Sábado, 13 de marzo de 2010 | Hoy
EL MUNDO › SOCIALISTAS Y VERDES SE APROVECHAN DEL MALHUMOR SOCIAL
La oposición es favorita en las elecciones regionales de mañana. Pero el antisarkozysmo no tiene realmente quien lo represente de forma unitaria, ya que sus ejércitos están desparramados en todo el arco político francés.
Por Eduardo Febbro
Desde París
Un enigma sobrevuela las urnas de la primera vuelta de las elecciones regionales de este domingo. Si los anticipos de los sondeos se cumplen y Francia amanece el lunes cubierta por el velo rosa de los socialistas y el verde de los ecologistas, ¿qué ocurrirá con esa amplia y malhumorada corriente que es el antisarkozysmo? El segmento de la población que reprueba la acción y el estilo del presidente francés y su entorno es consistente, pero carece de líderes que federen el descontento. El jefe del Estado cristaliza en torno de él un poderoso sentimiento de insatisfacción que se traduce por los bajos niveles de popularidad con los que gobierna: Nicolas Sarkozy apenas aúna 37 por ciento de opiniones favorables y los sondeos predicen para este domingo una sonora derrota del partido que él mismo propulsó, la UMP. Obreros, estudiantes, profesores, bachilleres, abogados, médicos, ejecutivos, empleados, funcionarios y desempleados forman la silueta de ese movimiento sin cabeza dirigente, pero que se expresa con solidez en las redes sociales y cuyos argumentos pueden escucharse en voz alta en la cola de los supermercados o en los mostradores de los bares.
Por paradójico que resulte, el antisarkozysmo no tiene realmente quien lo represente de forma unitaria. Sus ejércitos están desparramados en todo el arco político francés y en movimientos diversos que van desde los grupos que defienden a los inmigrados, pasando por los psicoanalistas o los médicos, los ecologistas, los militantes antiglobalización, los anti OGM, los enojados con las multas del tránsito, los activistas que denuncian la “generación precaria”, los miembros de “Jueves Negro” que reclaman otra política para la vivienda, hasta la última versión del antisarkozysmo, inspirada del caso italiano, el “No Sarkozy Day”. Estos humores de adversidad política surgen en gran parte en Internet. Los medios de prensa franceses, sobre todo los escritos, mantienen una distancia aún más abismal que los políticos con los problemas de la sociedad.
Por otra parte, no existe hoy una línea editorial opositora. Hay escaramuzas de oposición en la prensa, pero éstas carecen de continuidad y, por consiguiente, de consistencia. El semanario Marianne lleva a cabo una campaña sistemática contra Nicolas Sarkozy, pero no plasma por completo la complejidad del antisarkozysmo. Los demás medios escritos se asimilan a una broma inconsistente que debe hacer reír al presidente francés. Frente a esa ausencia de sostén y de análisis, el antisarkozysmo se extendió en una galaxia hiperfragmentada pero no por ello menos real.
El encono social es profundo. Nicolas Sarkozy ha heredado también los desaciertos de las pasadas administraciones y lleva la responsabilidad global como si esta sociedad desencontrada y en plena pérdida de sus conquistas y beneficios la hubiese inventado él solo.
Hay quienes desean fervientemente que la selección francesa de fútbol haga un papel vergonzoso en el Mundial africano porque asimilan a su entrenador, el impopular Raymond Domenech, a la política de Nicolas Sarkozy. Los bares son un teatro de protestas múltiples y revelan la polifonía del desencanto así como la soledad electoral de la sociedad. En medio de burlas y críticas, la gente admite que ninguna figura de la oposición política encarna un proyecto alternativo o inspira la suficiente seriedad como para volcar sus expectativas en él.
El sarkozysmo aparece hoy como el modelo de una sociedad policial y controlada, deshumanizada y centralizada en múltiples ficheros, donde el dinero es rey, los amigos del poder los privilegiados de la primera hora, la indolencia y la voluntad de controlarlo todo un principio motor y la puesta en escena de la acción política a través de los medios de comunicación un recurso que se desgastó. Hasta ahora, el gran deseo de que se plasmara una “convergencia de luchas” entre los reclamos sectoriales no se hizo realidad. Las elecciones de este mes de marzo tal vez marquen una etapa diferente en la manera en que la oposición asume su papel, en la forma en que el Ejecutivo gobierna y en el perfil que adquiere el antisarkozysmo. El hartazgo es más una sensación que un movimiento con ideas políticas organizadas, tanto más cuanto que los antisarkozy desconfían como la peste de los partidos políticos.
Los antisarkozystas sueñan con sacar de las redes de Internet a los descontentos y ponerlos en la calle. Un viaje de lo virtual a lo real. Con el ejemplo del modelo italiano, los iniciadores del “No Sarkozy Day” convocaron a una manifestación el próximo 27 de marzo para “decir no” a la política del presidente. La iniciativa se originó en Facebook bajo el lema “Un millón de personas contra Nicolas Sarkozy” y federó a muchas voces transversales que no se reconocen en el sistema de partidos y de medios de comunicación, pero sí en el antisarkozysmo. Según Sebastian Ball, uno de los fundadores del núcleo en la red, el grupo de Facebook cuenta hoy con 380 mil miembros. Ball asegura que el “No Sarkozy Day” del 27 de marzo es una etapa, que no se trata de “que todos los descontentos y los enojados con Sarkozy vengan y se disuelvan después”. Lo que buscan es “federar y perdurar” para cambiar la vida.
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