar que las Fuerzas Armadas repecharan un poco la imagen desastrosa que tienen en el país. Para mí, tendrían que dar una mano en la política de vivienda, en la cuestión ferroviaria y en algunas cuestiones de transporte, me parece que son claves”.
El 25 de octubre los uruguayos votaron a favor de que se mantuviera la Ley de Caducidad, una amnistía que impide juzgar a los uniformados acusados de violaciones a los derechos humanos. Mujica afirma que respetará la voluntad de la mayoría, aunque el Frente Amplio cuenta con mayoría en ambas cámaras. Las madres y familiares de los uruguayos detenidos y desaparecidos le enviaron una carta: “Señor presidente, nuestra lucha persigue objetivos ampliamente conocidos de verdad, justicia y Nunca Más (...). Algunos piensan que estamos empecinados en quedarnos en el pasado, pero sentimos que estamos comprometidos con el futuro. Usted tiene la oportunidad de hacer un gobierno que tenga una política tendiente a aclarar los crímenes del Estado durante la dictadura”.
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