Kofi Annan llegó a Damasco ayer en un esfuerzo desesperado por rescatar su plan de paz y evitar que Siria se hunda aún más en la guerra civil. Pero las esperanzas de armar un frente internacional unido desaparecieron cuando Rusia se negó a condenar el régimen de Bashar al Assad por la masacre de Houla. Annan mantuvo conversaciones con el presidente sirio, mientras el canciller británico, William Hague, tenía una tensa conferencia de prensa en Moscú en la que su contraparte ruso, Sergei Lavrov, insistía en que todos los lados compartían la culpa por las masacres de los días pasados.

El apoyo de Rusia a una declaración del Consejo de Seguridad de la ONU condenando las muertes el viernes de más de 100 civiles en Houla había alentado las esperanzas de que Moscú finalmente relajara su oposición a ponerle presión al régimen de Al Assad, que Moscú considera como un aliado clave en la volátil región. Lavrov concedió que las fuerzas gubernamentales tenían la mayor responsabilidad en las masacres, pero insistió en que la presencia de heridas de cuchillo y de balas en algunos cadáveres significaba que la oposición también estaba involucrada. Lavrov además sugirió que los recientes bombardeos en Siria llevaban “todos los sellos de Al Qaida”.