En Grecia se multiplicaron ayer las protestas y huelgas contra el draconiano plan de ajuste aprobado por el gobierno para salvar al país de la bancarrota. Unos 4000 maestros y empleados públicos se manifestaron en el centro de Atenas en contra del congelamiento de contrataciones y la reducción de sus salarios. Por ello, los ministerios, oficinas del fisco y otras instituciones permanecieron semivacías. Muchas escuelas estuvieron también cerradas.

Unos 100 maestros intentaron atravesar las vallas y acercarse a la entrada del Parlamento griego al término de una marcha hasta entonces pacífica, y lanzaron a la policía botellas y piedras. Los agentes respondieron con gas lacrimógeno –informaron testigos–, aunque la situación se tranquilizó rápido.

Hubo problemas además con el tráfico aéreo, donde también trabajan empleados estatales, y muchos vuelos fueron cancelados, pues sólo se cubrió un vuelo por destino. Desde el lunes ya están en huelga los trabajadores de recolección de la basura. En el puerto de Tesalónica y en Heraclión, Creta, hubo asimismo manifestaciones de los funcionarios.

Ayer fue el día más combativo, ya que los funcionarios públicos continuarán con su huelga de 48 horas y la intensificarán: los controladores cerraban el espacio aéreo entre las 23 hora local de ayer y la misma hora de hoy. No hay vuelos desde ni hacia Grecia. Y tampoco noticias en la televisión y la radio, ya que los periodistas participan en la huelga.

Muchos dueños de tiendas también pretenden cerrar sus locales y advierten que las medidas ahogan la economía y ellos podrían quedar en la ruina. Dicen que el consumo se ha reducido, y las medidas harán que se retraiga aún más. El gobierno respondió a los desafíos subrayando que no hay dinero. El futuro del país está en juego y todos tienen que contenerse ahora y no presentar exigencias, indicaron las autoridades.

El domingo, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Unión Europea (UE) otorgaron préstamos para Grecia por valor de 110.000 millones de euros (145.000 millones de dólares), a cambio de que el gobierno griego ahorre en los próximos tres años 30.000 millones de euros. Las medidas del plan de rescate del gobierno griego consisten en grandes recortes de las pensiones, congelación de los salarios de los funcionarios públicos y suba de impuestos. “Los ciudadanos tienen miedo”, tituló ayer el diario Kathimerini.

Por su parte, un portavoz del comisario de Asuntos Económicos y Monetarios de la UE, Olli Rehn, dijo ayer en Bruselas que se espera que las ayudas para Grecia estén listas pronto. “Contamos con que el dinero esté disponible a mediados de mayo”, señaló. “Sin embargo, los procedimientos para ello tardarán más en algunos Estados miembro que en otros.” La Bolsa reaccionó contra las medidas de austeridad anunciadas y ayer se desplomó, cayendo más de cinco puntos, mientras las medidas de fuerza paralizaban el país.

En tanto, de forma paralela a las huelgas se produjeron otras formas más originales de protesta: decenas de miembros del sindicato comunista griego PAME colgaron en la Acrópolis de la capital griega dos pancartas en las que se llamaba en griego y en inglés a los pueblos de Europa a sublevarse y al FMI a irse del país.

El lunes por la noche un grupo de profesores irrumpió en las instalaciones de la televisión del país y consiguió cortar la transmisión. Al final pudieron leer una declaración en la que se afirmaba que la congelación de contrataciones es injusta y que el FMI no debe inmiscuirse. Luego continuó la emisión habitual.