EL MUNDO › ISRAEL PREPARA NUEVAS MEDIDAS ANTE LA ESCALADA PALESTINA
Y esto sólo fue una muestra
Israel replicó a la escalada palestina del fin de semana con unas represalias que dejaron 18 muertos, mientras los palestinos adoptan nuevas tácticas guerrilleras para descolocar al primer ministro Ariel Sharon.
Por Suzanne Goldenberg
Desde Ramalá
El presionado primer ministro, Ariel Sharon, prometió ayer tomar “un curso distinto de acción” contra un nuevo tipo de ataques guerrilleros palestinos que ha causado el número más grande de bajas en el ejército desde el inicio de la Intifada. El anuncio de Sharon –en el día que se realizaron los funerales de los seis soldados asesinados en un ataque comando a un puesto de control aislado en Cisjordania el martes– no detalló qué cambios de estrategia llevará a cabo el ejército. Pero mientras aviones de guerra sobrevolaban los cielos de Gaza y los tanques sitiaban la ciudad cisjordana de Nablús en fuertes represalias que mataron a 18 palestinos, en Israel crecía la sensación de tener un primer ministro y un ejército cercados.
Fuentes del gabinete dijeron que el encuentro de tres horas de ayer fue tormentoso, con el partido de Sharon –Likud– y sus aliados de la extrema derecha demandando la inmediata reocupación de Gaza y Cisjordania y la expulsión de Yasser Arafat. Estos pedidos fueron contestados por llamados a la moderación del canciller Shimon Peres. “La estrategia que hemos tenido hasta ahora no puede continuar”, dijo el presidente israelí, Moshe Katzav. En medio de una sensación de creciente inquietud, con los comentaristas haciendo comparaciones con las fuertes pérdidas sufridas durante las dos décadas de ocupación del sur del Líbano, Sharon eligió permanecer callado –una decisión que fue muy criticada–. Sus asesores dicen que se va a dirigir a los israelíes hoy para delinear su respuesta a la serie de emboscadas y ataques que han matado 12 soldados desde el jueves pasado. Sin embargo, dicen que el ejército daría prioridad a ataques de más corta escala en ciudades de Cisjordania y Gaza en lugar de los generalizados ataques con tanques en los territorios controlados por los palestinos que han marcado su estrategia hasta ahora. También dijeron que Sharon estaba considerando prohibir las visitas de dignatarios del exterior a Yasser Arafat –quien se encuentra virtualmente preso en su sede de Ramalá–, como una forma de intensificar su aislamiento.
Para los palestinos, el ataque al puesto de control de Ein Ariq tuvo un efecto electrificante. “En términos de la magnitud de la operación, esto fue un salto cuantitativo del lado palestino –dijo Hani Khalil, un vendedor ambulante que vive dentro del área del puesto–. He estado esperando una acción así porque este es el puesto de control más frustrante y el peor que he visto”.
Los líderes de las milicias Al-Fatah, de Arafat –cuyas brigadas Al-Aqsa reivindicaron el atentado– estaban exultantes. El líder de la milicia para Cisjordania, Marwan Barghouti, felicitó a las guerrillas. Otros dijeron que el ataque representaba un cambio en las tácticas de los militantes palestinos, a quienes se dio la orden de interrumpir los ataques a civiles dentro de las ciudades israelíes y a apuntar a soldados y asentamientos judíos en Cisjordania y Gaza. La nueva estrategia es un intento evidente de desviar la crítica internacional y evitar ser caratulados como terroristas.
“Fue un ataque legítimo. Esto es una guerra. Nosotros no llevamos a cabo un ataque terrorista en Tel Aviv”, dijo Hussain Sheikh, comandante de Al Fatah para Cisjordania, a los medios israelíes. Pero el clima de celebración fue corto, en tanto Israel comenzaba la primer ola de ataques de represalias. En Gaza, aviones de guerra F-16 atacaron un complejo de cuatro pisos de la policía y barcos de guerra dispararon misiles al complejo costero de Arafat, matando cuatro policías. El complejo de Arafat en Ramalá también fue atacado con misiles por helicópteros artillados, pero él no fue herido. Las represalias más fuertes fueron en Nablús donde los soldados ametrallaron dos puestos de policía palestinos, matando siete hombres. Además de las inmediatas amenazas de más represalias, el ataque a Ein Ariq pone a Arafat en una situación diplomática difícil. Pocos días atrás, el comité central de Al Fatah votó asumir el control de las brigadas de los Mártires de Al-Aqsa, una red de líderes de las milicias que, desde las sombras, han operado a cierta distancia del Fatah. Esa declaración –que es altamente simbólica– podría volverse contra Arafat en medio de más presiones norteamericanas e israelíes para que atrape a los activistas palestinos.
Todas las versiones indican que el ataque en Ein Araq fue llevado a cabo con precisión. Los guerrilleros atacaron sólo después de que un grupo de nuevos conscriptos hubiera llegado al puesto. El comandante del ejército para Cisjordania, el brigadier general Gershon Yitzhak aseguró que los activistas llegaron caminando, haciéndose pasar por trabajadores que iban camino a casa. Los atacantes dispararon a tres soldados mientras dormían y se movieron tan rápidamente que los guardias no devolvieron los disparos. Incluso antes del ataque, el ejército había lanzado una revisión de su estrategia de mantener puestos fijos en rutas aisladas en Cisjordania -temiendo que fueran blancos fáciles–. Previamente el martes, muchos puestos de control fueron desprovistos de personal militar, mientras soldados patrullaban a pie en diferentes lugares.
La presión para adoptar nuevos medidas en Gaza y Cisjordania está a punto de intensificarse si el público israelí demanda más protección para sus soldados.
* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Giselle Cohen.