Miércoles, 3 de agosto de 2011 | Hoy
EL MUNDO › OPINIóN
Por Robert Fisk *
Revolución traicionada. El ejército egipcio se confabula ahora con la odiada Hermandad Musulmana para producir, bueno, un nuevo Egipto que se parece mucho al viejo, ya sin Mubarak y la mayoría de sus secuaces (no todos), pero que conserva intactos los corruptos privilegios militares a cambio de permitir que los hermanos musulmanes compartan el poder.
Fuera del cuadro quedan los jóvenes revolucionarios seculares que en verdad combatieron en las calles a los esbirros de Mubarak y los echaron de ellas para librarse del dictador de 83 años.
El cuadro es sombrío: la primavera árabe transformada en el eterno otoño árabe. Y el único pan y circo para dar a los jóvenes egipcios que demandaban dignidad a cambio de su valor será la vista del viejo león, agotado y todavía incrédulo, en su jaula de hierro en el centro de convenciones de El Cairo, hoy.
Sí: para la enfurecida juventud de Egipto –y para los deudos de los 850 mártires de la revolución–, el juicio a la compañía que solía manejar la deficiente empresa, H. Mubarak e Hijos SA (foto de Mubarak, der. e hijos), todos en la jaula que el presidente del consorcio inventó para sus enemigos. ¿Un ex dictador venido a menos o una revolución venida a menos? Las perspectivas no son buenas. La juventud y los partidos seculares sospechan que el juicio de hoy será inaugural: durará un día y luego vendrá un aplazamiento de un mes o dos para dar tiempo a que el viejo presidente de la compañía se muera en su cama de Sharm el Sheijk. Pero lo estamos enjuiciando, como ustedes pidieron, dirá el ejército. Y vendrán nuevas reuniones con la Hermandad Musulmana.
No es sólo que el mariscal de campo Tantawi, jefe del Supremo Consejo Militar y amigo de Mubarak, dirija el espectáculo. Ahí está, por ejemplo, el mayor general Mohamed al Assar, miembro del Consejo Supremo, contándole al Instituto de Paz en Washington lo madura y cooperativa que se ha vuelto la hermandad: Día tras día, la hermandad cambia y adopta una ruta más moderada, fue lo que dijo. Sí, cómo no: la semana pasada los hermanos tomaron la plaza Tahrir para demandar que la nueva Constitución egipcia esté basada en la sharia (ley islámica). Pero Tantawi, Al Assar y los demás de la brigada de los galones dorados harán lo que sea para evitar el cambio verdadero en el que insisten los revolucionarios originales.
En vez de la destrucción de todo el sistema corrupto, los revolucionarios obtendrán la revolución desde dentro, junto con los rollizos y barbudos hombres de edad mediana cuya existencia fue la razón original por la que los estadounidenses daban su respaldo a Mubarak. Más tarde, sin duda, se les podrán convertir otra vez en amenaza... tan pronto como el espíritu del mubarakismo esté de nuevo en su lugar.
* De The Independent, de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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