Jueves, 17 de noviembre de 2011 | Hoy
EL MUNDO › LA ERA POST BERLUSCONI
Por Elena Llorente
Tras la renuncia de Silvio Berlusconi (foto), después del nombramiento del economista Mario Monti como primer ministro encargado de formar el nuevo gobierno, las incógnitas persisten y los italianos se sienten inseguros, nerviosos, a la espera de que todo se normalice. Pero el camino será arduo y lento para esta sociedad que a lo largo de estos últimos 20 años de gobiernos berlusconianos ha sufrido notables transformaciones, incluso a nivel de los valores. Este fue el tema que Página/12 trató con el sociólogo Francesco Lazzari, profesor de Sociología de la Universidad de Trieste (norte de Italia), director de la revista Visiones Latinoamericanas y autor del libro Persona y corresponsabilidad social, sobre este tema.
–¿Qué piensa de este paso al costado del ex primer ministro Silvio Berlusconi?
–Creo que Berlusconi se vio obligado finalmente a aceptar que no podía seguir más con sus juegos al no tener la mayoría en el Parlamento. En mi opinión, él ha intentado durante todos estos años una serie de alquimias políticas, inventando a nivel emotivo y populista una serie de excusas que finalmente se han agotado.
–¿Cómo ve el mensaje de despedida de Berlusconi, que ha causado no pocas polémicas?
–Patético, populista. Fue una manipulación –como las que venimos viendo desde hace más de 17 años– de la emotividad. Mire usted qué casualidad: grabó su mensaje en Palacio Chigi (N de la R: sede del primer ministro), cuando hasta ahora ha administrado –no gobernado– este país desde el Palacio Grazioli, su personal residencia romana. Y además lo lanzó en el preciso momento en que Monti era encargado de formar el nuevo gobierno. Y la gente habla de este mensaje. Yo no quiero hablar, para mí no existe. No merece mi atención.
–A su manera de ver, ¿Monti encontrará el justo camino para sacar a Italia de la crisis?
–Lo espero. Estimo que es una buena persona y capaz, tiene nivel científico y moral. Lo ha demostrado cuando era comisario europeo. Para nosotros, italianos, será un camino en subida, difícil, porque Monti deberá hacer las cosas que no se han hecho en estos 20 años. Yo espero que al hacerlas tenga muy presente una equitativa distribución del peso fiscal, pero también de los recortes sociales, para evitar lo que ocurre en otros países: que los ricos son cada vez más ricos y los pobres más pobres.
–¿Y de la gente que festejaba la salida de Berlusconi qué me dice?
–Francamente creo que esas manifestaciones, que ni siquiera eran muy numerosas, son la otra cara de la moneda del estilo berlusconiano. Es populismo, pero visto desde el pueblo. No creo que muchos las compartan. Pero claro, hay que reconocer que la renuncia provocó satisfacción a muchos italianos que piensan que ahora se escribirá una nueva página de la historia de este país.
–¿Cómo ha cambiado Italia en estos 20 años de intermitentes gobiernos de Berlusconi?
–Para empezar, permítame decirle que creo que los políticos italianos representan a los italianos. No creo en las frases que dicen que los políticos están lejos de la idiosincrasia del italiano medio. Mal que nos pese, estos políticos lo representan. Lamentablemente, el hombre común es así: no tiene arraigado el concepto de que las reglas hay que respetarlas. Si puede evadir el fisco, lo hace. Estoy dando una imagen bastante negativa de una Italia que, además, está dominada por el placer inmediato y no tiene la capacidad de esperar, de invertir en el futuro.
–¿Y esto ha sido cultivado por los gobiernos de Il Cavaliere?
–Estas características han sido estimuladas, hechas emerger por Berlusconi, que utiliza un estilo televisivo, epidérmico, emocional, en vez de provocar el análisis, la profundización, la reflexión. Yo digo que Berlusconi las ha hecho emerger y no ha sabido cultivar valores como la solidaridad, que existe en el pueblo italiano pero que ha sido sofocada. En Italia la solidaridad no ha sido plasmada políticamente. La solidaridad significa también, por ejemplo, que uno siente la responsabilidad de pagar impuestos en proporción al propio rédito, porque así el Estado puede ofrecer los servicios necesarios. Si el italiano medio lograra entender que pagar los impuestos no es solo un peso sino un derecho-deber... todo sería diferente.
–Se trata de estimular la conciencia cívica de la gente...
–Este país tiene necesidad de hacer las cosas normales, de sentido común, que no se han hecho en estos años. En Italia falta el concepto de corresponsabilidad. Existe esa actitud que dice “bueno, eso no me atañe y si me atañe, hago como que no lo vi”. Todos estamos dentro de este barco. Se construye con la contribución de todos. Si uno ensucia la ciudad y ninguno protesta, todos somos responsables. Debemos reapropiarnos de las instituciones naturales, la familia, la escuela, la sociedad civil para transmitir el sentido de la responsabilidad.
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