Viernes, 18 de febrero de 2011 | Hoy
EL MUNDO › AL MENOS TRES MUERTOS EN LAS MANIFESTACIONES
Las protestas de la comunidad chiíta, que es el 70 por ciento de la población de Bahrein, llevan ya cinco días y varios muertos. Divisiones sectarias.
El gobierno de Bahrein desa-lojó ayer por la fuerza a miles de manifestantes que reclamaban pacíficamente en la Plaza de la Perla, en la capital del país. Según datos oficiales, en esa represión habrían muerto tres personas. Sin embargo, otras fuentes elevan la cifra hasta seis. Después hubo choques esporádicos entre las fuerzas de seguridad y los que reclaman apertura democrática en el país del golfo Pérsico, a pesar de que el Consejo de Seguridad Nacional decretó el estado de emergencia. Por su parte, la Casa Blanca pidió mesura a la monarquía sunnita.
Las protestas de la comunidad chiíta, que es el 70 por ciento de la población de Bahrein, llevan ya cinco días y varios muertos. Las manifestaciones arrancaron siguiendo la ola de agitación social que dejaron las revoluciones en Túnez y en Egipto. Pero todo se terminó de complicar cuando la policía asesinó el martes a dos manifestantes. Las muertes obligaron a las autoridades a pedir disculpas. Pero eso no fue suficiente para devolver a la gente a sus casas.
Los miles de manifestantes que acampaban en la Plaza de Manama fueron arrancados ayer con los tiros de la policía antidisturbios y por unidades blindadas del ejército. Según el gobierno, la intervención de las fuerzas armadas se realizó para preservar la seguridad y evitar los riesgos de divisiones sectarias entre los sunnitas y los chiítas. Lo cierto es que los últimos son la mayoría en el pequeño país que no tiene más de un millón de habitantes y exigen su participación en la riqueza que genera una próspera economía basada en el petróleo. “Corremos peligro de que haya una polarización entre chiítas y sunnitas”, justificó la represión el ministro de Asuntos Exteriores, Jaled Al Khalifah.
Según el Ministerio de Sanidad bahreiní, la operación de ayer dejó tres muertos y cerca de 200 heridos. Pero los organismos humanitarios y la cadena Al Jazeera afirman que fueron al menos seis los que resultaron abatidos. La oposición también denunció que hay 60 personas desaparecidas. Pero el canciller descartó que hayan sido las fuerzas del orden las que dispararon contra los manifestantes. “El ejército no ha dirigido las armas contra los ciudadanos. El ejército está para preservar los logros del pueblo”, alegó Al Khalifah, que también negó que Arabia Saudita haya mandado tropas a Manama para aplastar la protesta.
Desde la oposición bahreiní hubo repudio. “Pedimos la dimisión del gobierno y la formación de un nuevo gabinete que investigue sobre este crimen”, explicó el jefe del movimiento chiíta Al Wefaq, Alí Salman. “Exigimos un nuevo gobierno que proponga reformas políticas, que se pueda revisar la Constitución para que se implemente una alternancia pacífica en el poder y se inicie una monarquía constitucional”, agregó Salman, que confirmó que los 18 diputados de los siete partidos opositores se retirarán del Parlamento.
Estados Unidos llamó preocupado a su aliado. Hillary Clinton telefoneó al canciller bahreiní para expresarle su preocupación por la violencia de las fuerzas de seguridad. El secretario de Defensa, Robert Gates, se comunicó con el príncipe heredero Salman. No es raro que Washington esté preocupado por la escalada de furia en Bahrein. Ese pequeño país es la sede de la Quinta Flota de la Marina estadounidense, que patrulla las aguas de Oriente Próximo y de Asia Central. En una base al sudeste de Manama están apostados unos 4500 militares y civiles norteamericanos. Desde esas bases, los estadounidenses lanzaron los ataques contra Irak, tanto en la guerra de 1991 como en la de 2003.
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