EL MUNDO › EL DEBATE SOBRE LA REGULACIóN DE LA PRENSA EN EL REINO UNIDO

Después del affaire Murdoch

Guardián del conservadurismo, el matutino Daily Mail lanzó una ofensiva contra el laborista Ed Miliband, el diario The Guardian y la BBC. Su editor preside el Comité de Etica Editorial, contra las cuerdas por el escándalo de las escuchas.

 Por Marcelo Justo

Desde Londres

En medio de un intenso debate por el régimen regulatorio de la prensa escrita, el más conservador de los matutinos británicos, el Daily Mail, lanzó una ofensiva contra el líder laborista Ed Miliband, el matutino The Guardian y la BBC, todos unidos por un presunto izquierdismo irredento. En el centro de la ofensiva se encuentra el editor del diario, Paul Dacre, presidente del Comité de Etica Editorial de la Press Complaint Commission, la organización a cargo de la autorregulación de la prensa, con los días contados por su ineficacia durante el escándalo de las escuchas telefónicas.

El Daily Mail tiene una larga trayectoria de notas incendiarias contra la izquierda y cualquier tendencia política, ideológica o social que contradiga los sacrosantos valores conservadores. En una nota hace 89 años citaba una carta en la que el entonces jefe de la Internacional comunista, Grigory Zinoviev, instaba a sus “camaradas” laboristas a provocar una insurrección en Gran Bretaña y titulaba “Moscú da órdenes a nuestros rojos: revelamos la conspiración”. La carta resultó apócrifa, pero a cuatro días de las elecciones bastó para terminar con el primer gobierno laborista de la historia.

Desde entonces nada ha cambiado. Lord Harold Rothermer, bisabuelo del actual dueño, era amigo de Adolf Hitler y saludó el ascenso del nazismo con un editorial titulado “Viva los camisas negras”. Macartista durante la Guerra Fría, a favor de la pena de muerte y la moral victoriana, sucesivamente en contra del rock, las minifaldas, el pelo largo, los punks y cualquier cosa que pudiese percibirse como camino alternativo, el Daily Mail se convirtió en el más feroz guardián de los valores conservadores, con una tirada que hoy alcanza los dos millones de ejemplares diarios.

La caída del Muro de Berlín lo ha vuelto más recalcitrante y anacrónico. A raíz del discurso “populista” de Ed Miliband ante el Congreso Laborista a fines de septiembre, el matutino comparó a Ed Miliband con Josef Stalin y a sus planes de gobierno con una confiscación estatista de la economía, aunque no propusiera más que el congelamiento de las tarifas de electricidad y gas y el apuntalamiento del salario mínimo.

Cebados con el lenguaje de la Guerra Fría, los editores dieron un salto imperdonable en un país tan apegado a la etiqueta social como el Reino Unido y apuntaron al padre del líder laborista, Ralph Miliband, con una foto al lado de su tumba para encabezar una nota titulada “El hombre que odiaba a Gran Bretaña”. El matutino justificaba el título diciendo que Ralph Miliband, un exiliado polaco judío que combatió en la Segunda Guerra Mundial con la Armada británica y se convirtió en uno de los más prestigiosos marxistas de la posguerra, criticaba a instituciones que encarnaban valores tradicionales británicos como la policía y la monarquía. El mal gusto de la foto y la utilización de un padre para denigrar políticamente a su hijo generaron un rechazo unánime de casi todo el espectro político y social, incluyendo lectores del Daily Mail. Ed Miliband exigió que el medio se retractara e iniciara una investigación interna de su ética periodística.

Lejos de hacerlo, el matutino lanzó una segunda ofensiva, esta vez aprovechando las palabras la semana pasada del director general del servicio de Iinteligencia interior británico, Andrew Parker, quien atacó a The Guardian por publicar las revelaciones del ex espía de la CIA Edward Snowden sobre los programas de espionaje de los servicios secretos haciéndoles un “regalo a los terroristas para que nos ataquen en cualquier momento”. En el editorial del día siguiente, el Daily Mail se burló del furor que había causado el diario con su artículo sobre Ralph Miliband comparado con lo que sucedía con un periódico como The Guardian, que no dudaba en “ayudar abiertamente a los enemigos del Reino Unido”.

La respuesta de The Guardian fue bastante british: le ofreció al editor del Daily Mail, Paul Dacre, una doble página para exponer sus argumentos. En el artículo publicado el fin de semana, Dacre aprovechó para denostar a esa cueva de izquierdistas de la BBC que atacaron con “deseos de sangre” la posición del matutino durante la polémica por Ralph Miliband. “No fue un debate sobre un artículo sobre el padre marxista de Miliband, sino una guerra abierta de la BBC y la izquierda contra el diario que más los critica”, señala Dacre.

Entre líneas, el artículo revelaba la verdadera preocupación de Dacre: el sistema regulatorio de la prensa. Dacre acusaba a Miliband de impulsar la demonización de la prensa popular conservadora y del Grupo Murdoch, y de querer destruir al Associated Newspaper, grupo editorial que publica el Daily Mail y domina buena parte de la prensa escrita.

Como presidente del Comité de Etica Editorial de la Press Complaint Commission, Dacre fue el alma máter de las propuestas para afinar el sistema autorregulatorio vigente a fin de evitar abusos como el escándalo de las escuchas telefónicas que saltó en 2011 y dejó al desnudo cómo la prensa popular conservadora (con The Sun a la cabeza) interfería celulares y computadoras de cualquier persona en el ojo público, fuera un famoso futbolista-político-actor, o la víctima de una violación o accidente o acto terrorista.

El gobierno rechazó las propuestas y negoció con laboristas y los socios de los conservadores en la coalición, los liberal demócratas, una propuesta regulatoria aguada que no logró apaciguar a los grandes grupos mediáticos. El actor Hugh Grant, fundador de Hacked Off, que agrupa a las víctima de las escuchas telefónicas, advirtió que no aceptarían un nuevo “compromiso”. El 30 de octubre es la fecha señalada. Ese día el gobierno y los grupos mediáticos tienen que llegar a un acuerdo o declararse la guerra por una propuesta respaldada por todo el espectro político y la mayoría de los británicos.

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El Daily Mail comparó a Ed Miliband con Stalin.
 
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